Resulta casi inverosímil por no decir ridículo un escenario en el que se pudieron evidenciar y contrastar dos actitudes que muestran los resabios de un colonialismo imperial escandalosamente frívolo y todavía presente, por una parte, y por otra el rechazo social y popular a lo que aún queda de los símbolos de un pasado esclavista, terrible para poblaciones indígenas y afrodescendientes en las Américas.
Colonialismo inglés en declive
Así lo muestran las crónicas y reseñas de la visita que el Príncipe William y Kate Middleton hicieron a Belice y Jamaica en fechas recientes. El duque y la duquesa de Cambridge llegaron a Belice para el inicio de una «gira real» por tres países para conmemorar el «Jubileo de Platino de la reina Isabel, quien cumple 70 años en el trono británico». La pareja pasó dos días en Belice, un país de la Commonwealth donde la reina sigue siendo la «jefa de Estado», antes de viajar a Jamaica y las Bahamas.
Al bajar del avión, Kate y William fueron fotografiados, causando gran impresión por su espectacular avión, pues su tamaño y capacidad es impresionante. Al parecer, el matrimonio pudo haber viajado con su equipo y empleados de confianza.
He aquí la crónica del viaje, una auténtica joya para las revistas de sociales y de «famosos»:
Así las cosas —dicen las reseñas— aterrizaron Kate Middleton y el príncipe Guillermo en el aeropuerto Belice, coordinados en color azul, muy británico, el protagonista de la bandera de Belice y, además, el color tradicionalmente asociado a la realeza. El príncipe Guillermo escogió un traje de pantalón y chaqueta azul cielo con camisa blanca y corbata fina con textura. Kate Middleton optó por un traje azul cobalto de la diseñadora británica Jenny Packham con cuello de pico, cintura «peplum» y falda ajustada hasta la rodilla. Un conjunto que lució con zapatos de tacón de Emmy London y bolso de mano en el mismo tono.
Sin embargo, no todo es color de rosa. En el transcurso de su viaje por el Caribe, el príncipe William y Kate se vieron obligados a cancelar una visita a una plantación de cacao en Belice en medio de protestas por los derechos de los pueblos indígenas y contra el colonialismo.
Además, por lo menos 350 activistas se reunieron en protesta, con carteles que tenían mensajes como: «Las princesas y los príncipes pertenecen a los cuentos de hadas... no a Jamaica» y «Exigimos disculpas y reparación».
La manifestación se llevó a cabo después de que una coalición de políticos, líderes empresariales, médicos y artistas escribieran una carta abierta a William y Kate, celebrando a la vez el 60° aniversario de la Independencia de Jamaica. La carta decía:
No vemos ninguna razón para celebrar los 70 años de la ascensión de tu abuela al trono británico porque creemos que su liderazgo y el de sus predecesores han perpetuado la mayor tragedia de derechos humanos en la historia de la humanidad.
Así pues, en Jamaica aumenta la presión para «retirar a la reina Isabel como jefa de Estado», a quien piden disculparse por la destrucción que causó el colonialismo. En la capital del país, Kingston, la activista por los derechos humanos de Jamaica, Kay Osborne, dijo:
Es un insulto para nosotros que estos jóvenes estén aquí para tratar de persuadirnos de mantener el statu quo, cuando nuestro objetivo es que la reina retire sus manos enguantadas de nuestro cuello para que podamos respirar.
Estos acontecimientos podrían pasar desapercibidos, si no fuera porque exhiben de una manera cruda, casi naíf, las mentalidades y el mundo en el que cada vez con mayor dificultad sobreviven las monarquías y las casas reales, en este caso la inglesa, para mantener su «estatus imperial» de antiguas metrópolis frente a las periferias. Las colonias habrán de extinguirse en muy corto plazo.
Racismo actual en EE. UU.
Justamente una de las consecuencias y peores secuelas del colonialismo esclavista en las Américas ha sido y sigue siendo la discriminación racial, la exclusión y la pobreza, que prevalecen para grandes masas en los propios Estados Unidos.
Hace ya varias décadas, en 1963 se publicó el libro de James Baldwin The fire next time (La próxima vez, el fuego) con dos ensayos sobre ser afroamericano en Estados Unidos. Sus tesis generaron fuertes polémicas en el país; en particular, señalaba que la población blanca no acepta que los negros son ciudadanos de pleno derecho y que, no obstante, obligados por el sistema esclavista de dos siglos atrás, ellos forman parte de la historia del país.
Casi 60 años después del libro de Baldwin y la lucha por los derechos civiles, y 155 años después de la abolición de la esclavitud, la cuestión racial continúa siendo un grave problema en Estados Unidos. La crisis de la COVID-19 lo ha vuelto a poner de manifiesto: el 13.4% de la población estadounidense es negra, pero las municipalidades que tienen mayoría de población afroamericana han tenido más de la mitad de los contagios del virus y el 60% de los fallecidos.
A pesar de todo, una encuesta de Reuters/Ipsos (Reuters/Ipsos Poll: Critical Race Theory, 07/15/2021) reveló que solo el 43 % de los estadounidenses había oído hablar de la «teoría crítica de la raza» y que «la mayoría de los ciudadanos está a favor de que se enseñen a los estudiantes de bachillerato las consecuencias de la esclavitud (78%) y el racismo (73%) en Estados Unidos». Según las encuestas, el conjunto de la sociedad es hoy menos racista que décadas atrás y ha descendido el número de organizaciones racistas violentas. Sin embargo, el activismo racista se ha visto auspiciado y animado desde la presidencia de Trump.
Por otro lado, las condiciones de vida y las percepciones siguen siendo abismales. Los afroamericanos tienen una profunda percepción de desigualdad frente a los blancos. Una encuesta del Pew Institute señala, por ejemplo, que el 63% de los afroamericanos consideran que la relación entre razas está en mala situación, mientras que el 46% de los encuestados blancos piensa que está en buen estado.
Si bien la brecha entre la población afroamericana y la blanca se ha estrechado y, en algunos campos, como el número de graduados universitarios de color, hay avances notables, la percepción de la población negra es que la policía y el sistema judicial, así como los prejuicios individuales y laborales (una persona de color tiene que presentarse una media de 15 veces para conseguir un puesto, frente a 10 de una persona blanca) son más fuertes que la igualdad que marcan las leyes.
El Subcomité de Delitos, Terrorismo y Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes de EE. UU. realizó una audiencia sobre la creciente ola de amenazas de bomba contra universidades a las que, históricamente, asisten miembros de la comunidad negra. Solo en el mes de febrero, Mes de la Historia Afroestadounidense, hubo más de una decena de amenazas. Por ello, más de sesenta organizaciones educativas le pidieron al Congreso que tome medidas inmediatas para apoyar y proteger esos centros de estudios superiores. El legendario cineasta Stanley Nelson, en el documental sobre la historia de las universidades históricamente negras Tell Them We Are Rising: The Story of Black Colleges and Universities, producido por la cadena pública estadounidense PBS el año 2017, documenta el papel clave que desempeñaron esos centros educativos en el desmantelamiento de la segregación después de la Guerra Civil estadounidense, y en la creación de una clase media negra.
Hay, a pesar de todo, signos alentadores. El 25 de febrero de 2022, el presidente Biden propuso la integración de la jueza federal Ketanji Brown Jackson a la Corte Suprema de EE. UU. para cubrir la vacante pendiente que dejó el juez Stephen Breyer. De ser confirmada, Brown Jackson se convertiría en la primera mujer negra que llega a la Corte Suprema de EE. UU.
En las audiencias del Senado de Estados Unidos para la confirmación a la Corte Suprema de la candidata Ketanji Brown Jackson los republicanos arremetieron contra la jueza Jackson en lo que respecta a una serie de cuestiones que recientemente se han convertido en puntos críticos para la derecha. El senador Ted Cruz interrogó a Jackson sobre su punto de vista en cuanto a la «teoría crítica de la raza». El senador Lindsey Graham a su vez preguntó: «En una escala del uno al diez, ¿qué tan fiel diría que es usted en términos de religión? Yo solo voy a la iglesia, probablemente, tres veces por año, y eso no me hace quedar muy bien. ¿Va usted a la iglesia con frecuencia?».
A lo que la Jueza Ketanji Brown Jackson respondió: «Bueno, senador, me resisto a hablar de mi fe de esta manera, porque soy consciente de que es necesario que la población confíe en mi capacidad para mantener al margen mis opiniones personales».
Mentalidades colonizadoras y colonializadas se entrecruzan, es cierto, pero no prevalece ya como una ley de hierro el dictatum imperial o neoimperialista. Las luchas ideológicas se multiplican y los pueblos hacen oír su voz y sentir su presencia de manera cada vez más visible y potente. ¡Las luchas de liberación van adelante, y ya nadie podrá pararlas!