No hay forma de saber el futuro, pero vemos hacia adelante a través del pasado. Esta exposición es una travesía a tres tiempos con múltiples vueltas. La historia del Taller Mexicano de Gobelinos es movimiento y tejido y se escribe con textiles. Este entrelazado nos cuenta y nos cubre. Es una caminata, una trenza, un giro. Se avanza regresando y damos vuelta para continuar.
La historia de la técnica desarrollada en el Taller Mexicano de Gobelinos y en los talleres de tapices Alto Liso (Haute Lisee) –conocido como gobelinos– que le precedieron en la misma localidad, es la de quienes la trabajaron, de las personas que, al hacerlo, se apropiaron de ella y la trasformaron, volviendo a cortarla con sus propias palabras que son el tejido, su inscripción, su forma de tejer, aquella que cada tejedor cuenta en las obras que le son encomendadas, transformando también la obra.
Por ello, este es un relato de apropiación transformadora que queda en el documento histórico, en el tapiz fabricado en ese taller. En cada uno puede leerse un fragmento que es, a su vez, tejido con las historias propias de quien participa en cualquier aspecto del proceso de creación del gobelino.
Los gobelinos toman su nombre de Jehan Gobelin, un tintorero de lana que tenía un taller en París y alcanzó gran fama durante el siglo XV gracias al tono rojo que lograba, conocido como “Escarlata de Gobelinos”. Su fama creció a tal punto de nombrar la zona y un río con su apellido. En ésta se reunieron diversos talleres reales bajo la gestión de Jean-Baptiste Colbert, naciendo así la Manufacture Royale des Gobelins, en las que los diseños, tanto de los tapices como de todo tipo de muebles, se ejecutaron bajo la supervisión del pintor real, Charles Le Brun, quien fue director y jefe de diseño de 1963 hasta 1690.
Los tapices con técnica Alto Liso tienen características particulares: pueden reproducir a gran escala imágenes complejas con una paleta de color infinita; esto debido a los tintes que preparan manualmente y las hebras de distintos tonos pueden combinarse a voluntad. Además, sus materiales y monumentalidad les confieren cualidades líricas, acústicas y espaciales que inciden en la percepción del entorno y en el ámbito emocional. El tejido requiere de la interpretación de formas y colores, al tiempo que el tejedor practica su maestría y sensibilidad al reproducir la imagen.