Las reformas llevadas a cabo por el Gobierno de China para liberalizar la economía han avanzado significativamente en los últimos años en el ámbito interno y externo.
En el ámbito interno, el aspecto más destacable es la liberalización de los tipos de interés. Anteriormente el Banco Popular de China fijaba los tipos de interés, tanto de préstamo como de depósito, que las entidades debían adoptar. Desde julio de 2013, las entidades tienen libertad para fijar el tipo de interés mínimo al que prestan sus fondos, lo que ha supuesto una mayor competencia entre ellas y un abaratamiento del coste de financiación.
Por otro lado, la liberalización de tipos de interés en los depósitos, que culminó en octubre de 2015, supuso un cambio clave en la liberalización interna, ya que los intereses de depósitos habían sido muy bajos (o incluso negativos) en el pasado. Además, el Banco Popular de China se ha propuesto el desarrollo de nuevos instrumentos de política monetaria, con el fin de establecer un sistema de corredor de tipos de interés, similar al de Japón o al del área del euro. En cuanto a la estructura de propiedad del sistema bancario, se han producido menos avances, ya que las grandes entidades públicas representan el 50 % de los activos bancarios.
Desde finales de 2014, China ha estimulado el proceso de liberalización externa con el objetivo de convertir el renminbi en moneda de reserva. Para ello realizó reformas en dos vertientes; por un lado, introduciendo una mayor apertura de la cuenta de capital y, por otro, impulsando la flexibilización del tipo de cambio. A la hora de la apertura de la cuenta de capital, se puso en marcha la conexión entre las bolsas de Shanghái y Hong Kong, y se retiraron algunos de los controles de capital más importantes a la entrada de flujos. En el ámbito de la flexibilización de tipos de cambio, se ha pasado de una flotación controlada de facto frente al dólar a otra que tiene en cuenta una cesta de divisas. Todo esto cabe destacar, afecta a las divisas como el JPY.
A pesar de las reformas que ya ha llevado a cabo, China tiene que seguir trabajando en la flexibilización del tipo de cambio, con el objetivo de alcanzar un sistema de cambio determinado por el mercado antes de 2018. La mayor flexibilidad cambiaria deberá venir apoyada por el avance hacia un marco de instrumentación de la política monetaria basado en el mercado y por un manejo hábil en el corto plazo, para evitar una excesiva volatilidad. Además, China deberá seguir trabajando en la liberalización de la cuenta de capital. Por ello puede existir una interesante volatilidad a la hora de hacer trading, sobre todo en divisas, a lo largo del 2018.