El 1 de junio empieza el verano meteorológico (aunque para el astronómico falten todavía tres semanas: el solsticio es el 21 de junio). Y hablar de verano es decir adiós a muchas cosas. En el ámbito deportivo, el balón o los balones dan sus últimos coletazos, y ello es sinónimo de que la temporada ha terminado o está a punto de hacerlo. Es el momento en que los despachos de las diferentes entidades, tanto profesionales como amateurs, empiezan a calentar motores y se preparan para hacer frente a las tareas del estío.
En primer lugar, es momento para que los equipos lancen sus campañas con vistas a la captación de nuevos socios, si tienen presupuesto para esto. Al mismo tiempo, los hasta ahora socios deben renovar su bono para la siguiente temporada. Este es un punto tan o más importante que la planificación deportiva, ya que sin aficionados no hay motivo de existencia.
Sin embargo, este trámite siempre queda eclipsado por lo deportivo. Los grandes equipos anuncias sus fichajes, hacen las presentaciones de los nuevos jugadores y se dan a conocer las camisetas que lucirán cuando el balón vuelva a andar. Los rumores y las especulaciones son los grandes protagonistas de los días, lo que es blanco un día es negro al siguiente.
Por otro lado, las entidades más humildes y, en función del presupuesto que dispongan, intentan obtener el equipo más bueno que puedan para lograr sus objetivos. En tales equipos, no resulta extraño que, de una temporada a otra, casi el 90% -por no decir el 100%- de los integrantes de las plantillas cambian, al igual que, en muchas ocasiones, el entrenador, aunque los resultados hayan sido los previstos y se hayan conseguido los objetivos. En estas entidades hay muchas otras cosas que priman por encima de lo deportivo, como el tema laboral o la disponibilidad de horas del campo para entrenar.
Si las competiciones de mayores se detienen, lo mismo sucede con las de los más pequeños; un respiro para los padres, que así pueden planificar sin problemas los días de fiesta sin tener que pensar ni estar pendiente de a qué hora juega su niño o niña y dónde.
Un periodo de abstinencia para los aficionados al deporte que deben conformarse con torneos de verano, giras y competiciones menores, a no ser, que este año no es el caso, toque Europeo, Mundial o Juegos Olímpicos.
Unos días y semanas, en definitiva, en que la mayor ilusión para los aficionados pasa por jugar a ser periodistas alimentando los rumores de los fichajes, comentando las presentaciones o intercambiando opiniones sobre a quién ficharían para su equipo.
Un compás de espera que para muchos aficionados se hace largo y cuesta arriba y es que, aunque romper con la rutina parece bueno, a mucho les cuesta. Unos días sí, muchos no.
¡Que vuelva a rodar el balón!