Reconocerse es admitir lo que somos y lo que no somos, pero solo a partir de experimentarnos nosotros mismos podemos ir sacando alguna conclusión y eso es cosa de un momento, de un instante, porque estamos en continua transformación. Aquel que crea saber exactamente quién es, estará cerrándose a nuevas oportunidades de crecer.
Recuerdo el día en el que un chico que hacía poco que había conocido me escribió un mensaje: -Eres una chica muy dulce, dijo. Al leer estas palabras me quedé totalmente extrañada, jamás me habían dicho algo así y nunca se me había pasado por la cabeza pensar eso de mí. Mi amiga a la que le enseñé el mensaje, se empezó a reír: -Dulce dice, no sabe nada de ti.
Yo por el contrario no me reí, me pareció algo nuevo, pero ¿por qué descartarlo inmediatamente?, ¿acaso no podría ser que me hubiera mostrado así con él? Ese pensamiento se quedó junto a mí durante un tiempo y me descubrí siendo dulce con más personas, no me había dado cuenta de que tenía esa cualidad, nunca antes lo había pensado, pero aquel chico y su percepción, hicieron que me abriera a experimentar esa forma de comunicarme. Es muy posible que no fuera algo nuevo, simplemente no me había visto antes así. Hoy mi percepción sobre mi carácter y mi forma de ser es totalmente diferente a la que tuve cuando escuché por primera vez aquel cumplido.
A veces nos vemos condicionados por lo que se espera de nosotros, si nos conocen por ser serenos, fuertes y estables puede darnos reparo mostrarnos vulnerables o algo inestables, por ejemplo. Quizás eso nos hace querer encajar perfectamente dentro de esa imagen que hemos creado en nuestro entorno.
Todo está en continuo movimiento y transformación, ser rígidos con la idea de quién somos es tan absurdo como pensar que somos seres delimitados.
Hay una frase que me llegó hace poco tiempo, una voz interior me susurró: «Tus circunstancias no son las que marcan el camino, son como las huellas que desaparecen en la playa».
Esta frase abría para mí la idea de que está bien utilizar las herramientas de las que disponemos en un momento concreto, pero eso no quiere decir que más adelante nuestro entorno y situación cambien y podamos transitar otros caminos, solo hay que estar abiertos al cambio, eso que muchas veces nos da tanto miedo.
No eres tus circunstancias, no te identifiques con tu historia, porque siempre puedes volver a crear sin que te limite lo que hayas vivido hasta ese momento.
En estos últimos años, si algo ha insistido en instalarse en nuestras vidas ha sido la incertidumbre. Nunca antes la incertidumbre había sido tan estable. Habituarnos a esta sensación de que todo puede cambiar de un día para otro nos ha dado también la oportunidad de ir enfrentándonos a cualquier miedo que quisiera paralizarnos. Este es el lado bueno con el que debemos quedarnos o por lo menos parece bastante sano.
Actualizarnos es una buena manera de ir encontrándonos, reconociéndonos, aunque sea a partir de nuevos sentimientos, nuevos propósitos e incluso nuevas acciones. Algo parecido a lo que hacemos con los aparatos tecnológicos, como esa actualización que se realiza muchas veces de forma automática en nuestros teléfonos móviles o aplicaciones informáticas. No es muy diferente. Esa actualización no quiere decir que hayamos cambiado de aparato, no quiere decir que seamos otra persona, somos los mismos, solo que actualizados, reconociéndonos igualmente, sin perder nuestra esencia.
Una vez interiorizado esto, cuando tengas que tomar una decisión, párate y observa si piensas desde tu yo auténtico o desde esa idea que tienen los demás sobre ti. Pregúntate ¿qué quieres construir? ¿Algo que te hace feliz o algo que sigue reafirmando lo que otros esperan? ¿De verdad somos tan predecibles? Actúa teniendo en cuenta quien eres hoy y no quien eras ayer. Ya cumpliste tu tiempo haciéndolo como mejor supiste, ahora revisa tus nuevas aptitudes y no dudes en utilizarlas.
La ciencia nos explica que aquello que conocemos hace que la conexión entre nuestras neuronas se repita una y otra vez por medio del mismo recorrido. Nuestra red neuronal es amplia, pero ante cualquier estímulo o sentimiento que ya hayamos tenido, el cuerpo humano, y concretamente nuestro sistema nervioso, actúa repitiendo lo que ya conoce, esa conexión que ya ha hecho en situaciones similares, la repite y por lo tanto volvemos a sentir lo mismo, siendo muy posible que volvamos a actuar de la misma manera que lo hicimos antes. Hay múltiples conexiones neuronales que aún no se han dado en nuestro cerebro y nuestro sistema nervioso está preparado e incluso deseando conocer esos nuevos recorridos que abren nuevas posibilidades mentales, generando así esa chispa necesaria para que eso mismo que ocurre internamente se dé en nuestro exterior, proporcionándonos el empuje que necesitamos para realizar nuevas acciones que nos harán descubrir y experimentar.
¿Te vas a quedar repitiendo una y otra vez lo que ya conoces? Te animo a darte la oportunidad de crecer, de ampliar tus capacidades, de modificar quién crees que eres y pasar a ser quién quieres ser. Despierta con la idea de descubrirte cada día como un ser maravilloso que se abre a la abundancia de la creación y la experimentación vital. ¿Para qué hemos venido aquí si no? Yo por lo menos, voy a aprovechar la ocasión, esta que me brinda la vida, siendo un ser en plena expansión.