El terrible año 2021 termina con la peste escalando estadísticas y dolores en casi todo el mundo, estrujándonos el corazón y las incertidumbres y, por otro lado, tenemos que poner atención a los peligros reales sobre la paz en el mundo.
No la paz cándidamente reclamada por las mises en los concursos de belleza, sino el choque militar, económico, financiero, energético en partes muy sensibles de la geografía mundial. Lo urgente, lo dramático de la peste, no puede ocultarnos los grandes peligros a corto y mediano plazo. Los tambores de guerra retumban en el corazón de Europa, ese continente donde comenzaron siempre las grandes y devastadoras guerras mundiales.
Me refiero a las tensiones en la frontera entre Ucrania y Rusia, pero también a una mirada más vasta, a las amenazas norteamericanas y de la OTAN y nuevas alianzas a nivel global.
No se trata de definir quién es el culpable, donde está la razón, sino de evaluar todo lo que está en juego.
Las tensiones, con 175 mil soldados rusos estacionados en la frontera ucraniana y miles de asesores y cientos de toneladas de armas norteamericanas u occidentales encaminadas al territorio ucraniano, son una parte de este juego siniestro.
Los Estados Unidos, como no podía ser de otra manera, con Trump o con Biden, siempre están en el centro de los conflictos y las asechanzas. Perdieron vergonzosamente la guerra en Afganistán, pero no pierden nunca las mañas. La amenaza es su diplomacia y logran alinear a sus aliados europeos de la OTAN y a diversos países en Asia.
Es una confrontación que ya se juega a nivel de las finanzas mundiales, de la energía y del despliegue bélico, todo junto y bien mezclado. Los EE.UU. han llegado a amenazar a Rusia de sacarlo del sistema swift de pagos internacionales. Los daños serían incalculables, porque además China, el país que encabeza el comercio mundial, ya está construyendo junto con Moscú un sistema propio de pagos. Esta eventualidad no sucedió ni siquiera durante la Guerra Fría.
El senador ruso Vladimir Dhzabárov considera que la exclusión de Rusia del sistema de pago interbancario swift, como parte de las nuevas medidas de Estados Unidos, tiene más de ciencia ficción que de realidad. «No puedo imaginar cómo los alemanes, por ejemplo, llevarán el dinero a Rusia para pagar por los suministros de gas en maletas y bolsas», ironizó Dhzabárov.
Señaló que la imposición de una restricción de tal tipo no supone ninguna amenaza para un país como Rusia. «No existen sanciones a las que no se pueda responder con medidas similares. Creo que los estadounidenses y los europeos lo entienden», apuntó.
Por otro lado Alemania suspendió sine qua non la puesta en funcionamiento del gasoducto Nord Stream 2, que costó 11.000 millones de dólares, y que transportará por el lecho del mar Báltico el gas ruso hasta Alemania y esto tuvo ya un impacto inmediato con el aumento del 18% del precio del gas, que ya está por las nubes, con un choque casi inmediato en los precios en Europa.
La controversia rodea al Nord Stream 2 desde que empezó a diseñarse. El gasoducto transportará a través de más de 1.200 kilómetros de tuberías el gas ruso directamente a Alemania, sin pasar por Polonia ni Ucrania. Sus detractores, entre los que están Estados Unidos y varios países de la UE, creen que aumenta la dependencia energética del Kremlin y deja en una situación muy vulnerable a Ucrania.
Que el gas ruso deje de fluir por Ucrania significa para este país la pérdida de centenares de millones de euros en derechos de paso y una peor posición de la antigua república soviética frente a Moscú. Alemania siempre ha defendido el proyecto argumentando que se trata de una empresa privada. La operadora del gasoducto, Nord Stream 2 AG, tiene sede en Suiza y está controlada por Gazprom, la gasista estatal rusa. Los 11.000 millones de dólares que ha costado la infraestructura fueron financiados a medias por Gazprom y por varios inversores europeos, entre ellos la francesa Engie, la austriaca OMV, la holandesa Shell y las alemanas Winteshall DEA y Uniper.
Las reservas en los almacenamientos europeos son bastante menores que en estas mismas fechas que en años anteriores, lo que explica el fuerte aumento de los precios del gas para los consumidores a partir de octubre. Moscú se ha limitado a enviar el gas fijado en los contratos a largo plazo y no ha exportado más para satisfacer la demanda, que ha sido muy superior.
El Ministerio de Economía alemán se ha limitado a señalar que se trata de «cuestiones puramente regulatorias». El Nord Stream 2, tiene capacidad para suministrar 55.000 millones de metros cúbicos de gas a Europa cada año a través de 2.460 kilómetros de tuberías y se terminó en septiembre después de muchos avatares por las sanciones que el Gobierno de Estados Unidos —que también quiere colocar en el mercado europeo su propio gas— impuso a las empresas participantes. En verano, Estados Unidos y Alemania, acordaron poner fin a la disputa y se comprometieron a aplicar sanciones a Moscú si usaba el Nord Stream 2 contra Ucrania. Hace tres semanas se daba por hecho que la autorización era inminente. El Ministerio de Economía certificó oficialmente que el proyecto «no pone en peligro la seguridad del suministro de gas a Alemania y la Unión Europea». Lo cierto es que la energía, nuevamente está en el centro de las tensiones y no solo el territorio y el despliegue de las tropas.
El Ministerio de Economía alemán se ha limitado a señalar que se trata de «cuestiones puramente regulatorias». Angela Merkel siempre ha defendido el proyecto asegurando que se trata de un negocio privado y que nada tiene que ver con las sanciones que la Unión Europea pueda seguir imponiendo a individuos rusos en respuesta al caso Navalni y a la represión de las manifestaciones en el país. Los verdes, que previsiblemente forman parte del nuevo gobierno alemán, un tripartito con socialdemócratas y liberales, están en contra del gasoducto porque prolonga la dependencia alemana de los combustibles fósiles.
El Gobierno ruso también ha mantenido el silencio tras la suspensión. El representante de Rusia ante la UE, Vladimir Chizhov, ha asegurado que es pronto para sacar conclusiones. «Hasta el momento, de la parte oficial, principalmente de Alemania, que es el destinatario del proyecto, no hemos escuchado ninguna declaración política al respecto», ha dicho en la televisión estatal rusa. «Tenemos que averiguar con qué está conectada (la decisión) antes de sacar conclusiones», ha añadido.
En el fondo o en la superficie están los temas geopolíticos y militares. Las tensiones por los 175.000 efectivos desplegados por Rusia en la frontera ucraniana (ahora parece que redujo el contingente en 10 mil efectivos) y se producen en el corazón de sus fronteras y no rozan siquiera a los EE.UU. que siguen considerándose el guardián del planeta. Tensan con China, con Rusia y parecen necesitar las fricciones militares como una savia vital tanto externa como interna. Washington necesita su enemigo para vivir.
Imaginen que esta misma situación se produjera en las fronteras o proximidades de los Estados Unidos, como los misiles soviéticos en Cuba en octubre de 1962.
Es falso creer que todo se concentra en la frontera entre Ucrania y Rusia, o en la zona de mayoría rusa dominadas por las milicias, el Dombass, es un conflicto global, son los Estados Unidos firmando acuerdos militares con Australia, Japón y Corea, son las tensiones permanentes con China y nadie podrá afirmar que Rusia hoy en día es expresión del comunismo o que China pretende exportar su sistema político o económico. Mientras EE.UU si lo quiso hacer en Irak, en Libia, en Afganistán y fracasó estrepitosa y vergonzosamente, y salió sin anuncio previo con la cola entre las patas y arrastrando detrás de si a varios de sus aliados europeos.
¿No pretenderá acaso imponer su dominio a base de portaaviones, submarinos y misiles intercontinentales a todo el planeta? ¿O sí? ¿Qué diferencia hay entre Biden y Trump en ese sentido? Solo el folklore.
Lo grave es que mientras en Asia la supremacía en los mares y en el aire de los EE.UU. es muy grande, en Europa soplan otros vientos. Sabe perfectamente que si chocaran militarmente, incluyendo a sus propios aliados contra Rusia, las perspectivas serían muy negras para Washington y Bruselas (OTAN). Lo dice cualquier analista serio.
A nivel mundial EE.UU. es sin duda la primera potencia militar, pero en tierra, en Europa no tiene capacidad de soportar un mes de ofensiva terrestre. A menos que….piense en recurrir a las armas nucleares almacenadas en su territorio o en varias bases en Europa.
Estamos caminando por un fino y peligroso pretil, donde el simple análisis de las fuerzas en el terreno, de las capacidades blindadas, de la superioridad aérea y de artillería y sobre todo de personal, son demasiado evidentes. Y los generales del Pentágono lo saben.
Para completar el panorama, en este mundo cada día más inseguro e inestable, tres generales en retiro del ejército de Estados Unidos alertaron sobre la posibilidad de otro intento de golpe de Estado, esta vez con mayor participación de militares, en torno a las elecciones presidenciales de 2024, mientras otros analistas políticos expresan alarma sobre una posible «guerra civil» en el país, y la investigación legislativa por el asalto del 6 de enero al Capitolio revela más detalles sobre qué tan cerca estuvo el país de sufrir un golpe de Estado.
Los tres ex generales advierten: «estamos congelados hasta los huesos al pensar que un golpe podría tener éxito la próxima vez».
El general mayor del Ejército Paul Eaton, el general mayor Antonio Taguba, con 34 años de carrera, y el brigadier Steven Anderson, con 31 años de trayectoria militar, advirtieron en un artículo de opinión en The Washington Post publicado recientemente, que «el potencial de un colapso total de la cadena de mando por líneas partidistas –desde arriba hasta el nivel de escuadrón– es significativo si ocurre otra insurrección. La idea de unidades (militares) desleales organizándose para apoyar al comandante en jefe ‘legítimo’ no puede ser descartado».
Piden que se tome en cuenta qué sucedería si hay dos «comandantes en jefe» emitiendo órdenes después de la próxima elección, donde en una contienda disputada «algunos podrían obedecer órdenes del comandante en jefe legítimo, mientras otros podrían seguir al perdedor tipo Trump». Lo publica The Washington Post, no la Gaceta de Corea del Norte.
La humanidad debe poner fin a la guerra o la guerra pondrá fin a la humanidad
(John F. Kennedy)
Nota
Es un frente tan volátil que desde que escribí esta columna sucedieron dos hechos contradictorios, pero alineados en la realidad mundial de las tensiones.
Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, Francia, China, Estados Unidos, el Reino Unido y Rusia, reafirmaron hace pocos días su compromiso para evitar una guerra nuclear y la expansión de ese tipo de armamento, en una declaración suscrita por sus jefes de Estado y de Gobierno, destacan su voluntad de «trabajar con todos los Estados para poner en marcha un entorno de seguridad que permita lograr un mayor avance en materia de desarme».
Los otros países poseedores de armas nucleares, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte no adhirieron a este compromiso.
Por otro lado, estalló la crisis social y política en Kazajistán. Frente a la rebelión popular contra un régimen que lleva 30 años en el poder, tropas rusas desembarcaron masivamente con la complicidad de la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva (OTSC), nacida en mayo de 1992, con la adhesión de seis naciones ex integrantes de la Unión Soviética (Rusia, Armenia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán, al cual se unieron más tarde Azerbaiyán, Bielorrusia y Georgia).
No se puede desconocer que Rusia de la mano de Wladimir Putin apoya sistemáticamente a gobiernos y regímenes con un fuerte tinte autoritario o dictatorial.