El día siete de este mes de febrero se jugó el Super Bowl cincuenta y cinco entre los Kansas City Chiefs y los Tampa Bay Buccaneers. Escribo estas líneas horas después del partido y el triunfo del equipo de la bahía.
El «domingo más grande del año» es una buena excusa para hablar de historia de los EE. UU. Una de las características más interesantes de los deportes americanos, colegiales y profesionales por igual, es la selección de sus motes, símbolos o mascotas. Todo equipo es nombrado con algún animal o grupo humano intentando emular sus virtudes y ganar puntos en mercadotecnia. Y algunos de esos equipos escogen su nombre siguiendo un motivo histórico de la Ciudad, Estado o región donde juegan.
La NFL no es la excepción y quienes se acercan con curiosidad, más allá del maravilloso deporte y emociones en el emparrillado, pueden aprender mucho de los eventos que marcaron la historia de América. Así que los invito a repasar la referencia histórica de los dos equipos que jugaron el Super Bowl LV.
Kansas City Chiefs
El nombre del equipo de Kansas es en honor a los pueblos nativos americanos que se asentaban en los ríos Kansas y Missouri. Uno de los más importantes, y que dio nombre al río, al Estado y a dos Ciudades es el pueblo kansa o kaw. Su tradición oral indica que provienen de migraciones del valle de Ohio; emparentados con los pueblos del midwest estadounidense, kansa significa «pueblo del viento del sur».
Su historia es una historia trágica y que va tocando los eventos más importantes de EE. UU.
El explorador francés Pere Marquette, quien en 1673 recorría el rio Mississippi para cartografiar el río menciona a los kaw. Sin embargo, el primer contacto con algún europeo fue con el también explorador francés Bourgmont en 1724. Los encontró viviendo en un solo pueblo grande cerca del futuro sitio de la ciudad de Doniphan.
Cuando Lewis y Clark ascendieron al Missouri, pasaron por la aldea de los kansa el 2 de julio de 1804, y notaron que su número fue «reducido por la guerra con pueblos vecinos». Estimaron que los kaw eran 300 hombres, unas 1,500 personas en total.
La compra de Luisiana en 1803 por parte de los Estados Unidos tuvo un impacto desastroso en los kaw. Hubo muchos más conflictos, primero con nativos americanos del este obligados a emigrar hacia el oeste y después por colonos blancos. Para terminar de complicar las cosas, al oeste de los kaw vivían los belicosos Cheyenne y Comanche, y al norte estaban los Pawnee, sus enemigos tradicionales. En 1825, los kaw cedieron una gran área de tierra en Missouri y Kansas a los Estados Unidos a cambio de la promesa de una anualidad de $3,500 anuales durante veinte años. La anualidad prometida, que se pagaría en bienes y servicios, a menudo llegaba tarde o llegaba a los bolsillos de comerciantes y funcionarios gubernamentales sin escrúpulos.
Durante la Guerra Civil estadounidense en 1861, los kaw fueron reclutados como soldados y exploradores por la Unión. Los kaw tenían la misión de evitar la invasión de tropas confederadas y sus aliados de tribus esclavistas. Hay que recordar que el escenario de Kansas y Nebraska fue uno de los más violentos de toda la Guerra Civil.
Después de la guerra y con la campaña de los colonizadores estadounidenses en Kansas para la expulsión de los indios, los kaw lograron firmar la paz con los Cheyenne quienes habían sido enemigos durante mucho tiempo. La presión blanca finalmente obligó a los kaw a salir de Kansas. El 4 de junio de 1873, empacaron sus escasas posesiones en carros y se dirigieron hacia el sur; hacia el Territorio Indio, una nueva reserva. Hicieron su última cacería exitosa de búfalos ese invierno, viajando a caballo hacia las grandes llanuras salinas.
Los kaw encontraron seguridad contra el acoso de los blancos en sus tierras, pero la tribu continuó disminuyendo. En 1888, contaban solo con 188 personas y los kaw parecían en vías de extinción. Sin embargo, su número aumentó, principalmente a través de matrimonios mixtos y fueron asimilando la cultura estadounidense.
El 2 de junio de 1924, el congreso de EE. UU. promulgó el Acta de Ciudadanía de los Indios, donde otorgaba la ciudadanía americana a todos los nativos americanos nacidos en los EE. UU. A nivel federal se les otorgó el derecho a votar y ser votados; sin embargo, este derecho estaba regulado por las leyes de los Estados. No fue sino hasta 1957 que todas las restricciones al voto para los nativos fueron levantadas.
En 1990, los kaw ratificaron una nueva constitución tribal y crearon un tribunal tribal en 1992. En 2000, la tribu compró tierras en su reserva anterior a 1873 cerca de Council Grove, Kansas para crear un parque que conmemora su historia en Kansas llamado Allegawaho Memorial Heritage.
Quizás valdría la pena que una organización con tantos reflectores ayudará a tomar conciencia de la trágica historia de los pueblos originarios. Y reconocer que la historia de EE. UU. es también la historia de minorías luchando por su libertad, derechos y reconocimiento como personas. Los kaw son un reflejo de resistencia.
Tampa Bay Buccaneers
El actual campeón de la NFL toma su nombre de los bucaneros y piratas que navegaban por el Caribe en la Edad de Oro de la piratería, que duró desde 1620 hasta 1795.
Los primeros piratas fueron marineros ingleses y franceses que atacaban las colonias españolas desde Jamaica y la Isla de Tortuga. Desde allí, los bucaneros asolaron no solo las posiciones españolas sino, poco a poco las colonias británicas francesas, holandesas y danesas, y muchos de ellos se lanzaron hasta la zona marítima del este de América, las costas africanas del oeste y el océano Índico. Sus objetivos llegaron a ser tan ambiciosos como los de los mercaderes musulmanes y de la Compañía Británica de las Indias Orientales en el océano Índico y el mar Rojo.
Muchos fueron los factores que permitieron la piratería: el aumento del valor de la carga llevada a Europa, el entrenamiento que muchos marinos habían ganado en las embarcaciones europeas y el gobierno ineficiente en las colonias europeas en América.
La conquista británica de Jamaica en 1655 incrementó la actividad de los bucaneros en el Caribe. Los puertos de Tortuga y Port Royal crecieron como santuario en que los piratas tenían un lugar seguro para resguardarse y vender su botín. En esos años Port Royal era uno de los lugares más diversos y seguros de América. Además, los gobernantes británicos otorgaban patentes de corso que «autorizaban» a los bucaneros a atacar las embarcaciones españolas.
La destrucción de Port Royal por un terremoto en 1692 redujo aún más el atractivo del Caribe, al destruir el principal mercado de los piratas. Para empeorar las cosas, para los piratas gran parte de las riquezas de las colonias españolas simplemente se habían agotado.
En 1714, se firmaron una serie de tratados de paz que pusieron fin a la Guerra de Sucesión Española. Esto generó que miles de marineros, incluyendo corsarios paramilitares retirados de sus obligaciones militares, se encontraran desempleados y la piratería era una gran opción para hacer dinero. Así, en 1715, piratas comenzaron un ataque masivo contra puertos y barcos sin importar el país.
El pirata más importante para Tampa Bay es José Gaspar, supuesto pirata español (Sevilla, ¿1756?-1821), «el último de los bucaneros». Dice la leyenda que Gaspar saqueó la costa oeste de la Florida durante finales del siglo XVIII y principios del XIX.
Se dice que nació en España en 1766 y sirvió en la Armada Española a bordo del buque Floridablanca y se convirtió en pirata poco tiempo después, huyendo de la justicia española que lo perseguía por un crimen que no cometió. Para escapar de su arresto, tomó su buque y juró venganza contra su país a través de la piratería. Se cambió el nombre a «Gasparilla» y patrulló la costa oeste de la Florida durante los siguientes 38 años, acumulando un gran tesoro, el cual ocultaba en su escondite en la isla Gasparill.
No existe evidencia escrita de su existencia antes del siglo XX y su leyenda es celebrada cada año en la ciudad de Tampa en el Festival Pirata de Gasparilla.
Ante la pobreza, las dificultades laborales y el vacío de poder en el Caribe, una generación de hombres y mujeres vieron en la piratería un estilo de vida que terminó de ser romantizada por poetas y artistas como símbolos de libertad y rebeldía.