Ya se ha consumido la primera mitad del campeonato de la Liga española y es posible sacar algunas conclusiones, unas más precipitadas que otras. Las diecinueve primeras jornadas nos dejan a un líder indiscutible que da la sensación de ser el próximo campeón.
Líder sólido
El Barcelona apenas ha cedido puntos y sus rivales observan la cima de la clasificación con prismáticos. El conjunto blaugrana comenzó la temporada con ciertas dudas, sobre todo después de la actuación ofrecida en la Supercopa de España, y parecía que un cambio de ciclo se avecinaba en el club. Los de Valverde comenzaron sacando los tres puntos en los siete primeros partidos y visitaron el nuevo campo del Atlético donde consiguieron empatar. Quizás un Simeone menos conformista podría haber contribuido a provocar la primera derrota culé del curso, pero Suárez rescató un punto que ahora se antoja muy valioso. Poco a poco el equipo ha ido cogiendo ritmo y confianza. Lo que antes eran victorias poco acompañadas de juego, ahora los jugadores están mucho más enchufados. Los delanteros, centrocampistas y laterales presionan a la primera línea del rival y la asfixian, impidiendo así sacar el balón jugado y llegar con peligro a las inmediaciones de Ter Stegen.
En el inicio de campaña los resultados a veces solían ser engañosos: los contrincantes tenían ocasiones que fallaban y los azulgranas mostraban gran efectividad cuando llegaban las suyas. Pero la movilidad de los jugadores y, por ende, la del balón, la creatividad o la seguridad defensiva brillaban por su ausencia. Hoy, sustentados por el cada vez más inteligente Messi, crean más ocasiones de gol y han visto reducido el número de veces que le llegan a puerta en cada partido. Por lo que nada hace indicar que vaya a haber un desplome del líder (ha visitado ya el Wanda, el Bernabéu, Mestalla, Cerámica y Anoeta). Hay que indicar que Suárez empieza a atravesar un gran momento de forma y eso siempre se traducirá en más goles para el equipo.
Perseguidores a distancia
El Atlético está experimentando una temporada cuanto menos extraña. La ausencia de fichajes (sanción FIFA) y la eliminación en la Champions en la fase de grupos han marcado hasta el momento la temporada rojiblanca. La decepción por tener que volver a jugar la Europa League contrasta con la ilusión que ha generado, sobre todo, la vuelta de Diego Costa. El campeonato liguero y la Copa del Rey son las competiciones que ahora ocupan la mente de los de Simeone. Tan solo una derrota en 19 partidos (habiendo jugado 11 fuera de casa) es un gran balance en cuanto a resultados. De no habernos encontrado a este Barça arrasador, el equipo estaría muy cerca de la cabeza.
Lo que no emite señales positivas es el juego. Es cierto que en la faceta ofensiva siempre se ha tratado de un equipo discreto y ramplón, pero la falta de gol empezaba a ser alarmante y Oblak recibía más remates de los acostumbrados. Con todas sus dificultades y viviendo en el alambre, los colchoneros acreditan una buena puntuación y son los primeros que están al acecho de un fallo del líder, que a punto estuvo de llegar en San Sebastián. Pero las sensaciones llevan mucho tiempo siendo preocupantes, con un modelo que parece agotarse y un entrenador que no está por la labor de modificar la forma de jugar ni u ápice.
El Valencia es una de las sorpresas agradables de la temporada. El motivo principal parece ser el orden y la nueva energía transmitida por Marcelino García Toral. Sin embrago, los fichajes también tienen parte de mérito de la mejora. Dos centrales nuevos, un mediocentro como Kondogbia y un jugador tan desequilibrante como Guedes han dotado al equipo de piezas que eran muy necesarias. Y con estas buenas sensaciones el resto de componentes, que el año pasado parecían jugadores de nivel medio, hoy parecen haber dado un salto. Ciertos pinchazos han hecho desinflar el ánimo de una afición que tenía argumentos para soñar con pelear hasta el final el título liguero, pero la transformación del equipo es innegable y todo apunta a que terminará entre los cuatro primeros clasificados (además no juega competición europea). Sus contragolpes vertiginosos son de los mejores llevados de la competición y sobre todo el estado de ánimo del vestuario hace que el equipo se crezca y ofrezca este nivel.
El Real Madrid está cuajando una temporada nefasta en su estadio y esto le ha hecho despedirse de la Liga. Muchos factores pueden influir en la mala racha merengue: falta de hambre por ganar, equivocada preparación física, poca aportación del banquillo, baja forma de jugadores clave, mala puntería… Todo esto puede ser cierto ya que jugadores como Modric o Marcelo están viviendo sus peores momentos y la cifra goleadora del equipo es de las más bajas de los últimos años (antes de jugar contra el Dépor). Pero el juego es similar al del año pasado, cuando lo ganó todo. Muchos centros al área al verse incapaces de filtrar pases entre líneas y al encontrar dificultades para jugar al contragolpe porque los rivales se cuidan mucho de concederles terreno.
En el plano defensivo el equipo se parte de manera dramática y los defensas, asistidos por Casemiro en su función de bombero, se ven muy desprotegidos. Cuando el cuadro contrario es capaz de jugar con paciencia e ir avanzando poco a poco encuentran muchos espacios para maniobrar y no digamos cuando consiguen entrelazar un buen contragolpe. Por lo tanto, pese a algunos matices de intensidad en determinadas circunstancias, la diferencia principal se halla en la suerte o en el acierto de cara a gol propia y ajena. El año pasado le llegaban mucho también, pero no perforaban su portería con tanta asiduidad o en los momentos propicios para hacer daño en el marcador. Y creaban similar cantidad de ocasiones de gol, con la diferencia de que ahora erran la mayoría.
Revelaciones
Mendilíbar está consiguiendo hacer de su Eibar un conjunto fiable en la máxima categoría y resulta extraño calificar su actuación de «revelación» porque ya nos tiene acostumbrados a mantenerse de esta manera. Pero no deja de ser admirable y sorprendente que un club con las limitaciones del guipuzcoano demuestre este rendimiento. Sin apenas jugadores destacados, la fuerza reside en el grupo, en el trabajo y en captar las tareas que les encomienda de manera clarificadora su técnico. Además, rentabilizan muy bien sus goles (han encajado siete más de los que han marcado), lo que demuestra que saben competir muy bien cuando ven opciones de llevarse algún punto.
El Betis es una de las novedades agradables no tanto por sus resultados como sí por su juego. La apuesta de Quique Setién, siempre arriesgada, ha propiciado que con el balón en su poder los andaluces sean un equipo dinámico, divertido y con ambición. La irrupción de Fabián, con un futuro prometedor, completa un centro del campo con mucha calidad formado además por Guardado, Joaquín y Tello. Este último aporta mucha velocidad y verticalidad y dota de grandes posibilidades de generar peligro con espacios, y más si a ello le sumamos la presencia de un delantero que tira muy buenos desmarques y posee buena técnica como Sergio León. Pero, como ya pasó en Las Palmas, la fragilidad defensiva representa la otra cara de la moneda y por ello el equipo alterna grandes gestas con desastres en forma de goleadas encajadas. Veremos si en la segunda vuelta el Betis de Setién no sufre la misma dinámica negativa que acompañó al cuadro canario la última parte del campeonato pasado.
Dos recién ascendidos como Girona y Getafe suponen las otras dos sorpresas positivas. Ambos se caracterizan por competir muy bien cada partido y ese es el principal argumento que les lleva a estar mucho más cerca de Europa que del descenso. El orden táctico, la concentración y el funcionamiento como bloque compacto es también factor común en estos dos equipos. Los catalanes incluso han conseguido resultados de prestigio ante equipos como Real Madrid y Atlético debido a su insistencia y buen juego. El Getafe, por su parte, basa gran parte de su renta en la fortaleza que demuestra en casa, donde ha conseguido 20 de sus 27 puntos. Como en el caso del Eibar, cabe destacar la labor de dos entrenadores (Machín y Bordalás) que han cogido el pulso a la máxima categoría y han dirigido a sus clubes a la situación cómoda en la que ahora mismo se encuentran.
Decepciones
La Real Sociedad representa uno de los fiascos de lo que llevamos de liga. Están más debajo de lo esperado y no se acercan al nivel de juego mostrado el curso pasado en el que tuvo momentos brillantes y llegó a ser el que mejor fútbol practicaba en España. Su fiabilidad defensiva está lastrando sus aspiraciones y en ataque se muestra inconsistente e irregular. Sus encuentros se convierten en varios diametralmente opuestos según el tramo que miremos. La calidad la tienen, pero si no lo acompañan de intensidad y fortaleza mental pueden acabar sufriendo.
La UD Las Palmas es una de las peores noticias de esta primera vuelta. Es cierto que las marchas de Roque Mesa y Kevin Prince Boateng se tenían que acusar porque se trata de jugadores de mucha trascendencia. Pero en general el equipo ha perdido la esencia. Hay minutos en los que juega a lo suyo: tocar y tocar el balón hasta encontrar la puerta contraria. Pero ahora pierden muchos balones por desconcentración y se recurre más al balonazo, algo estéril para el tipo de jugadores con los que cuenta. Da la sensación de que Jonathan Viera está muy solo y no encuentra cómplices fiables con los que asociarse de manera regular. La llegada de Remy parecía darle algo más de chispa y gol al ataque pero Paco Jémez ha decidido prescindir del francés.
Esto, unido a los sempiternos problemas graves defensivos (equipo más goleado) de los amarillos, intensificados por la manera de jugar del nuevo técnico, auguran un pasaje muy desolador. Jugadores como Tana, Vicente (se lesiona mucho) o Halilovic han de rodearse alrededor del balón y de su capitán Viera para surtir de balones a Calleri. La adquisición de Peñalba (se lo ha traído Jémez del Cruz Azul) puede dotar de un punto físico al centro del campo que puede venirle bien al equipo. Pero si sigue defendiendo igual de mal, está condenado a bajar a segunda. Para evitarlo ha de acumular toda la posesión de balón que pueda para que no le lleguen tanto y tener mucha precaución en las pérdidas, porque en transición defensiva es un desastre de momento.