Las Rampas de Poggi constituyen un sistema proyectado y llevado a cabo por el arquitecto Giuseppe Poggi (1811-1901) en el período de la Florencia capital de Italia (1865-1871, durante el proceso de reunificación), que ahora se nos ofrecen perfectamente restaurados tras la esmerada obra de fiel recuperación de los arquitectos Giuseppe De Grazia (director operativo) y Tommaso Muccini (director técnico).
¿Cuál fue el mérito de Poggi en este terreno de 6.700 metros cuadrados? El arquitecto aprovechó la conformación existente concibiendo una obra finalizada principalmente al apuntalamiento de la colina, articulada en varios niveles. La ofreció estéticamente placentera gracias a las decoraciones tanto de la gran fuente como de las cinco grutas, inspirándose a la tradicional maestría de Buontalenti que luce en la Gran Gruta del Jardín de Bóboli (Palacio Pitti).
Se trataba de un complejo sistema ideado por Poggi, que preveía espacios de descanso, decoraciones, senderos, grutas y cascadas, con vistas, ya que representaban un lugar importantísimo desde donde admirar ulteriormente algunas angulaciones de la ciudad del Arno, cuyos elementos esenciales eran el agua y las plantas. Fueron las descripciones de la Enciclopedia Hortícola Ilustrada las que permitieron comprender y aprender los métodos de realización de las grutas y la integración de las 1.200 especies de plantas acuáticas y semiacuáticas.
La restauración, financiada por la Fundación CR de Florencia, del conjunto arquitectónico y matérico, ha conllevado la realización de la nueva instalación hídrica y la replantación vegetal.
Desde ahora, la visita inicia desde la plaza Poggi, dejando atrás la Torre medieval de San Nicoló, con el primer capítulo de esta sólida albañilería donde queda engarzada la pequeña gruta.
Subiendo por la rampa ondulatoria hasta el segundo nivel, sorprenden las incrustaciones, estalactitas, esponjas naturales y artificiales que recubren las superficies interiores de las grutas artificiales que sorprenden por su resultado increíblemente natural.
Por su parte, en la tercera planta, impera la naturaleza, protagonizada por la grande Fuente, cuya decoración se avale de grutas, ninfeos, muros, etc. con la utilización de diversos materiales. Coronan esta composición un mosaico de chinas con la flor de lis florentina bajo el emblema de piedra con un águila, añadida posteriormente en época fascista.
El agua, la absoluta protagonista, que brota como un manantial y se desliza desde lo alto a la última fuente - encanalada hasta el embalse final desde donde se rebombea hacia arriba con 90 kw de potencia- nos propone uno de los panoramas más poéticos de la ciudad. Y que, tras un siglo de silencio, vuelve a correr vigorosamente entre las fuentes, refrescando a los visitantes en este verano de altas temperaturas... incluso con su sonido... porque como sostenían los árabes, maestros en esta disciplina :
«El agua alivia la sensación de calor con su solo musical chorreo...»
Para el proyecto botánico, la reimplantación de la vegetación ha seguido las indicaciones del proyecto inicial, cuya selección vegetal se han basado en los criterios del montaje original, tratando de respetar la forma y el aspecto polimatérico de los componentes arquitectónicos.