Las obras que componen Dos Colossos dan continuidad a una serie de trabajos que Rui Toscano inició hace cerca de diez años y que tuvo su momento de mayor visibilidad con la exposición Civilização de Tipo I, II e III presentada en el Museo Nacional de Arte Contemporáneo de Chiado de Lisboa en 2016. Son obras en las cuales el artista prosigue una investigación motivada por cuestiones asociadas a la percepción del espacio y el tiempo, y correlativas articulaciones con la experiencia de la imaginación, tomando como punto de partida temáticas relacionadas con la exploración espacial, frecuentemente en diálogo con imágenes de figuras y arquitecturas de civilizaciones antiguas. De este modo, el artista invoca modos y visiones que el hombre fue construyendo en relación al cosmos y, simultáneamente, explora uniones formales, metafísicas y simbólicas entre referencias de un pasado lejano y recóndito y la anticipación del futuro simbolizada por el descubrimiento espacial.
Todo se conjuga como elementos de una constelación constituida por una profusión de materiales, tipos de imágenes, técnicas y referencias históricas y culturales; como un espacio proclive a la movilización de una imaginación sin horizontes preestablecidos y en el cual todas las intersecciones y convivencias son potencialmente fértiles. De este modo, se percibe la coexistencia de representaciones de la Antigüedad con imágenes intrínsecas a una cultura visual reformulada por los dispositivos tecnológicos y fuertemente organizada en torno a las potencias de la imaginación, mezclando conocimiento científico y prácticas de ficción, especialmente del cine y la literatura. Véase por ejemplo a instalación A Grande Pirâmide II (2015) en la que se proyectan dos vídeos sobre una maqueta de la gran pirámide de Keops. Las imágenes reproducen una corta secuencia extraída de la película Blade Runner (1982) de Ridley Scott en la que un spinner (vehículo volador) cruza el cielo de Los Ángeles en dirección a la sede de la Tyrell Corporation (un edificio con forma de una pirámide Azteca). En uno de los vídeos, la secuencia se muestra de atrás hacia delante. Así, en un lado se proyecta el vehículo volando hasta la pirámide, emergiendo después, a partir de la misma, en el lado contrario en la otra proyección. El sonido de fondo que se superpone al sonido del vuelo del spinner es un loop extendido del inicio de Así hablo Zaratustra de Richard Strauss extraído de la película 2001: Odisea del espacio (1968) de Stanley Kubrick. La película de Kubrick inspira también la pieza Bowman (2015) formada por un radiocasete portátil que amplifica el sonido de la respiración del astronauta Dave Bowman dentro de su traje espacial.
Sabemos que la fascinación humana por el descubrimiento del espacio y por la inmensidad del universo es proporcional a su misterio, a su desconocimiento, a su incomprensibilidad. Entre las cosmologías de la Antigüedad y la exploración espacial, entre los dominios de la mitología y de la arqueología, entre el conocimiento científico y las narrativas creativas, encontramos un enorme y conexo campo de creencias y visiones, donde se superponen ficción y realidad. En el espacio, suponemos que las leyes de la vida y la física son más diversas y complejas de las que conocemos y, por tanto, un lugar propicio para indagar declinaciones de lo imaginable y lo figurable.
En efecto, la práctica artística de Rui Toscano pone en valor la capacidad de intensificar y desplazar imaginarios, lo que, muchas veces, implica el juego intermedial, la creación de representaciones que presuponen mezcla y porosidad entre medios: dibujos a partir de detalles de fotografías, dibujos que aparentan ser fotografías, esculturas sonoras, vídeos en los que el movimiento es casi irreconocible, proyecciones sobre objetos. Eso es lo que constatamos en el conjunto de dibujos que integran las series Journey Beyond the Stars (Viaje más allá de las estrellas) y Pequenas Nebulosas: dibujos en los que los puntos o manchas de tinta, después de invertidos, pasan a ser marcas de luz, objetos estelares dispersos en un plano del universo. Son dibujos que juegan con la escala, entre el infinito (el punto de tinta) y lo inconmensurable (el infinito negro) del espacio sideral. La negativización del dibujo lo acerca a la apariencia de una fotografía, adecuándose a nuestro inevitable impulso imaginativo: la tendencia a querer discernir representaciones en todas las imágenes, sean más figurativas o abstractas.
Todo este conjunto de trabajos define un campo de posibilidades estéticas y conceptuales donde la expansión de los límites perceptivos se intensifica y desafía. Habitamos las condiciones de nuestra percepción. Sabemos que las imágenes son productos de un medio, con unas características ontológicas y connotaciones culturales. Pero sabemos también que la experiencia de cada imagen es igualmente un producto de nosotros mismos, de nuestro cuerpo como medio vivo de imágenes. Efectivamente, el lugar por excelencia de las imágenes y de la imaginación es el cuerpo. Es precisamente a partir de este sentido de corporalidad de las imágenes que Rui Toscanos nos incita a percibir que una exploración del espacio comienza en el interior de nuestros ojos, en un cuerpo y en la imaginación que también lo constituye.