A medida que los países de todo el mundo trabajan contra reloj para contener la pandemia, muchos de ellos, como China o Corea del Sur, implementan herramientas de vigilancia digital como un medio para ejercer cierto nivel de control social utilizando tecnologías muy avanzadas de espionaje (directas de sus agencias de seguridad) sobre sus propios civiles. Las autoridades de salud y en general los aparatos del Estado están comprensiblemente necesitados de utilizar todas las herramientas a su disposición para tratar de obstaculizar el virus, incluso si los esfuerzos de vigilancia amenazan con alterar el precario equilibrio entre la seguridad pública y la privacidad personal a escala global.
Sin embargo, utilizar estas herramientas para combatir la amenaza puede abrir permanentemente la vía a formas de intrusión mucho más letales e irreversibles, pues mientras nuestra sociedad en general observa cómo la necesidad del uso de las big data tools se hace evidente para minimizar la propagación del Covid-19, nadie se pregunta la manera en que todo esto impactará nuestras libertades digitales a mediano y largo plazo.
Resulta crucial que dichas medidas extraordinarias implementadas por los Gobiernos para mitigar esta crisis específica, no se vuelvan permanentes, y es entonces que en medio de toda esta locura no podemos olvidarnos de lo siguiente:
Debe haber un equilibrio proporcionado al invadir nuestra privacidad. Si existe un programa que colecte información en masa, debe estar científicamente justificado como realmente necesario por profesionales de diversas ramas explicando el propósito real de recabar esos datos, y en concordancia a las necesidades que se persiguen. Por ejemplo, si en este momento la pandemia en Corea del Sur acabara, todas esas herramientas utilizadas para el tracking masivo deberían ser destruidas junto con sus metadatos.
Clasificar la información de acuerdo con parámetros científicos no dogmáticos. Dado el creciente rechazo global por las personas de origen asiático debido a que el primer brote del Covid-19 se originó en China, deberemos tener cuidado en que las medidas de contención y de colección de datos no cataloguen la información utilizando atributos irrelevantes y peligrosos como la raza, la nacionalidad, la etnia o la religión. Debemos asegurarnos de que los famosos sistemas de detección para el Covid-19 y sus derivados, realmente identifiquen potenciales infectados basados en esquemas de verosimilitud válidos fuera de todo contexto de racismo u opresión.
Asegurarnos de la expiración o destrucción de las herramientas de vigilancia. Punto crucial como lo hemos dejado implícito; existe un peligro real de que toda la infraestructura de vigilancia que ya se ha montado permanezca, aun cuando el Covid-19 haya acabado. Es imperativo exigir y certificar que cualquier programa invasivo sea deshabilitado una vez que esta crisis llegue a su fin.
Transparencia. Otro punto crucial; repetimos: cualquier intento de intrusión a nuestra privacidad debe ser claramente explicado al público. Esto incluye detalles como la forma de recolección de datos, el periodo de retención, la manera en que esta información ayuda a la crisis y si existe alguna consecuencia en un periodo de tiempo determinado.
Debe existir un marco legal bien definido que regula estas herramientas de vigilancia. Si seguimos el ejemplo de Corea del Sur o China y en el caso de que un individuo sea coartado de sus garantías individuales debido a que la herramienta de vigilancia lo ha catalogado como un peligro potencial, entonces la persona tiene el derecho y la oportunidad de proceder legalmente, para desafiar cualquier conclusión arrojada por la herramienta, de manera justa y transparente.
Nunca debemos perder de vista lo que estos programas de surveillance a gran escala significan, porque pueden tornar fácilmente la vida de cualquier persona en un libro abierto, y volverla blanco de una inmensa cantidad de ataques y amenazas a todos niveles.
En conclusión, sabemos que este virus requiere que tomemos medidas que serían impensables en tiempos normales. Mantenerse dentro de nuestros hogares, limitar las reuniones públicas y cooperar con las medidas sanitarias para rastrear el virus son, cuando se abordan adecuadamente, perfectamente razonables y responsables. Pero tenemos que estar tan atentos como «vigilantes». Debemos estar seguros de que las medidas adoptadas en respuesta al Covid-19 se basen totalmente en el marco internacional de derechos humanos, y además sean proporcionadas/adecuadas a las necesidades de la sociedad para combatir el virus. Sobre todo, debemos asegurarnos de que expiren, y que los datos recopilados no se vuelvan a utilizar para fines gubernamentales o comerciales.
No podemos permitir bajo ninguna circunstancia, darnos el lujo de fallar en asegurarnos de todo lo anteriormente escrito.