Me disponía a embarcarme en una empresa sin precedentes, una escapada cuyo objetivo fuese el de sacarme abruptamente de la rutina, llevarme a recónditos lugares solo escrutados por valientes exploradores, esos que en la última década están en el top ten en viajes de novios.
Estaba pensando acerca de cuál sería el equipo necesario que se adaptase a las características del viaje que estaba organizando, cuando conocí a Bianca.
Default by permission es una interesante firma que nace en el trayecto en autobús por algún apartado paraje de Indonesia. La misma inquietud que hoy me asaltaba a mí, un día, hace alrededor de cuatro años, les había asaltado a ellos.
Bianca y Gonzalo, apasionados viajeros, de repente, tras mucho meditarlo, se liaron la manta a la cabeza, vendieron el coche, dejaron su trabajo, en definitiva, pusieron en pause su vida para viajar alrededor del mundo, no 80 días, sino durante todo un año.
Montones de preguntas se aglutinaron en mi mente al escuchar su historia: el miedo a desprenderme de las pertenencias, la renuncia a la estabilidad, el momento de la vuelta.
Movidos por un deseo inexplicable, se lanzaron a una hazaña única en la vida. Me hablaron de aventureros a los que admiraban, y en el brillo de sus ojos contemplé el mismo entusiasmo que aquellos hombres debieron tener a su llegada a una tierra nueva: conocer otras civilizaciones, tierras desconocidas. Salir de la zona de confort, abandonar lo material te lleva a lugares insólitos, a la apertura de la mente y la riqueza del espíritu, a experiencias inenarrables.
De regreso y con la terrible nostalgia de lo que dejaban atrás, crearon Default by permission, con la ilusión de fabricar productos que sirvieran en sus viajes a otros aventureros y que llevaran impreso el hálito de lo que simbolizan. Queriendo aunar el mundo antiguo y el moderno, emprendieron otro camino para conseguir un producto original, que se distinguiera por el diseño y los materiales, que fuera útil y resistente.
De esta manera, vieron la luz un conjunto de mochilas de diversos tamaños y colores, fabricadas con loneta encerada traída de Escocia y lo mejor de los materiales nacionales (cuero natural, algodón, cremalleras), cosidas a mano, numeradas y etiquetadas por fechas. Las mochilas son de una línea viajera y están preparadas para contener material fotográfico de todo tipo, aunque no solo eso.
Y como homenaje a lo que les condujo a este proyecto, cada modelo porta un nombre distintivo de la arqueología antigua, así han pensado en Frederick Catherwood, Linnaeus Tripe, John Lloyd Stephens, Uxmal, Petra, Tikal.
Este proyecto resulta un interesante ejemplo de cómo los sueños llegan a solidificarse, sueños que tal vez brotaron al extender un pequeño mapa sobre la mesa y el deseo de hacer algo diferente. Quién sabe dónde podrá llevarnos la inspiración nacida de cada nuevo viaje.