Daniel Verbis (León, 1968), bajo el título Cross-Dressing presenta por segunda vez su trabajo en la Galería Pilar Serra.
Según Verbis en el arte, cuando unas cosas se hacen pasar por otras, se está materializando lo inexplicable, o lo que es lo mismo, se está demostrando que nada es fijo, que el significado de las obras, por más que se intente, no está sujeto al estricto mandato de la razón y que el sentido es fluido, alterable, mutable, que se dice lo que se hace, pero que otras veces no se hace lo que se dice. Las ideas y las palabras son banderitas que alzamos según convenga pero que, finalmente, se las lleva el viento. En este comercio del significado del arte dominan las cosas extremas ( a es A mayúscula ) o las simplificaciones ( A es A, B significa B ). No obstante, es cierto que la obra de arte no resiste su más absoluta desnudez y se tiene que vestir con algún discurso – de resistencia, sacrificio, lujo, disciplina, literalidad, novedad, santidad, dolor …, o lo que es peor, calculada pertinencia social. Aunque Verbis hace sus obras con absoluta autonomía es posible establecer ciertas correspondencias que hagan que sus obras vayan un poco más allá de su plasticidad inmediata y alcancen un cierto interés sistémico.
Así pues, Verbis encuentra en el (des) vestimiento del cuerpo y en el (des)vestimiento del objeto una piel descubierta, una envolvente que, como elemento constructivo literal, desnuda la apariencia y pone al desnudo una anatomía atravesada de luz, una anatomía que revela el cuerpo y lo convierte en una superficie que se hace pintura traslúcida, piel. Podríamos decir que este devenir tejido del sujeto, que esta transferencia del cuerpo reversible a una geografía de pliegues que se expanden es el hilo conductor, el tema de esta exposición, uno más, aunque quizás no uno cualquiera, pues como señalara Michel Serres en Atlas: “entre la dureza llamada rigurosa del cristal, geométricamente ordenado, y la fluidez de las moléculas blandas y deslizantes, existe un material intermedio que la tradición dejaba para el gineceo (…) : velo, tela, tejido, trapo, paño, piel de cabra o de cordero, llamada pergamino, cuero despellejado de un becerro pelado o desollado, llamado vitela, papel flexible y frágil, lanas o sedas, todas las variedades planas o alabeadas en el espacio, envolturas del cuerpo o soportes de la escritura, que pueden fluctuar como una cortina, ni líquido ni sólido, claro, pero con algo de ambos estados. Plegable, desgarrable, extensible… topológico.
Inmóviles o efímeras, las protuberancias o los resquebrajamientos sobre el mármol, o las ondulaciones en el agua no se comportan ni en el espacio ni en el tiempo como los pliegues de un tejido drapeado que flota, pero que permanece temporalmente erguido. Como sí, dura y suave, resistente y blanda, la carne dudase entre fluido y sólido, los estudiosos de los seres vivos utilizan inteligentemente la palabra: tejido.”
En la urdimbre de los tejidos se pueden dibujar temáticas variopintas y entonces esta exposición ya no se reduce a la simple idea de tejido de las ideas, a cómo hilar el pensamiento cuando se hace complejo, a cómo hilar todas esas figuraciones, todas esas incorporaciones que la luz dibuja en su trama de anudamientos, en su cruzar o atravesar (cross) los géneros. El objeto artístico es siempre dual, una imagen sobre la que pivota el pensamiento andrógino, el sujeto completo.
Guiados unas veces por el azar migratorio de las asociaciones y otras veces por la contingencia de las superposiciones Verbis va del tejido al quejido, del corpiño al armiño, del objeto figural a la urdimbre conceptual del arte, del jubón de azotes al tejido epitelial, de los nudos a los desnudos, de la tram(p)a del lienzo al rubor del cuerpo que se transparenta, de la propia vestimenta al cross – dressing, del gusano de seda a la seda del gusano. Hoy en día el artista no puede permitirse el lujo de dar puntadas sin hilo y debe convertir el velo de sus quimeras en una armadura, acorazarse en sus ideas aunque sólo le quede un hilo de voz. Es fácil caer en la tentación de pensar como los demás y no hay nada peor que dejar de ser uno mismo, nada hay peor que seguir la moda o equivocarse con ideas que no son las nuestras. Verbis parece querer decirnos que cuando uno descubre lo irremediable, que el arte es la morada y la cruz, que la pintura es el sudario del tra(u)ma ocular y que el lienzo blanco o negro o azul será la mortaja final, hasta que el telón de acero caiga y ponga fin a este laberíntico deambular, a uno no le que da más remedio que entretenerse rebobinando el hilo del sentido. Disfrazarse del otro que somos (travestirse) para dar salida al deseo de ser otro, de ser uno más.
Debemos situarnos en el lugar del otro, hacer cross – dressing para despojarnos de los prejuicios de la razón y de los despropósitos de la sinrazón, pues hay mucha tela que cortar, muchos des(a)nudamientos del yo, mucho uniforme que deformar, mucha muda que salpicar y mucho salto de cama que rasgar. Al artista sólo le cabe poner en tela de juicio su “labor” confiando en que el espectador sepa encontrar un hilo conductor: esa desfachatez de los objetos que se desvisten, ese rubor de los cuerpos que se desviven, esa profundísima desnudez que se hace luz. Daniel Verbis es Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca. Ha expuesto en numerosas galerías e instituciones públicas, entre las que destacamos el CAB de Burgos (2004), MUSAC de León (2006), Patio Herreriano de Valladolid (2013), sala Amós Salvador en Logroño (2016), DA2 de Salamanca (2018). Su obra figura en colecciones privadas y públicas, como la Colección Banco de España, Fundación Coca-Cola, Colección Unión Fenosa, Ayuntamiento de Alcobendas, Colección Caja Madrid, Colección CGAC, Colección L´Oreal, Museo Folkwang (Alemania), Colección Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Colección AENA, Colección PAMM (Jorge Pérez, Miami ), entre otras.