Eduard Bernstein nace en Berlín, Alemania, el 6 de enero de 1850 en una familia de trabajadores. Político judío alemán, fundador del revisionismo marxista y padre de la socialdemocracia reformista. En 1872 se afilia al Partido Socialdemócrata Alemán.
En 1878 se ve obligado a exiliarse en Suiza perseguido por las leyes antisocialistas de Bismarck. Allí se convierte en colaborador de Carlos Marx y Federico Engels, quienes le encargan la dirección del periódico del partido. Aprende «marxismo» directamente de sus padres fundadores.
En 1886 es expulsado de Suiza y se refugia en Inglaterra, donde entra en contacto con la Sociedad Fabiana, también de tendencia socialista, pero moderada. Dicha Sociedad había sido fundada en 1884 por intelectuales y artistas y se autodefinió como socialista, pero considerando que sus ideas y acciones debían adecuarse al «temperamento inglés», que es práctico y moderado.
El fabianismo no tiene origen marxista y más bien estaba influido por Godwin y socialistas utópicos. Viene a ser una combinación de socialismo y democracia. Su postulado sirve de base al futuro Partido Laborista Británico, que se define como un partido de trabajadores con tendencia socialista democrática.
Bernstein recibe la influencia de la Sociedad Fabiana y después de la muerte de Engels en 1895 empieza a publicitar sus ideas revisionistas del marxismo. Da a conocer su obra principal: Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia (1899).
Bernstein inicia la crítica de las ideas de Marx con los siguientes argumentos que fueron publicados en la revista de la Internacional:
En la historia no actúan exclusivamente fuerzas económicas. La teoría de la plusvalía es simplista y demasiado abstracta.
Añade también que
La lucha de clases no se da solo entre capitalistas y proletarios, sino entre los capitalistas entre sí y los proletarios entre sí. No es precisa una revolución violenta para alcanzar el socialismo porque puede llegarse a él mediante una evolución pacífica a través del sindicalismo y la acción política.
Y ahora paso a resumir otras de sus objeciones a Marx:
La historia inglesa de la segunda mitad del siglo XIX demuestra que no es cierto que los proletarios se estén haciendo más proletarios y los burgueses más burgueses. Contrariamente, lo que sucede en la práctica es un mejoramiento de la situación económica y social de los proletarios y un desarrollo de las capas medias. Lo mismo empieza a suceder en otros países europeos.
Europa, entonces, no se polarizaba, no vivía una polarización de clases tal y como lo preveía Marx y por ello no se creaban las «condiciones objetivas» necesarias para una revolución proletaria.
El capitalismo mostraba buena salud y capacidad de adaptación y no se estaba acabando. En ese contexto, Bernstein promueve abandonar la vía revolucionaria del Manifiesto Comunista en 1848 y el plan de derrocar el capitalismo, lo cual no le parece viable ni necesario.
En su lugar propone iniciar una vía reformista de luchas sindicales y políticas graduales a fin de obtener ventajas tangibles en beneficio de la clase obrera.
Según Bernstein, el movimiento lo es todo y la meta es nada, cualquiera de estas reformas logradas es infinitamente más positiva para la vida de la clase proletaria que los discursos más incendiarios y revolucionarios: dando a entender que lo importante es que la clase obrera obtenga logros concretos, inmediatos, tales como aumentos de salarios, leyes laborales, derecho de huelga, libertad de sindicalización y seguridad social.
En su opinión, la clase obrera debía utilizar los medios pacíficos dentro del sistema democrático para lograr reformas sociales que mejoren su condición social y económica. Incluso anuncia que en cierto momento dicha clase proletaria y su partido, es decir el Partido Socialdemócrata alemán podría llegar a ganar las elecciones, obtener el poder del gobierno e iniciar la construcción de una sociedad socialista en la que se respete el marco general y las instituciones de la democracia.
Con tales planteamientos Bernstein había dejado de ser un socialista revolucionario como Carlos Marx y Federico Engels y se había convertido en un socialista reformista afín a la tradición de la Sociedad Fabiana inglesa. Los duros y ortodoxos le llamaron oportunista y revisionista.
De manera que su propuesta se centra en una vía reformista, gradual y dentro de la democracia para avanzar hacia el socialismo, tanto desde la oposición como eventualmente desde el gobierno. En el seno mismo del marxismo había fundado el socialismo democrático alemán.
A partir de allí ese socialismo va a conservar ciertos rasgos del marxismo tales como el ideal y la meta socialista y el método de análisis del materialismo histórico y dialéctico, pero dándole un tono moderado y gradual, quitándole el carácter violento y revolucionario, renunciando a la construcción de la «dictadura del proletariado» y buscándole una viabilidad reformista dentro del parlamento, las instituciones democráticas y la democracia en general. El cambio no se produce en los ideales, fines o metas sino en los medios. Para algunos autores Bernstein inaugura una nueva ruta hacia el socialismo y para otros como Friedrich Hayek se trata de un camino de servidumbre, caracterizado por los Estados grandes y burocratizados con altos impuestos.
Bernstein es el promotor de un socialismo en el que se supone debe prevalecer la democracia política, social y económica. Según los postulados de ese nuevo socialismo en la democracia económica el gobierno debe estar al servicio del bienestar de la clase proletaria y de los trabajadores en general. Y ha de prevalecer una economía mixta que combine la empresa privada con la empresa estatal y las empresas cooperativas.
Asimismo, el estado debe intervenir en la economía, cumplir un papel de promotor de la «justicia social» y «redistribución de la riqueza» suponiendo que así se van a reducir las desigualdades económicas y sociales.
Bernstein es electo tres veces como diputado en el Reichstag alemán, pero no es el líder principal de su partido.
Sus tesis son condenadas en el Congreso de Dresde en 1903 por la línea ortodoxa de la socialdemocracia alemana. Pero al cabo del tiempo su revisionismo ha ido prevaleciendo sobre las ideas revolucionarias tanto en el seno de su partido como en otras formaciones políticas, hasta el punto de que finalmente la Internacional Socialista terminó adoptando el revisionismo de Bernstein.
De manera que se puede decir que el revisionista Eduard Bernstein, influido por la Sociedad Fabiana inglesa se convierte en el padre del socialismo reformista hoy día conocido como socialdemocracia.
Fallece en Berlín, Alemania el 18 de diciembre de 1932.