Durante las protestas del 14 de mayo en la Franja de Gaza, donde murieron 62 palestinos, incluyendo 50 miembros de la agrupación islamista Hamás y otros 3 partidarios de la Yihad Islámica Palestina, se sumó a la lista la niña de 8 meses Leila al – Ghandour, la cual habría fallecido por inhalación de supuestos gases lacrimógenos lanzados por el Ejército de Israel contra los manifestantes. Mientras el portavoz del Ministerio de Sanidad palestino Ashraf al Qedra señalaba a la cadena internacional EFE, que por ahora, no saben si considerarla o no «mártir», porque no están seguros de que la niña hubiese muerto producto de esta circunstancia.
De comprobarse, el Hamás que dirige la Franja de Gaza desde hace más de una década tendría que pagar una indemnización mensual a la familia al – Ghandour por la muerte de la pequeña: la misma se podría calcular en al menos US$3.000. La fotografía de la niña muerta en brazos de su madre, ya se ha hecho viral y ha impactado una vez más a la opinión pública.
La niña se ha transformado en el emblema de la denominada Marcha del Retorno Palestino que arrancó el 30 de marzo anterior con la llamada Día de la Tierra Palestina y con la cual han procurado romper la valla de separación fronteriza entre el Estado de Israel y el enclave costero de Gaza, en una inversión cercana a los $10 millones que ha puesto el grupo islamista para esta empresa, que incluye el traslado de manifestantes y milicianos de su agrupación para causar disturbios en la zona. A pesar de que se presenta como una «manifestación pacífica», lo cierto del caso es que se han dado lanzamiento de piedras, quema de neumáticos con el fin de tapar la visibilidad para los que cuidan la frontera y así intentar penetrar en territorio israelí, sumado al uso de bombas incendiarias y hasta el lanzamiento de cometas con material inflamable que cae en zonas agrícolas.
El 14 de mayo las protestas llegaron a un clímax de violencia, coincidiendo con la apertura oficial de la embajada estadounidense en Jerusalem, el mismo día que se celebra según el calendario gregoriano los 70 años de independencia de Israel, y al día siguiente se conmemoraba la denominada Nakba palestina planteada desde 1998 como la fecha en que recordarían la salida forzada de 750.000 árabes palestinos de la región durante la guerra de 1948 – 1949 entre Israel y otros siete Estados árabes.
Regresando al caso al – Ghandour, resulta imperioso preguntarse qué motivó a los padres de esta niña a llevarla a una zona de combate, donde se conocía de antemano que los niveles de violencia se iban a disparar y por lo tanto los resultados serían nefastos. Si bien las propias autoridades de Gaza no le dan el veredicto final a la autoría israelí de los hechos, para la opinión pública una vez más la utilización de niños como símbolos de la «resistencia palestina» les da réditos sorprendentes.
Uno de los símbolos infantiles de la lucha palestina en el siglo pasado fue el niño Mohammed Al – Dura de 12 años que habría fallecido según fuentes del momento (un único camarógrafo filmando el evento) por fuego cruzado entre israelíes y palestinos (las últimas investigaciones señalaron que si bien Israel asumió la autoría de la muerte por el calor del momento no hay pruebas suficientes para determinar que los disparos provinieran de armas israelíes y algunos dudan siquiera que haya muerto, ya que no se permitió nunca realizar una autopsia al cuerpo de la víctima).
Previo al adolescente Al – Dura, en los años 80 se hizo popular la imagen de un joven niño palestino lanzando piedras contra un tanque israelí, durante la Primera Intifada, creando la imagen general del conflicto; sobreexplotada por los medios, como una guerra de «tanques contra piedras».
En las guerras entre Israel y el Hamás de este siglo, se hizo común el uso de cadáveres de niños para presentarlo a la prensa como parte de las víctimas de los enfrentamientos militares. En ocasiones se mostraba varias veces el mismo cadáver con el fin de que los corresponsales que venden las historias a los medios occidentales tomaran fotografías para dejar en «evidencia» los actos criminales de los israelíes. A esta práctica el académico de Harvard, Alan Dershowitz le denominó la Estrategia del bebé muerto, donde el uso de zonas civiles para ocasionar la mayor cantidad de muertos posibles, les favorecería para la propaganda mediática contra Israel, contemplando además la cantidad de medios de comunicación que cubre la zona.
Un último ejemplo de uso de los niños para propaganda mediática palestina, fue la joven Ahed Tamimi del pueblo de Nabi Saleh quien fuera arrestada luego de haber agredido a un soldado israelí. La niña Tamimi proviene de una particular familia con promotores y perpetradores de atentados terroristas, además de una larga lista de vídeos virales de actividades de provocación contra soldados apostados en la zona, lo que se ha denominado como parte de la estrategia de Pallywood palestina.
En todos los casos mencionados anteriormente hay varios elementos importantes a destacar. Existe una predisposición mediática a señalar los actos de Israel como crímenes atroces, no se cuestionan mucho la razón por la que hay poblaciones vulnerables en actos de violencia como estos, y de seguro que de morir niños, mujeres, ancianos o personas con algún grado de discapacidad la elevada presencia de medios y corresponsales serán virales en un corto tiempo.
No existe este mismo nivel de crítica social a otros conflictos en las regiones cercanas. Ni siquiera en los principales buscadores web se le da tanto énfasis a lo que ocurre en otras regiones como sí pasa con lo acontecido las últimas semanas en la frontera Gaza – Israel, esto se explica a la alta exposición mediática que tiene el tema desde décadas atrás y en los últimos años a la facilidad de hacer virales los hechos por medio de redes sociales o de utilizarlos para fines propagandísticos.
Educación al odio
Cuando se plantea un factor adicional al uso mediático de los niños palestinos, se debe incorporar forzadamente el elemento educativo. En el 2013, en un artículo de The New York Times, Fares Akam y Jodi Rudoren dejaban en manifiesto la creación de libros de texto editados por el grupo islamista que lidera la Franja de Gaza, donde se destacan aspectos relacionados con la «resistencia» y además el llamado a liberar los territorios actualmente bajo soberanía o administración israelíes.
Aun los recursos otorgados por la UNRWA son utilizados en materia de adoctrinamiento hacia la resistencia. Un campamento de verano dirigido a niños hace un llamado a las hostilidades palestinas contra los israelíes, les prometen el retorno a Acre, Haifa, Jaffa, Jerusalem (Al Quds) y otros. Hacen un llamado abierto a odiar a los judíos. En una crónica realizada por Times of Israel una niña llamada Tayma manifestaba en 2013: «Venceré a los judíos (…) son una pandilla de infieles y cristianos. A ellos no les agrada Alá y no le adoran. Ellos nos odian…». Una de las principales críticas a este tipo de actividades han puesto en entredicho la labor de UNRWA que siendo una agencia de las Naciones Unidas no toma una posición neutral en el conflicto entre israelíes y palestinos, lo que les ha valido un recorte en el financiamiento recibido, principalmente a través de Estados Unidos, quien fue hasta hace algunos años el mayor benefactor.
La inversión en educación hacia el odio genera dos problemas fundamentales. Por un lado se conserva la formación de nuevas generaciones que se encaminen al uso del terror para mantener activos los enfrentamientos contra Israel; un camino alternativo y menos efectivo que la beligerancia política, ya que los resultados son más nefastos para una población que sufre entre el abandono de sus líderes y la dificultad para llegar a un acuerdo con los israelíes.
El otro aspecto trascendental es que se desperdician millones de dólares en invertir a la lucha armada, lo que no se está destinando a desarrollo económico para beneficio de los palestinos, complementado con todos los recursos malversados por los líderes en la Margen Occidental, pero principalmente en Gaza, donde mientras resienten los impactos del bloqueo, los bienes que logran entrar quedan controlados por las agrupaciones islamistas y revendidas a cambio de someterse a los criterios del liderazgo de turno.
En este último punto, mientras Israel invierte un importante porcentaje de su PIB en educación, investigación e innovación, por ejemplo según un informe realizado por el diario español La Vanguardia, «Israel tiene entre 135 y 140 ingenieros por cada 10.000 trabajadores, siendo el país con más ingenieros per cápita laboral del mundo», ante lo cual se debe destacar que los palestinos desperdician recursos en la lucha armada con resultados estériles poco efectivos, al mismo tiempo que mucha de la ayuda internacional se dirige a funcionarios corruptos.
Mucho se habla de los castigos que provoca la «ocupación israelí», poco se menciona la temática de la responsabilidad interna palestina, enfocar todos los esfuerzos en acusar a Israel de ser el único causante de las circunstancias vividas por los palestinos. Del mismo modo que enfocar todo el asunto a un aspecto territorial resume de manera pobre las intenciones de cambiar la realidad de esta población, ya que el llamado a «liberar Palestina» que hacen los líderes no se trata de otro objetivo que no sea destruir a Israel.
Lo mismo que no se puede mencionar que el tema se solucione por la vía económica; aunque sí cambia mucho la realidad, mientras en la Margen Occidental, la denominada «paz económica» ha gestado algunos cambios significativos en las relaciones entre Israel y los palestinos gobernados desde Ramala, las autoridades en Gaza han rechazado los proyectos de inversión que podrían convertir este territorio en un nuevo «Singapur de Oriente Medio». Las palabras de Mahmud Zahar, un alto cargo del Hamás en Gaza, dijo: «Si quisiéramos convertir la Franja de Gaza en Singapur, podríamos hacerlo nosotros mismos», ante lo que el círculo vicioso seguirá empeñando por unos centavos las vidas de miles de palestinos en los territorios en disputa.