Customatismo es la primera exposición retrospectiva de Rubén Ortiz Torres, artista mexicano radicado en California y figura clave del arte contemporáneo desde mediados de los ochenta. Ortiz Torres propone una práctica visual crítica, cosmopolita, técnicamente inventiva e intelectualmente cómica, a través de una obra que explora las paradojas culturales del mundo global que ofrece una crítica informada de las tradiciones del arte de vanguardia.
Su trabajo permite observar la forma en que la historia de la vanguardia negocia con la cultura popular del continente americano, en una constante migración de América Latina a Estados Unidos. De esta manera, Customatismo explora un vasto terreno que abarca, desde la utopía del Suprematismo hasta el entusiasmo político de los trópicos, a la manera de una forma de agitación cultural comprometida con la complejidad del presente.
La muestra revisa la importancia del artista en el cambio de las estrategias de producción en México durante los años ochenta y noventa, momento crucial de una serie de transformaciones radicales en los códigos de representación que deterioraron las formas tradicionales, elitistas y poco originales, dominantes desde mediados de siglo XX; así como, el abandono de localismos aislados hacia lenguajes y formas post-conceptuales. Su rol intelectual y artístico fue fundamental, ya que dio lugar a la hibridación de las post-vanguardias y al desmantelamiento de las ideologías modernistas en el arte local. Por otro lado, la exposición y publicación situarán a Ortiz Torres como una alternativa esencial y poco común a la dominación global generalizada por una hegemonía del minimalismo como el estereotipo visual de la década de los noventa.
Su trabajo recupera la singularidad de los procesos históricos en la internacionalización del arte mexicano mediante la apertura de una nueva perspectiva en que las vanguardias históricas del siglo XX son cuestionadas dentro de una genealogía interna que consideró la posibilidad de México como un lugar alternativo para el desarrollo de prácticas artísticas políticas y postcoloniales. Ortiz Torres reconecta e intersecta al arte pop con las estrategias conceptuales de la Escuela Mexicana que promovieron un cambio radical en el desplazamiento de la alta cultura a la popular; revelando así un parentesco secreto en el que Warhol es nieto de Diego Rivera y, siguiendo en esta línea, iluminando a un grupo importante de artistas canónicos en los Estados Unidos, expuestos a una relectura e interpretación como alucinados Indigenistas nómadas.
La obra de Ortiz Torres genera una cartografía de laberintos donde las alegorías de “lo popular” y “lo nacional” son ironizadas, recreando una espiral de flujos migratorios, hibridaciones, polinizaciones cruzadas, simulacros y mutaciones paródicas. Los últimos 20 años de trabajo relocalizan a Ortiz Torres en California, donde, una vez más, su intervención moldea y participa en la efervescencia de la escena del arte de la Costa Oeste de finales del siglo XX. Aquí abre una ruta migratoria para la re-conquista de Aztlán (el norte). Desde una perspectiva transnacional, el arte de Rubén Ortiz Torres es indispensable para una comprensión de la espectacular diseminación de la deconstrucción de estilos, la dislocación de paradigmas identitarios y las nuevas formas de política estética.