Medellín ya no es «plata o plomo». A día de hoy, esta ciudad ni es un narco-espectáculo, ni una guerra de cárteles, ni la reina de la violencia sanguinaria callejera. Medellín ya no es Pablo Escobar y sus sicarios. Antes de viajar a Colombia recapacita y asume que la realidad que cuentan las series y la nueva película interpretada por Bardem y Penélope Cruz pertenece al pasado. Que cuando pises las calles de Medellín puedes imaginar lo que has aprendido con las producciones cinematográficas, pero lo que verás será totalmente diferente. Y no saldrás decepcionado.
El centro de Medellín
Un buen comienzo puede ser unirse a uno de los recorridos por el centro de la ciudad que ofrece el Real City Tours, organizado y guiado por locales que dan a conocer la cultura, la historia y la ciudad bastante en profundidad.
Parte desde el Monumento a la Raza y va contando los acontecimientos a lo largo de la historia. Mientras, recorre el Parque de las Luces, las plazas Cisneros y Bolívar, los centros comerciales que forman El Hueco -que es la zona para comprar ropa de imitación-, la Carrera 51 y los puestos de mango con sal (hummm!), la esquina de los buñuelos (masa de dónuts mezclada con queso y frita), la tienda del café o tinto, los chicos del guarapo (limonada colombiana), la tiendita de empanadas y palitos de queso y los comerciantes del Parque Berrío.
La imperdible Plaza Botero acoge un buen puñado de las peculiares estatuas del artista, y está flanqueada por el Museo de Antioquía y la curiosa Sala Museo Rafael Uribe. Este lugar bien merece una visita sin prisa, pero sin pausa, ya que, según explican en el recorrido, es uno de los puntos con mayor delincuencia de la ciudad.
Sin duda, el punto donde finaliza el tour es la mayor lección a la humanidad que te llevas de Medellín: el Pájaro herido de Botero en el Parque San Antonio. Se trata de una estatua de un pájaro de bronce, rechoncho y amigable, pero con la peculiaridad de haber explotada desde el interior. El bronce está retorcido, con un gran agujero y marcas de metralla. A su lado, la misma obra, pero en perfecto estado: el Pájaro de la paz.
En junio de 1995 murieron 26 personas y 200 resultaron heridas por un atentado causado por la explosión del pájaro (habían colocado dinamita dentro de este o a sus pies). Aún hoy en día se desconoce el autor de los hechos, aunque se relaciona con narcotraficantes y guerrilleros.
Fernando Botero, el artista, pidió que no se retirara la estatua, que quedara como un «monumento a la imbecilidad y a la criminalidad», y nunca se olvidara este hecho. En el año 2000, el artista donó una réplica del pájaro originario a la ciudad de Medellín, y se colocó al costado de este. Cuentan que, así, se quería mostrar que los colombianos se estaban recuperando, que construían el futuro sin enterrar su historia y, de este modo, se aseguraban el no tropezar con la misma piedra.
El Poblado
El barrio que recibe este nombre es el que más jaleo tiene por las noches. La mayoría de hostels y bares para turistas se encuentran aquí. Durante el día parece algo calmado y cuando cae la noche cambia radicalmente a una zona de fiesta para todo tipo de públicos.
Merece la pena el Parque Lleras con sus escaleras pintadas, las cafeterías muy bien decoradas, y las callejuelas gobernadas por los árboles y románticas lucecitas a primera hora de la oscuridad. Para los amantes del deporte, hay unas pistas de baloncesto a unas manzanas del Parque Lleras, bastará con preguntar. Frente a ellas, un lugar perfecto para tomar un vino o una copa, rodeado de vegetación, con velas en las mesas y manteles a cuadros rojos.
Al ser una zona más turística puede resultar más segura que el centro, pero también hay que andarse con ojo.
Manila, donde dormir
La mayoría de las guías no hablan de esta zona, quizá por parecer estar fusionada con El Poblado. Manila es un área tranquila, con hostales, hoteles y restaurantes cuidaos, con encanto y más caros que en el anterior barrio. Además, tiene muy cerca la parada de metro 'El Poblado'. Durante el día se ven jóvenes oficinistas con vestimentas modernas y muy buenos modales. Por la noche no hay bullicio y reina el silencio por las calles.
En este barrio se encuentra el Hostal Los Patios, que sobresale por su altura y su reciente construcción. Su cercanía a la Calle 11 hace que sobre las 6-7 pm el ruido de tráfico se cuele en las habitaciones, pero cuando este cesa, se convierte en el mejor hostal para alojarse en la zona. Las camas de los dormitorios tienen ventilador, lámpara y cortinas propias; los baños están muy limpios y nuevos; la amplia cocina tiene un sistema de organización muy acertado; y la azotea, decorada con sofás, hamacas, pufs y mesas bajas, se convertirá en tu rincón favorito de la metrópolis a cualquier hora del día o la noche. El desayuno en las alturas es espectacular.
En la misma Carrera 43e está la Pizzería Olivia, con precios europeos y combinaciones sorprendentes tanto en comidas como en bebidas. En los alrededores se encuentran fácilmente tienditas donde adquirir todo tipo de víveres. Para compras más específicas, hay un supermercado en la Calle 11.
El transporte y el parque Arví
La ciudad de Medellín cuenta con 5 medios de transporte público que se pueden coger con la misma tarjeta, llamada tarjeta Cívica: metro, metroplús (autobuses con carril propio), tranvía, bicicleta y metrocable. Es este último el que llama más la atención tanto de locales como de visitantes. Estas cabinas colgantes tipo teleférico llegan a los cerros más altos de la región (que se sitúan a unos 1500 metros de altura) y unen los barrios más marginados con el resto de la ciudad. Existen cabinas únicamente para mujeres y el número de viajeros está limitado a 4 por cabina. Se trata de transportes de integración que buscan dar posibilidad de movimiento a todos los ciudadanos y evitar altercados en su uso.
Para disfrutar de un viaje en este teleférico antioqueño, se puede hacer de camino al gran parque Arvi, una inmensa reserva ecológica con ríos, densa vegetación, zonas de acampada y caminos de trekking. Para llegar se coge el metro cable en la estación de metro Santo Domingo hacia Arví y se paga un recargo de alrededor de 4.000 pesos (poco más de 1€).
La comida
Como en muchos países latinos, al medio día se puede comer un menú o plato único a un precio muy asequible. Suele estar compuesto de arroz con algún tipo de carne de acompañamiento.
Una de las comidas más conocidas en Medellín es la Bandeja Paisa, compuesta de judías pintas, arroz blanco, carne de vaca, carne de cerdo, una salchicha o chorizo, plátano maduro frito, arepa, tomate en rodajas, aguacate y huevo frito. Se trata de un plato que merece la pena probar, aunque es pesado y es mejor compartirlo.
También es bastante típico comer ajiacos (sopa de pollo con patatas proveniente de Bogotá), mondongos (callos) y cazuela de frijoles. Para ello recomiendan el Restaurante Ajiacos y Mondongos de la Avenida de El Poblado: Cl. 8 #42-46, muy cerca del Parque Lleras.
El café es totalmente obligatorio probarlo, ya que Medellín está muy cerca del Eje Cafetero. Al café solo largo, estilo americano, lo llaman tinto. Es barato y se toma a cualquier hora solo o acompañado de los buñuelos que se citaban más arriba.
Las arepas, empanadas y todo tipo de frutas también se encuentran fácilmente a precio asequible, y bien sustituyen a un plato combinado y un postre.
Realidad actual
En los años 80, muchos paisas (habitantes de Antioquía y el Eje Cafetero primordialmente) huyeron de la realidad violenta de su país. Hoy, muchos de esos desplazados por la violencia han vuelto porque Medellín ha cambiado. Toda Colombia es otra. Es posible y probable que el tráfico de drogas sea una de las actividades reinantes en Colombia, sin embargo, debe de estar desarrollándose de manera diferente porque la guerra ya no está en las calles.
Es cierto que, como en cualquier lugar de Latinoamérica, es obligatorio llevar los cinco sentidos siempre alerta. Es una realidad, la seguridad dista de la perfección. Por eso, al llegar a Medellín, uno de los primeros consejos que te suelen dar es «no dar papaya», lo que significa que no des la oportunidad a los ladrones de que te roben nada: si haces fotos con el móvil, sujétalo con las dos manos y guárdalo bien después; lleva la mochila o el bolso en la parte de delante; nada de dejar las pertenencias desatendidas, ni siquiera cuando te estés tomando un tintico (café solo); mejor sin reloj ni joyas cuando hagas turismo; y saber por dónde no moverte a partir de las 6 pm más o menos.
Sabiendo esto, sólo queda descubrir la transformación que ha experimentado esta ciudad desde los 80 hasta nuestros días. Creación de plazas y parques para la inclusión de la población, cinco tipos de transporte público que llegan también a los barrios marginales (lo que acaba con el aislamiento y facilita las relaciones laborales y personales), y monumentos que recuerdan a los que se fueron con violencia y cómo hoy todo es diferente.
Medellín ahora es de su gente.