En 1884, Fernando Bolet (1818-1888), médico y filántropo venezolano, pionero de la industria de envasados en Venezuela, le propuso al naturalista, etnólogo, científico, prusiano de Silesia, hoy Polonia, nacionalizado venezolano, Adolfo Ernst (1832-1899) que para poder erradicar los saltamontes que afectaban continuamente ciertos cultivos en los alrededores de Caracas, desde la época colonial, sería útil trasladar a las localidades afectadas, avispas que parasitaran los huevos de los ortópteros, destruyéndolos. Ernst, basado en tan interesante idea utilizó entonces avispas del género Scelio (Hymenoptera: Scelionidae) para controlar dos especies de saltamontes pertenecientes al género Schistocerca. Años más tarde, en 1913, el propio Ernst utilizaría una bacteria, Cocobacillus acridorium para coadyuvar en el control de uno de aquellos saltamontes, que persistía como plaga. Pero no sería sino hasta fines de los 1930 y comienzos de los 1940 cuando el norteamericano Charles H. Ballou (1890-1961), precursor de la investigación y docencia entomológica formal en Venezuela, cuya perseverancia le permitiría controlar a la escama algodonosa de las cítricas, ciertos áfidos de frutales y al gusano Sacadodes en algodón, luego de introducir al «escarabajo vedalia», Rodolia cardinalis (Coleoptera: Coccinelidae) y a las avispas (Hymenoptera) Aphelinus mali y Apanteles thurberiae, respectivamente para controlar las tres plagas mencionadas.
El uso de control biológico comenzó temprano en la historia de la humanidad. Sin embargo, el primer reporte escrito lo conseguimos en jeroglíficos egipcios que menciona el uso de gatos domésticos para controlar ratas y ratones. El uso de insectos depredadores para controlar plagas en algunos cultivos, también fue reconocido a una edad temprana entre las poblaciones de Asia, quienes desarrollaron una agricultura bastante sofisticada. Los cultivadores de cítricas de China colocaban colonias de la hormiga verde tejedora Oecophylla smaragdina (Hymenoptera: Formicidae) entre árboles para que ellas se alimentan de los insectos consumidores de follaje o que afectaban a los frutos. En la huerta, conectaban las plantas de cítricas con tallos de bambú para ayudar a las hormigas a desplazarse de árbol en árbol.
El uso de parasitoides para controlar plagas fue desarrollado tardíamente y se atribuye el primer reporte de parasitoidismo (estrategia evolutiva en la cual el hospedero muere al desarrollarse el parasitoide. Las avispas y varias moscas utilizadas en control biológico son parasitoides, no parásitos.) al naturalista italiano Ulisse Aldrovandi (1522-1605) quien observó los capullos conteniendo pupas de la avispa Apanteles glomeratus (Hymenoptera: Braconidae) emergiendo de larvas del gusano del repollo Pieris rapae, (Lepidoptera: Pieridae). Incorrectamente, el italiano pensó que dichos capullos eran huevos de insectos.
El naturalista y entomólogo estadounidense Asa Fitch (1809-1879), sería el primero en sugerir trasladar insectos de un país para controlar plagas agrícolas en otro. El sugirió importar ciertas avispas parasitoides desde Europa a Estados Unidos, para controlar a la mosca del trigo Sitodiplosis mosellana (Diptera: Cecidomyiidae).
Pero fue el interés y los esfuerzos del artista, políglota, filósofo, maestro, político y entomólogo Charles Valentine Riley (1843-1895) los que se conjugaron para que sea hoy considerado el padre del control biológico, pero también el fundador de la entomología moderna.
Riley delighted in projecting the image of an artist. [Leland Ossian] Howard [1857-1950; entomólogo estadounidense] recalls him as a lecturer at Cornell in 1872. A striking figure with long wavy hair, and a luxuriant mustache resembling an Italian artist, he enthralled his audience by sketching at the blackboard with both hands as he lectured.
Riley illustrated his own lectures with beautifully executed teaching charts and appeared as visiting lecturer on various campuses seeking to launch entomology in their expanding curriculums.
Siendo entomólogo del estado de Missouri, Riley envió parasitoides del curculiónido del ciruelo, Conotrachelus nenuphar (Coleoptera: Curculionidae), desde Kirkwood, Missouri, a varios lugares del estado. En 1873 se convirtió en la primera persona en trasladar con éxito un depredador desde un país a otro, al enviar al ácaro depredador estadounidense, Tyroglyphus phylloxerae, (Acari: Tetranichidae), a Francia para utilizarlo contra la destructiva filoxera de la vid, Daktulosphaira vitifoliae (Hemiptera: Phylloxeridae). Aunque los resultados no fueron particularmente exitosos. En 1883, Riley dirigiría la primera transferencia intercontinental exitosa de un insecto parasitoide, la avispa Apanteles glomeratus, desde Inglaterra a Estados Unidos a objeto de controlar al importado gusano del repollo. En 1872, 11 años antes de la importación de Apanteles, Riley comenzó a estudiar a la escama algodonosa, Icerya purchasii (Hemiptera: Monophlebidae) (con un nombre científico diferente entonces), la cual amenazaba con eliminar la lucrativa industria cítrica de California. Localizó correctamente su punto de origen en Australia.
Luego de importarlo desde Australia, el escarabajo vedalia eficientemente eliminó el problema de la escala algodonosa de los cítricos, promoviendo intentos de control biológico en muchos países, dando como resultado más de 200 casos exitosos de este tipo de control. Desafortunadamente, tan enorme éxito se convirtió en un «arma de doble filo» al afectar negativamente, durante mucho tiempo, el uso de alternativas culturales, físicas, o mecánicas, para el control general de plagas. Numerosos agricultores y técnicos pensaron que el escarabajo vedalia también controlaría otras plagas de insectos. Inferencia absolutamente incorrecta ya que el escarabajo vedalia solo se alimenta de la escama algodonosa Icerya purchasi y no de otras escamas.
California no solo es conocida por sus diversos cítricos, sino que su agricultura es sumamente variada. Frutas, nueces, vegetales, son abundantes. En el condado de Fresno, donde tuve la oportunidad de vivir unos seis años, se cosechan más productos que en unos veinte estados juntos de los Estados Unidos. California es el estado líder de la Unión en productos agrícolas. La siembra de uvas para vino y la producción de excelentes vinos aumenta casi cada año.
California ha estado produciendo vino desde que misioneros franciscanos trajeron de España, a fines del siglo XVIII, uvas de la variedad hoy conocida como mission, para cultivarla y elaborar vino sacramental. Sin embargo, es a partir de 1976 cuando la creencia que solo Francia producía excelentes vinos dio un vuelco. Ese año, el comerciante de vinos británico Steven Spurrier, residenciado en París, Francia, organizó una catadura de vinos en homenaje al bicentenario de la independencia de Estados Unidos. Dicha catadura es hoy recordada como «el Juicio de París». Spurrier invitó a once respetados y reconocidos jueces franceses a realizar dos comparaciones a ciegas. La primera con Chardonnays de alta calidad, la segunda con tintos. Los vinos a comparar provenían de California, unos, y de la región de Burdeos, los otros. Aunque Spurrier había planificado el evento como un divertimento, pensando que los vinos californianos no opacarían a los franceses, tanto él como los asistentes a la competencia quedaron sorprendidos que, en ambas categorías, un vino californiano resultó ganador.
Es indudable que el vino no solo es tradición, sino uno de los más importantes productos elaborados de Francia. En 1868, productores de Roquemaure, pueblo localizado al lado del río Ródano, notaron una misteriosa marchitez en sus viñedos. Esos terminaban muriendo. Científicos franceses asignados para estudiar el fenómeno encontraron en las plantas afectadas, grupos de insectos semejantes a áfidos succionando la savia de las raíces de las vides. Liderados por el botánico francés Jules Émile Planchón (1823-1888), con el apoyo del entomólogo, también francés, Jules Lichtenstein (1818-1886) nombrarían a tan terrible plaga Phylloxera vastatrix.
Charles Valentine Riley tenía una conexión emocional con Francia. Siendo joven, él y su hermano George, fueron inscritos en la escuela católica College Sainte Paul en Dieppe, Francia. Él había disfrutado esos días de escuela en el pueblo costero francés donde aprendió latín, griego, francés, literatura, historia, aritmética, composición, caligrafía y arte. Igualmente, sus maestros lo habían estimulado a continuar su colección de insectos, pasión desde tiempos infantiles, y sus experimentos con gusanos de seda.
La curiosidad científica de Riley lo llevó a contactar a Planchón. A partir de ese entonces, Riley se involucraría en la problemática del insecto denominado filoxera. Apoyaría sin reservas a investigadores franceses que visitarían a Estados Unidos en busca de posibles soluciones.
Riley encontró en 1866, un «piojo de la vid» capaz de formar agallas en las hojas de algunas vides norteamericanas. Planchón reportaba a un insecto afectando vides francesas formando colonias en las raíces de las plantas. En 1869, John Obadiah Westwood (1805-1893), entomólogo y arqueólogo británico, reporta que en 1863 recibió varias muestras de vides de Irlanda e Inglaterra cuyas hojas estaban dañadas por minúsculos insectos. Contactados los franceses por Riley, comienzan una relación fructífera, aunque complicada debido a la guerra franco-prusiana. Se percatan que la filoxera europea aparece solo en las raíces de las plantas, mientras que, en Norteamérica, la filoxera produce agallas en las hojas.
Loupes were trained with care upon the roots of uprooted vines: but there was no rot, no trace of cryptogams; but suddenly under the magnifying lens of the instrument appeared an insect, a plant louse of yellowish color, tight on the wood, sucking the sap. One looked more attentively; it is not one, it is not ten, but hundreds, thousands of the lice that one perceived, all in various stages of development. They are everywhere ...
Eventualmente, Planchón y Lichtenstein encontrarán agallas inducidas por filoxera en ciertas variedades de uvas europeas. Realizan experimentos en los cuales toman insectos de las raíces y los colocan en una planta sana estimulando así la formación de agallas en hojas. Toman insectos en agallas de las hojas y al transferirlos a una planta sana, estas se ubican en las raíces. Riley descubre en 1870 que las filoxeras en Norteamérica pasan el invierno en las raíces de las plantas. Confirma igualmente que el insecto no representa problema a las vides americanas. Nota que los insectos que producen agallas foliares tienen un cuerpo liso, mientras que los que se alimentan de las raíces tienen un cuerpo cubierto de tubérculos. Al transferir filoxeras lisas a raíces, sus descendientes están cubiertos de tubérculos. Al transferir insectos tuberculados de las raíces a las hojas, sus descendientes son lisos. Descubrimiento similar realizan los investigadores franceses.
La gran preocupación en Francia era el daño y posterior muerte de plantas afectadas. Ningún insecticida funcionaba. Riley viaja a Francia en 1871, se reúne en París donde con investigadores y de allí se dirige a Montpellier. La plaga ya atacaba vastas regiones de Francia.
Para 1873, los investigadores franceses y Riley están claros que las poblaciones de filoxera se originaron en Norteamérica. Igualmente, han intentado, con el apoyo de varios productores franceses, utilizar patrones de origen americano que, aunque no se desarrollan muy bien debido a los tipos de suelo franceses, ciertamente son resistentes a la filoxera. Injertan en estos las variedades de uvas francesas y europeas.
Desafortunadamente, a la idea de «americanizar» las plantaciones con patrones estadounidenses, se oponen los más nacionalistas viticultores, especialmente de la región de Burdeos; también la élite científica parisina. Estos proponen una defensa de los viñedos franceses fundamentada en el uso de plaguicidas a base de sulfatos, sin contemplar introducción de patrones americanos:
...the “Americanist” solution became thoroughly identified with the agricultural society in Montpellier and its leaders, Planchon, …, Lichtenstein, ... [They] faced stiff opposition from defenders of pure French vineyards, including much of the French scientific elite in Paris, French officials, and influential growers in Bordeaux and other wine growing regions. Proponents of “La défense”—the defense of French viticulture against invaders—appealed to sensitive national and cultural emotions. French vines should retain their ancient purity, and not be mongrelized with American stock. Moreover, as word spread that Phylloxera was of American origin, French resistance to American vines stiffened …
Eventualmente, numerosos viticultores insistirán ante las autoridades francesas para remover restricciones existentes a vides americanas, algo con lo que Riley está totalmente de acuerdo y así lo manifiesta en un reporte de 1872:
If America has given this plague to Europe, why should she not … furnish her with vines which are capable of resisting it? … nothing but good can come of the trial.
Ese mismo 1873, apoyado por Planchón, Riley inicia un proceso de control biológico transfiriendo un ácaro depredador estadounidense de filoxera hasta Francia. Los efectos fueron poco satisfactorios.
En 1875, investigadores europeos y estadounidenses han podido descifrar el complejo ciclo biológico de la filoxera. Riley es quien posee mayor conocimiento acumulado de esta plaga. Regresa Riley a Francia, su impresión sobre Montpellier es diferente a la que tuvo en 1871.
...[W]here four years before the whole country was one vast vineyard … the ground was [now] devoted…entirely or partly to other crops, and the vineyards were fast disappearing. Yet right in the midst of this [desolation] the American vines were…flourishing, and those who had… grafted their own varieties on to the roots of ours were elated at the prospect.
Los amplios conocimientos de Riley sorprendían a todos. Se convirtió en una autoridad no solo sobre Phylloxera, sino también de otros insectos. Sin dudar un momento, corregía a colegas entomólogos, en este y otros tópicos. Con apenas treinta años de edad, es brillante y respetado, aún sin contar con un título universitario. Su formación entomológica siempre estuvo basada en la solución de problemas complejos que habían requerido juicios y análisis de autoridades reconocidas mucho mayores que él. Tanto sus simpatizantes, como sus detractores, siempre reconocieron que sus puntos de vista entomológicos se basaban en observaciones precisas, investigaciones intensivas y un excelente conocimiento y dominio de la literatura relevante producida a ambos lados del Océano Atlántico.
Para 1884, Planchón y los «americanistas» habían opacado a los «nacionalistas» y «sulfatistas». Ese año, Riley regresa a Francia. Es jefe de la Sección de Entomología a nivel nacional.
Una de las razones de esta nueva visita de Riley, su última a Montpellier y que marcaría su dedicación a otros problemas agrícolas, fue la de promover la «boquilla de Riley» para asperjar plaguicidas. Esta boquilla estaba siendo utilizada para aplicar efectivamente un fungicida contra el mildiú que afectaba a las vides, y que, desafortunadamente, también había sido importada de manera no intencional desde Estados Unidos a Europa. Viticultores, científicos y fabricantes observaron la demostración de Riley. La mayoría de las preguntas hechas en esa oportunidad estaban relacionadas con el uso de dicha tecnología contra el mildiú, pero también sobre aspectos asociados al control de la filoxera.
En 1887, el científico francés Pierre Viala (1859-1936) viajará a Estados Unidos en busca de patrones mejor adaptados a las condiciones francesas. Buena parte de estos patrones aún se encuentran en suelo francés, y ayudaron a rescatar a la principal empresa del país galo.
Mucho tiempo ha pasado, la filoxera se extendió por todo el mundo y la única región vitícola no afectada por este insecto es Chile. Aún no existe remedio definitivo para eliminar este problema, persistiendo como amenaza para cualquier viñedo que no esté plantado con patrones americanos. Solo se conoce una vid europea resistente a la filoxera, la variedad Assyrtiko originaria de la isla griega de Santorini.
En los años subsiguientes, Riley también será asignado Curador de Entomología del Instituto Smithsoniano, comprometido a resolver otros problemas entomológicos, e involucrado en el mundo de la política.
Las investigaciones sobre filoxera de Riley, sin embargo, representan un ejemplo del avance y la competencia en la investigación en Estados Unidos, la cual se agrega a otros logros que han permitido que Riley sea hoy considerado apropiadamente como el fundador de la entomología moderna. Su fructífera cooperación con científicos franceses, fue fundamental para su desarrollo personal como investigador y un ejemplo claro de la necesidad de que científicos de diversas disciplinas deben trabajar en conjunto en pro de un beneficio social. Para Riley, sus investigaciones sobre la langosta de las Montañas Rocallosas le dieron prominencia en su país de adopción; sus trabajos sobre filoxera y el éxito obtenido con el control biológico de la escama algodonosa de las cítricas le brindaron aclamación internacional.
Riley fue un prolífico escritor, se le atribuyen más de 2.400 publicaciones. Fue también un gran visionario. Publicó dos revistas, The American Entomologist (1868–80) e Insect Life (1889–94). Fue también el primero en recomendar el establecimiento de una Oficina que supervisara Estaciones Experimentales y diera a conocer los resultados de las investigaciones llevadas a cabo en ellas. Recibió títulos honorarios de la Universidad Estatal de Kansas y la Universidad de Missouri. Fue miembro honorario de la Sociedad Entomológica de Londres, así como fundador y primer presidente de la Sociedad Entomológica de Washington. Estuvo entre los fundadores de la Asociación Americana de Entomólogos Económicos, que eventualmente se anexaría a la Sociedad de Entomología de América. Obtuvo también reconocimientos especial tanto del Gobierno Inglés como del Gobierno francés.
En 1894 renunciaría a su cargo de jefe de la sección de Entomologia del USDA, manteniéndose como curador del Smithsoniano. Relevado de sus labores oficiales burocráticas, intentaba dedicarse a la búsqueda de otros desafíos científicos. El 14 de septiembre de 1895 sufriría un accidente, no muy lejos de su casa en Washington D.C. Manejaba rápidamente bajando una colina, cuando la rueda de su bicicleta chocó contra una pieza de granito. Catapultado hacia el pavimento, se fracturó el cráneo. Fue llevado a su hogar, pero no recuperaría el sentido, muriendo horas después. Lo sobrevivirían su esposa y seis hijos. Tenía apenas 52 años.
Al año siguiente, el investigador George Brown Goode (1851-1896) inauguraría la reunión anual de la Comisión Conjunta de las Sociedades Científicas de Washington con su charla charla A Memorial Appreciation of Charles Valentine Riley:
The name of Charles Valentine Riley is known in every part of the world there are naturalists or intelligent agriculturists. His contributions to biological science and to agricultural economy were extensive and important, and were very highly esteemed abroad as well as at home.