Sin querer ser pesimistas ni agoreros, la fatídica probabilidad de una tercera guerra mundial se abre — no como se han desarrollado hasta la fecha, con armas de todos los tipos y tamaños — a través de las matemáticas y de la informática. Sí, muy cierto, mediante Internet.
Como explica Pino Caballero, catedrática de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial y coordinadora del Grupo CryptULL de Investigación en Criptología de la Universidad de La Laguna,
«ahora mismo todas las personas y todas las entidades, privadas y públicas, somos susceptibles de ser atacadas por Internet. Está demostrado que todos somos posibles víctimas, y ya no solo cuando usamos la Red para realizar transacciones económicas, sino también porque nuestros datos interesan, y porque nuestras máquinas pueden ser secuestradas y utilizadas para tareas que requieren de mucho cálculo, como el minado de criptomonedas, por ejemplo».
Y qué decir sobre el panorama que cubre el potencial del Internet de las cosas, esa estrategia interactiva que conecta multitud de aparatos de nuestro alrededor y que ya se ha visto amenazada. De hecho, el criptógrafo Adi Shamir ha declarado al respecto que «el Internet de las cosas se convertirá en el mayor desastre de ciberseguridad al que nos enfrentaremos».
Tampoco hacen falta grandes esfuerzos para recordar cómo varios drones lograron paralizar diferentes aeropuertos de Reino Unido; aunque sí que es verdad que se está investigando de manera exhaustiva en la actualidad para desarrollar defensas frente a estos inminentes despliegues tecnológicos.
Además, la envergadura de estos ataques online es perfectamente directa, exacta y puntual sobre cualquier objetivo que se proponga: ya no hace falta enviar bombas o soldados al punto que se desee eliminar, como un hospital, un tren, un avión, un colegio, infraestructuras críticas... Nada más fácil que contar con un buen ordenador para planificar el atentado a distancia y poner en riesgo a todo un país. En cuestión de segundos.
Para Pino,
«es evidente que igual que antes los países preparaban a sus ejércitos para la defensa de su territorio, hoy deben esmerarse en proteger su ciberseguridad. El Centro Criptológico Nacional, que depende del Centro Nacional de Inteligencia, suele pedirnos a los investigadores referencias de gente preparada en la materia, porque actualmente hay mucha demanda de personas expertas en ciberseguridad y, sin embargo, no hay suficientes profesionales formados en este ámbito».
«Estas entidades intentan buscar la mejor forma de blindar un país desde el punto de vista cibernético. Existen varios algoritmos criptográficos de fortaleza práctica demostrada que nos permitirían elevar el nivel de seguridad bastante más del que tenemos actualmente, pero hay que tener en cuenta, primero, que las implementaciones normalmente debilitan el nivel de seguridad de esos algoritmos, y segundo, que el eslabón más débil es la falta de concienciación y formación de los usuarios, y es justo esto lo que en la mayoría de los casos hace que la seguridad caiga en picado»,
añade la investigadora.
Por otro lado, parece que cuando la computación cuántica sea una realidad, todos los sistemas de seguridad que tenemos ahora mismo implementados dejarán de ser eficaces. Así lo manifiesta Pino Caballero,
«en cuanto haya ordenadores cuánticos de varios miles de qubits lógicos y sin errores, toda la criptografía que estamos usando actualmente en nuestros teléfonos móviles, en los cajeros automáticos, en Internet… será rota inmediatamente. Por eso, lo que se está haciendo en investigación es pensar ya en el desarrollo de lo que se llama la criptografía postcuántica, que implicará sustituir todos los algoritmos que usamos ahora mismo basados en problemas matemáticos como la factorización, por otros basados en otros problemas matemáticos como los códigos, que resistirán ataques con ordenadores cuánticos».
«Para tranquilizar un poco he de aclarar que a fecha de hoy los ordenadores cuánticos no están desarrollados y aunque se está avanzando muchísimo, hay informes que indican que es muy improbable que se pueda construir un ordenador cuántico en la próxima década. Eso sí, tendremos que estar criptográficamente preparados para cuando eso ocurra»,
añade.
Y para concluir sólo hay que subrayar la relevancia de Internet en la democracia o, en otros términos, la importancia de las fake news o noticias falsas que pueden aparecer en cualquier plataforma online y la tremenda facilidad con la que se pueden manipular unas elecciones a través de la Red. Por poner sólo dos ejemplos que eliminarían por completo el sistema político que defiende la soberanía del pueblo: como hacen todas las guerras, las de antes y las de siempre.