A veces algunos articulistas o autores de textos pretenden generalizar unas situaciones personales con el contexto real de los verdaderos objetivos de la ciencia. Es diferente afirmar que existen fraudes académicos, como estrategias deletéreas o mecanismos bioterroristas para dañar a las personas y que para ello existen profesionales del mundo académico, no diremos que del mundo científico porque sencillamente ese no es la verdadera misión de un hombre de ciencia.
Muchos son los casos que se vienen suscitando dentro del mundo académico que en ningún punto de vista pueden considerarse como científicos. Existe una refrendación de dogmas de academia sobre los cuales se dictaminan etiologías, esto mismo sucede con las falsas literaturas que emanan del «autoridades académicas» únicamente con el fin de desinformar. No es que se trate de un equipo interdisciplinario para tratar de buscar la solución a un problema, sino que se trata de asociaciones para delinquir y sacar el máximo provecho de ello.
Pongamos un ejemplo inicial como fue la destrucción de la capa de ozono, la entidad pionera en esta mentira, fraude y engaño fue la NASA. No demoró el efecto dominó para calar el mundo académico y de allí trascendió a todas las esferas de la sociedad global, especialistas iban y venían vociferando sus cretinismos intelectuales. Tampoco escasearon los mentecatos diplomáticos en sus famosas cumbres; sin embargo, cuando cualquier ser pensante se toma el trabajo de consultar sobre las propiedades de la radiación ultravioleta, encuentra que por efecto químico de la radiación U.V. el oxígeno atmosférico se trasforma en ozono, con lo cual tuvieron que cerrar ese capítulo de mentiras y continuar con otra retahíla de fraudes, sin ningún control y sin cuestionamiento de los académicos. La finalidad es manipular el mercado, imponer sus tecnologías sin preocuparse por solucionar el problema de la crisis climática, producto de la depredación ambiental y humana ejecutada por las trasnacionales.
Caso similar ha venido sucediendo con la hipertensión, la cual manejan con unos inhibidores ECA (Enzima Convertidora de la Angiotensina); ECA es una hormona que contrae los vasos y capilares. La solución aparente ha sido formular moléculas químicas para dilatar vasos, venas y arterias y no solucionar el problema de raíz, formulando un compuesto para limpiar los vasos venas y arterias. Ingenuamente, los profesionales de la salud dentro de sus protocolos de rigor preguntan: ¿tiene parientes que sufren de hipertensión? Buscan una causa genética para formular la misma molécula que no erradica el problema de raíz, sino que mantiene a la víctima del mercantilismo bioterrorista adicta a las moléculas paliativas y con efectos colaterales. El objetivo de este bioterrorismo académico es mantener un mercado para manejar jugosas ganancias.
El cáncer, un trastorno metabólico crónico sobre el cual han diseñado todo un esquema desinformativo, desde la llamada «literatura científica» que se le vende al mundo académico, hasta los procedimientos inhumanos que se aplican a las víctimas de este fraude, incluyendo la manipulación mecánica (radiaciones) hasta aplicación de armas de guerra, sobre el indefenso cuerpo humano, con los resultados conocidos en sus propias estadísticas. No han sido capaces de enfrentar la realidad de este trastorno funcional y explicar sus causas en el sistema base regulador o sistema tampón. Es tanta la nobleza del organismo humano que hasta nos avisa con dos años de anticipación que se presentarán problemas de gravedad, sin embargo, nadie atiende las señales de alerta.
Han sostenido el dogma de que el cáncer es un tumor maligno de células que mutan y crecen incontroladamente, cuando lo que sucede es una inflamación debido a que la célula no recibe los nutrientes correspondientes o no regula los procesos metabólicos, esas son las únicas dos causas por las cuales se produce la inflamación (tumor): derivado de mal funcionamiento y regulación en los líquidos intra y extracelulares.
La diabetes, otro caso de bioterrorismo académico y no de ciencia mercenaria, desde antes de 1900 se viene manejando el dogma de la afección en el páncreas debido a un fraude que montaron con un canino. Trataban justificar una literatura dogmática fraudulenta, sin embargo, cuando se consulta y analiza la ruta metabólica de la glucosa, se detecta que quien retira los excesos de glucosa de la sangre es el hígado. Se comprende entonces por qué los tratamientos no funcionan y mantienen su línea de venta de moléculas químicas para paliar este trastorno metabólico manteniendo a sus víctimas en dolorosas e incómodas situaciones.
En el caso del Alzheimer, a los pacientes les dan formulas inhibidoras de neurotransmisores y llevan al paciente a un estado vegetativo. Sin embargo, la solución es más barata que las moléculas químicas que le formulan a los pacientes. Se comprende en este caso que el verdadero interés es dañar y seguir vendiendo moléculas basura para llenarse de dinero por la avaricia y perversidad del corazón mercantilista de académicos sin ética ni moral.
Inclusive la misma psiquiatría no resuelve absolutamente nada a ningún afectado, simplemente convertirlo en adicto o farmacodependiente y así vender sus paliativos e incrementar ganancias y a todo el que puedan introducir en ese laberinto oscuro de la psiquiatría, bienvenido sea. Viene el interrogante ¿por qué no formularle nootrópicos y nutraceúticos al paciente, en vez de inhibidores de neurotransmisores?
Los transgénicos, supuestamente mejoran la calidad de los alimentos, acaban con el hambre en el mundo, pero la realidad es que no es así. Lo que han hecho es esterilizar las semillas y estas solo sirven para una sola generación; así obtienen el monopolio de la producción de alimentos y controlan a la población.
Ninguna autoridad se pronuncia sobre la adulteración que se hace a nuestros alimentos: productos cargados de tóxicos y sin nutrientes, de esto hay muchos estudios publicados por entidades de gran prestigio. Recuerdo cuando niño una tía plantaba ajíes pimentones y a estos les colocaba píldoras anticonceptivas y los ajíes crecían de tamaño, mi tía en forma inocente ya había trabajado los transgénicos sin siquiera haber pisado un plantel educativo, ella no tuvo hijos. Podemos sacar las conclusiones. Por eso, cuando uno ve esas frutas con tamaños anormales puede deducir de qué se trata.
Esos son solo unos cuantos casos de cómo se está moviendo el mundo académico a través de fraudes, engaños, mentiras y para ello utilizan el poder económico y político, refrendados en los glamures de las más prestigiosas universidades del planeta. Un verdadero hombre de ciencia no se resigna a aceptar tamaña perversidad y menos hace pensar al mundo que existe una ciencia mercenaria, cuando en realidad lo que existe es una acrecentada delincuencia académica con fines bioterroristas; el problema se complica cuando se galardonan los fraudes académicos con premios nobeles. Es un problema de suma gravedad: se nos está vendiendo bazofia literaria por literatura científica.
Si un académico o persona que lidera algún proyecto científico recibe sobornos para adulterar resultados, es el funcionario o el investigador el corrupto y no la ciencia. La ciencia como tal seguirá ocupando su posición digna y humana dentro de la sociedad, tanto que ella misma crea los mecanismos pertinentes para enmendar y corregir sus propios errores.
Hoy en día el desconocimiento práctico de la epistemología está llevando a convertir a la ciencia en un problema de fe, por ese motivo no alcanzan a interpretar la verdadera coherencia del pensamiento. Si esto sucede a nivel profesional imaginemos lo que sucede al ciudadano del común, desvían la objetividad hacia testimonios y no hacia elementos de juicio y por ende la sociedad globalizada cae en este juego necio.
Son mecanismos de manipulación con estrategias comerciales bioterroristas basadas en la desinformación con el objetivo de controlar a las personas, enfermarlas y mantener su cronicidad. Eso no es ciencia. Se sugiere a estos escritores o articulistas que se informen más a fondo sobre lo que es la ciencia; la verdad que endilgar a la ciencia un epíteto de mercenaria es un oxímoron que no tiene razón de ser.