Tras numerosas exposiciones en su Argentina natal y en diversas partes de Europa, Melancolía del futuro es la primera presentación de La Chola Poblete en México y una de las más importantes que ha realizado en América Latina. La Chola Poblete es conocida por su trabajo multidisciplinar en performance, vídeo, fotografía, pintura y objetos, con el que navega por las intersecciones del colonialismo, la identidad cultural y la memoria histórica para reivindicar la importancia del conocimiento ancestral en las Américas y denunciar la discriminación racial y de género. Aunque selecciona referencias visuales de series anteriores, como la trenza de la chola andina, que se ha hecho omnipresente en gran parte de su obra, La Chola Poblete se embarca en un viaje más introspectivo en este nuevo cuerpo de trabajo. Abordando temas como el abandono, la angustia existencial y las silenciosas complejidades de las relaciones humanas, esta exposición marca un giro hacia una abstracción de la sensualidad.

Tras varias exposiciones internacionales de gran repercusión, entre las que destaca su participación en la 60ª Bienal de Venecia, en las que su obra, su identidad y su cuerpo se hicieron hipervisibles, recientemente ha bajado el ritmo para adoptar un enfoque más reflexivo sobre su vida y su práctica artística. El resultado es una serie de acuarelas y dibujos a gran escala, profundamente personales, que son autorretratos abstractos guiados por la intuición formal. Explica que, cuando trabaja con acuarela, empieza con las manchas y deja que sean ellas las que guíen la composición. Mientras moldea la forma final, se deja guiar por el caos de la mancha. Orquesta un equilibrio entre color, peso y forma para dirigir una coreografía de gestos parecida a la composición de una canción. Lo que surge son colores atmosféricos audaces que se concentran en formas orgánicas y, a veces, se saturan aún más para sugerir el perfil de un rostro o el alzamiento de una mano. Cada elemento es una nota o una palabra dentro de una narración más amplia, algunos de esos elementos pueden ser legibles para el espectador y otras sólo para ella.

En los dibujos, formas y figuras entrelazadas se curvan entre sí, y una amalgama de ojos, labios, penes, pechos y fabulosos tacones puntiagudos se unen en diversas armonías. Son figuras entre el hombre y el animal, que se contorsionan la una en la otra, en el amor, en la confrontación y posiblemente incluso como espejo o alter ego. En una de las pinturas, La Chola Poblete aparece durmiendo en posición fetal con pensamientos y preocupaciones de su vida cotidiana escritos debajo; en otra, las trenzas perforan un corazón, y en una tercera, un cuchillo atraviesa una trenza, una clave que utiliza para sí misma y que indica la transformación personal a través de las muchas formas que pueden adoptar sus trenzas.

A lo largo de estas obras, también vemos colores que gotean unos sobre otros y una serie de rosas sangrantes. Si bien son románticas desde una sensibilidad gótica, estas heridas florales sugieren una tristeza despreciada por los acontecimientos de la vida personal de La Chola Poblete y la melancolía colectiva al anticipar una agitación sin fin que se desarrolla a escala mundial. A menudo, estar vivo hoy exige oscilar entre la anticipación y el duelo por un mundo inestable que está por venir. Como medio, la acuarela se presta bien a este sentimiento de ansiedad, ya sea rindiéndose al camino que recorre la pintura a través del agua o angustiándose por la falta de control. La Chola Poblete nos invita a lidiar con la anticipación de lo desconocido y a abrazar la mancha mientras sangra y desintegra algunos cuerpos y permite que emerjan otros, en un cóctel vibrante que lucha por el amor.

(Texto por Samantha Ozer)