El mar Mediterráneo es la reserva de la civilización: su corazón ha bombeado gente, culturas y religiones de una costa a otra como la sangre. Los fenicios y los cartagineses se expandieron hacia el norte, los romanos y las Cruzadas hacia el sur, los genoveses hacia el este, el imperio bizantino hacia el oeste, el califato islámico hacia el este, el oeste, el norte y el sur. Sicilia se encuentra justo en el medio y las olas de tormenta de todas las civilizaciones han salpicado en sus orillas. Esto está sucediendo hoy todavía.
El mar Mediterráneo vuelve a ser el epicentro de la contradicción ideológica. La guerra ha empujado a refugiados y migrantes quienes, para salvarse, han tenido que nadar y sobrevivir para enfrentar a Europa con una difícil elección. (En la antigua mitología, Europa también se vio obligada a cruzar este mar). Su elección ha conllevado a enfrentamientos políticos e ideológicos, a la polarización de la opinión pública y al aumento de la xenofobia y la violencia étnica.
Esta trágica situación ha devenido en un conflicto político, así como también en un tema de negociación y especulación ideológica. De esta forma, ha sido transmitido por los medios como un concepto definido hoy en día como “post-verdad”. La situación ética que se ha desarrollado es paradójica.
Trabajar con figuras de porcelana en este tema podría considerarse una manifestación extrema de esta paradoja, desde la distancia, una imagen artística puede ser más radical que la realidad misma porque puede empujar los límites conceptuales.
La porcelana siempre ha sido un símbolo de satisfacción y de confort burgués. Las recientes olas de migración han confrontado a Europa con un dilema: si aceptar a los refugiados, permitiéndoles entrar a costa del confort material y psicológico de sus anfitriones; o rechazarlos en un acto inmoral, inhumano y cínico que perjudicaría la base ética cooperativa de la propia Europa.
El confort es falible y frágil, como la porcelana que se asocia con él. Mantenidas seguras durante generaciones en las altas esferas, las figuras de porcelana están cuidadosamente vigiladas pero su fragilidad encapsula la amenaza de pérdida instantánea. Se rompen fácilmente.
La forma y el material elegidos de estas obras contrastan con el drama de lo que se está desarrollando en el Mediterráneo actual. Un rayo de luz reflejado ilumina mejor que uno directo. Pensamos que esto conlleva verdad con respecto a este trabajo.