La primera vez que escuche sobre la Teoría del Caos fue en la película Jurassic Park (1993) donde el personaje interpretado por Jeff Goldblum, Dr. Ian Malcolm, comenta durante el film sobre su pasión matemática respecto al estudio del desorden y sus repercusiones en todo. No tocaría más el tema hasta mis clases de Ecología de Poblaciones en la Universidad Central de Venezuela (UCV 2017).
Pues resulta que el desorden tiene un orden, si este oxímoron, no es tan contradictorio. Los primeros estudios que intentaron entender lo que aparentemente es un caos fueron acerca de la impredecibilidad del tiempo atmosférico (Lorenz 1963). Cuatro años después el ruso Ilya Prigogine, estudiando la Termodinámica amplió el concepto de Entropía en sistemas abiertos, cerrados, en equilibrio, cerca y lejos del equilibrio. Entender el caos es buscar cuando algo se escapa de la estabilidad, cual es el punto que atrae el orden, y esto son los atractores. Hay un punto que siempre lleva a un orden, a un equilibrio.
En la ecología actual, el comprender el caos, se aplicó al análisis más detallado del crecimiento poblacional. Por ejemplo, un grupo de individuos de la misma especie comienza a reproducirse y multiplicarse aparentemente sin límites, esto es crecimiento exponencial. No obstante, cuando los recursos comienzan a escasear en el ambiente la multiplicación inicia un frenado, esto es que el crecimiento hace meseta, tiene un limite a la capacidad de carga K en ese espacio (crecimiento logístico). Alrededor de esa K pueden ocurrir variaciones o fluctuaciones del número poblacional, sin embargo, si la tasa de crecimiento aumenta mucho, ocurren más oscilaciones, aunque estas son atenuadas. De continuar el incremento en la razón de aumento poblacional, se suceden más alteraciones, ciclos periódicos, y a mayores aumentos de la tasa, el crecimiento poblacional reflejara un patrón sin sentido: caos.
Pero, en este desorden del patrón inicial observado que inicialmente era ordenado y estable, como seria el exponencial o el logístico K, e incluso el de fluctuaciones atenuadas o cíclico, ocurre lo que un australiano llamado Robert McCredie May definió como Caos Determinístico. En realidad, el aparente desorden de algunos crecimientos de las poblaciones naturales sí se puede entender. Este muchacho de Sidney nació a inicios del año 1936, estudiando el bachillerato en una escuela solo para varones. Posteriormente en la misma ciudad fue a la universidad para estudiar el pregrado en Ingeniería Química en 1956, de allí mismo obtuvo un PhD en Física Teórica.
En las décadas siguientes, May sintió interés por las dinámicas poblacionales de las especies vivas. Percatándose del crecimiento descrito anteriormente, Robert busco la explicación matemática de ello. En un artículo publicado en Nature para 1976, May describe una ecuación:
Xn+1 = r Xn (1-Xn)
Esta fórmula puede explicar dinámicas muy complejas como son los patrones de crecimiento poblacional aparentemente desordenados. Xn es el valor de una variable al tiempo n, y r es un parámetro de crecimiento. La aplicación de esta ecuación, el mapeo logístico y sus diagramas de bifurcación han permitido comprender mejor lo que vemos como un Caos, así que el desorden se puede dilucidar y así entender mejor las poblaciones naturales e incluso muchas enfermedades infecciosas.
En palabras del Profesor Dr. Diego Rodríguez, PhD. (UCV 2018):
A pesar de que no existe un patrón aparente, en el caos se pueden detectar patrones «desordenados» producidos por mecanismos «ordenados». La implicación de esto es enorme, pues indica que el desorden que en muchas ocasiones se percibe en la naturaleza no es tal desorden sino el producto de causas ordenadas y predecibles.
El Dr. Robert May fue profesor en la Universidad de Harvard, Princeton, miembro de la Royal Society, parte del Colegio Imperial de Londres, y en la prestigiosa y más antigua Universidad de Oxford. Igualmente ha estado vinculado al Museo de Historia Natural, el Royal Botanic Garden, miembro de la Sociedad Ecológica Británica, Fondo Mundial de la Naturaleza del Reino Unido y parte del Comité de Cambio Climático de ese país. Desde la temprana edad de 11 años se declaró ateo, aunque expresaba que los lideres religiosos deben estimular su feligresía a proteger el ambiente.
Durante su vida obtuvo decenas de galardones como: Compañero de la Orden de Australia, miembro extranjero de la Academia de Ciencias de Estados Unidos, la Academia Europea, Premio Robert MacArthur, Honoris causa en Uppsala Suecia, Yale, Zürich, Sociedad Linneana, y un largo etc. Paso sus años finales asesorando al gobierno británico con desbalances financieros y políticos, murió en Oxford en abril de 2020 con el título: El Justo Honorable Miembro de la Orden del Mérito Señor Barón May de Oxford.