Mariana Castillo Deball, artista y Diana Magaloni, investigadora, presentan una interpretación/intervención sobre los orígenes de nuestra historia, en la que la experiencia de los pueblos indígenas interpreta y recrea el momento de la conquista y la transformación de la tierra para crear una nueva realidad cultural que aún marca nuestra forma de ser y de ver el mundo.
La muestra reúne códices coloniales de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia y mapas-pintura del Archivo General de la Nación, junto con el proyecto enciclopédico conocido como el Códice Florentino albergado en la Biblioteca Medicea Laurenziana, de Florencia, Italia. En conjunto, los documentos examinan el punto de vista indígena sobre la conquista y los procesos de sobrevivencia, negociación y creación de una nueva tierra.
Los documentos indígenas de nuestra historia se guardan en archivos y bibliotecas nacionales y extranjeros a los que es muy difícil acceder, por lo que se presentan aquí en varios formatos como una manera de materializar la pregunta: ¿a quién pertenece el pasado? De esta forma, se exhiben copias históricas, reproducciones facsimilares impresas y proyectadas, realizadas específicamente para la muestra, junto con mapas-pintura originales.
El estudio químico de los colores del Códice Florentino tiene un papel relevante en la muestra. Durante su investigación, Magaloni analizó y recreó la paleta de colores utilizados en dicho Códice, comprobando que los colores no son sólo elementos que se emplean para pintar documentos. Su composición y origen definen el significado de las imágenes.
A través de la materialidad del color, Magaloni se refiere a las imágenes en relación con el concepto nahua de ixiptla (sustituto, representante, imagen). El concepto ixiptla deriva de la partícula –xip: piel, cobertura, porque es ésta la que otorga identidad y realidad física a las esencias. Por ello, Magaloni considera a los pigmentos la piel de las imágenes, los colores las convierten no en representaciones sino en presencias reconocibles y con poder. De esta forma, las pinturas de los códices y los mapas fueron una forma de volver a pintar/hacer aparecer el mundo después de la conquista.
A partir de la investigación de Magaloni, Castillo Deball presenta una constelación escultórica, una serie de murales y, en colaboración con Tatiana Falcón, transforman el Patio Colonial del Museo en un jardín de plantas y minerales utilizados para la elaboración de pigmentos y tintes naturales basados en el tratado nahua de pintura del Códice Florentino. El ordenamiento del jardín tiene como referencia la lámina del Códice Fejérváry-Mayer que representa la estructura del espacio y del tiempo de acuerdo con la visión indígena.