Una de las claves definidoras de la vivienda burguesa era la separación entre los ámbitos privados y públicos. Los primeros eran dominio de la mujer y lo constituían dormitorios, salas de costura, cocina, aseos y habitaciones del servicio. Los segundos eran la zona de exhibición, y estaban formados por los salones, gabinetes, comedores y despachos.
Uno de ellos, el despacho, se ha montado en esta sala, con la particularidad que es el original del escritor malagueño Arturo Reyes, excelente costumbrista que inmortalizó los tipos populares de Málaga a través de sus novelas Cartucherita y La Goletera.
La perfecta ambientación nos transporta al ambiente culto de la época con la ayuda de todas esas fotografías, colgadas de las paredes, de personajes de su tiempo con los que se relacionaba.