La libertad sexual debe ser tenida como un derecho humano fundamental. Cada persona tiene el derecho a elegir su sexualidad, su vida sexual, observando simplemente tres sencillas condiciones básicas: que el acto sexual sea entre adultos, que consientan en ello, y que sea en privado.
Es repudiable todo acto sexual entre un adulto y un menor. Es repudiable todo acto sexual que no cuente con el consentimiento de alguna de las partes. Es repudiable todo acto sexual en público pues no respeta las mínimas normas de trato social.
El derecho a la libertad sexual se pierde cuando es contrario o no observar las tres condiciones mencionas anteriormente, pasando entonces a convertirse en un acto sexual repudiable, miserable y delictivo.
Pues bien, en el caso de las religiones, es este derecho a la libertad sexual viene siendo violentado desde siglos por los mercaderes de la fe, quienes sirviéndose del miedo y de la ignorancia de sus feligreses han constituido verdaderas castas de pedófilos y pederastas, particularmente en la curia de la Santa Iglesia Católica.
En general todas las religiones trabajan con el miedo y la ignorancia de la gente, imponiendo así su poder sobre una masa de borregos sumidos y obedientes.
El miedo es la principal herramienta para el control del ser humano, de ahí que todas las religiones eduquen en el miedo, miedo a las llamas del infierno, miedo a los demonios, miedo al castigo divino de un dios sobre el cual se predica que es todo «amor».
Las religiones, y en particular el Catolicismo, han impuesto sus dogmas a sangre y fuego, buscando que el miedo se apodere de las personas para así dominarlas, condicionarlas y manipularas. «Cuando el miedo se apodera de las personas se transforma en fobia», advierte el psicoanalista Sigmund Freud.
Nicolás Maquiavelo quien es considerado el fundador del pensamiento político moderno señaló: «Quién controla el miedo de la gente, se convierte en el amo de sus almas».
Si hablamos de ignorancia hablamos de dogma, aquel sistema de pensamiento que se tiene por cierto y no puede ponerse en duda. Quién vive en el dogma vive en la ignorancia pues renuncia a la luz de la razón, se somete a vivir bajo la voluntad de un tercero, deja de ser una mujer y un hombre libre, para convertirse en un sirviente de los mercaderes de la fe, muchas veces obedeciendo mandatos de presbíteros pedófilos y pederastas.
Jean-Paul Marat, científico y médico francés, de actuar sobresaliente durante la Revolución Francesa, dijo: «Siempre una obediencia ciega supone una ignorancia extrema».
La actual pandemia que vive el mundo a causa del virus SARS-CoV-2 que causa la enfermedad llamada coronavirus COVID-19, ha sido todo un milagro para pedófilos y pederastas de la fe, pues la población ha centrado su atención en los problemas causados por la Covid-19, olvidando (transitoriamente) los crímenes aberrantes y miserables cometidos por los mercaderes de la fe de la Santa Iglesia Católica.
Si bien es cierto que hay casos muy, pero muy excepcionales de decencia e integridad al interior de la Iglesia Católica, prácticamente en su totalidad la Santa curia católica tiene responsabilidad en los casos de pedofilia y pederastia cometido por sus miembros, pues no solo se es responsable por acción sino también por omisión, es decir, tiene responsabilidad no solo el autor sino también quién es cómplice o encubridor.
En Chile, por ejemplo, el informe del Obispo de Malta Charles Scicluna (2018), enviado del papa Francisco, contenía conclusiones sumamente devastadoras sobre la responsabilidad de la Jerarquía de la Santa Iglesia Católica Chilena en casos de abuso sexual, el cual llevó a que el papa Francisco les pidiera a todos los obispos chilenos que pusieran sus cargos a disposición.
La corrupción eclesiástica desde tiempos inmemoriales siempre ha girado en torno a los ejes sexual y financiero. Prueba de ello es el caso chileno del sacerdote legionario de Cristo John O`Reilly condenado por abusos sexuales reiterados en contra de una menor.
En defensa de John O 'Reilly salió un número no menor de 1.084 firmas de la élite financiera y política chilena, que en una misiva publicada en los diarios la Tercera y el Mercurio (2013), expresaban su total e incondicional apoyo a O`Reilly, en los siguientes términos: «No podemos callar frente al dolor infinito de un hombre inocente imputado por el más vil de los delitos».
En definitiva, el sacerdote John O 'Reilly resultó condenado a cuatro años de libertad vigilada como autor del delito de abuso sexual contra una menor de edad.
El caso del obispo emérito Gonzalo Duarte de Cortázar, quién por más de 20 años fue la máxima autoridad de la diócesis de Valparaíso (Chile), trata de su rol como encubridor en delitos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes de su diócesis en contra de cinco ex seminaristas del Pontificio Mayor San Rafael de lo Vásquez, durante los años 1992 y 2007.
El sitio web de la organización Bishop Accountability, ha identificado al menos a 122 clérigos en Chile que han sido denunciados por abusos sexuales de menores. He aquí el link con el detalle de los clérigos en chile denunciados por abusos sexuales.
La Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico en Chile, al 2020 muestra 310 casos de abusos sexuales de la Iglesia Católica de Chile, que incluye 2 cardenales, 7 obispos, 44 vicarios y directores de colegios católicos, 3 capellanes, 166 sacerdotes y párrocos, 15 diáconos, 58 hermanos y 15 laicos.
En los últimos años se estimada que a nivel mundial existen, a lo menos, unas 100.000 víctimas de abusos sexuales por parte de miembros de la Santa Iglesia Católica. El Vaticano en sus informes estimada 600 denuncias cada año por abusos sexuales en la Santa Iglesia Católica.
Dada la gran cantidad de casos de abusos sexuales cometidos por clérigos de la Santa Iglesia Católica, se debe tener presente que estos santos servidores del Señor son psicópatas que viven de la fe y la ignorancia del pueblo.
Un pedófilo y un pederasta es un psicópata, es decir, una persona enferma (psicopatía), que sufre de un trastorno de personalidad y puede cometer actos delictivos muy graves sin mostrar ningún tipo de sentimiento de culpa. Por ejemplo, en un momento puede estar alabando al Señor y celebrando la Santa Eucaristía, y al minuto siguiente puede estar abusando de un menor sin el menor remordimiento.
El psiquiatra alemán Richard von Kraff-Ebing utilizó el termino psicopatía sexual para referirse a las parafilias que son aquellos patrones del comportamiento de las personas en las que la fuente predominante del placer sexual no se encuentra en la relación sexual como tal, sino en alguna otra actividad u objeto.
Destaca la obra de Richard von Kraff-Ebing titulada Psychopathia sexualis (1886), primer libro dedicado enteramente a las llamadas perversiones sexuales.
Pues bien, si un seminarista debe permanecer a lo menos 7 años en el seminario para luego ordenarse como sacerdote católico, tiempo más que suficiente para que sus guías y mentores espirituales se informen sobre el contenido de los trabajos del psiquiatra Richard von Kraff-Ebing para así detectar en sus discípulos que han recibido el llamado de Cristo algún rasgo que de indicios de algún tipo de perversión sexual.
Entre las muchas perversiones sexuales, es menester precisar la distinción entre pedófilo y pederasta, para iluminar el camino de todo buen seminarista.
Un pedófilo es un adulto que siente atracción erótica o sexual por los niños, aunque no abuse de ellos. Un pederasta es un adulto que siente atracción erótica o sexual por los niños abusando de ellos, es decir, consumo su atracción mediante actos de abusos contra menores.
Resulta no menos importante considerar que la Santa Biblia, libro de cabecera y guía moral de los santos presbíteros, obispos y cardenales, incluido el Santo Padre, es un libro que contiene, además de un sinfín de crímenes, una larga serie de aberraciones sexuales tales como violaciones, incestos, pedofilia, entre otras.
Por ejemplo: libro del Génesis 19:34,15. «El día siguiente dijo la mayor a la menor: He aquí yo dormí la noche pasada con mi padre; démosle a beber vino también esta noche, y entra y duerme con él, para que conservemos de nuestra padre generación. Y dieron a beber vino a su padre también aquella noche: y levantóse la menor, y durmió con él; pero no echó de ver cuándo se acostó ella, ni cuándo se levantó».
En definitiva, ante tanta miseria moral y perversión en ciertos mercaderes de la fe de la Santa Iglesia Católica, estos presbíteros pedófilos y pederastas, fieles seguidores del dogma de su Santa Iglesia Católica, deberían recordar que tienen el deber de cumplir fielmente con las palabras del dogma que señala el evangelio de Mateo 18:5-6, el cual reza: «El que recibe en mi nombre a un niño a mí me recibe. Pero si alguien hace caer en pecado a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le sería que le amarraran al cuello una piedra de molino y lo tiraran al mar».