Dicen que las mejores cosas se dicen «en frío», después de haber pasado por un periodo de reflexión y asimilación, pero para hablar de un viaje considero que es mejor hablarlo cuanto antes, sin filtros y soltando lo más rápido posible nuestras impresiones.
Pues bien, ayer (¡ayer!) volví de Fuerteventura y quiero elaborar aquí mi guía dejando bien claro que es un lugar que recomiendo a aquellos que os consideréis «viajeros» y no «turistas».
Cierto es que nuestro país y, en este caso, las Islas Canarias son plenamente conscientes de que las personas que deciden visitarlos pertenecen a ambos equipos y, por lo tanto, existen opciones para ambos gustos pero, en mi humilde opinión, la isla de Fuerteventura está hecha para viajeros. Para aquellos a los que les guste conducir por pistas sin asfaltar, bajar por caminos desconocidos para acceder a playas increíbles y mezclarse con personas con ese acento sureño que nunca reconocerán que pronuncian la “ch” como la “y”.
Pues bien, os lo resumiré rápido: Fuerteventura es increíble. Es capaz de dejarte sin palabras una y otra vez cuando descubres sus diferentes playas y acantilados. Arena blanca, negra o pequeñas piedras que conforman playas con agua turquesa que, en el mejor de los casos, se convierte en un observatorio único de peces y fauna de la zona.
Al llegar al aeropuerto, se nos entrega casi obligatoriamente un mapa con aquellos must de la isla que no podemos dejar de ver antes de volver a la península (o a nuestro lugar de origen, sea el que sea). En este caso, seguirlos es un acierto seguro.
Gracias a esa lista de lugares repartidos por el alargado mapa de la isla conocemos Cofete. Cofete es una playa que no te crees. Accedes a ella después de casi una hora de pistas por el parque natural y después de llevar un buen rato pensando en que se te ocurren pocas cosas que merezcan la pena como para recorrer esas curvas sin asfaltar pero sí, Cofete desde luego lo merece. Al llegar, la playa al frente con aguas turquesas que nos recuerdan al mejor de los Caribes y detrás unas montañas nubosas, que acabamops de cruzar, y que nos recuerdan que lo más bonito no trae siempre el mejor envoltorio.
La Escalera, Ajuy o la Pared. Playas entre acantilados imposibles que ni se nos ocurriría salvar si no fuera porque oteamos algo tan precioso como esas playas enclavadas entre rocas y que suponen un regalo a nuestro esfuerzo.
El Cotillo, Costa Calma o las playas de Jandía suponen regalos naturales al viajero al que le apetece conocer profundamente la isla y sus paisajes sin la pulsera fosforita en la muñeca. Corralejo supone otra de las sorpresas del viaje. Se trata de uno de los núcleos de población con más actividad de la isla por su cantidad de locales y establecimientos pero, además, dispone del parque natural de las dunas de Corralejo. Mirar a un lado nos convierte en bereberes del desierto pero mirar al otro lado, hacia el agua cristalina, nos recuerda que nos encontramos en una de las islas más bonitas que hemos visitado.
No quiero dejar fuera de este recorrido a uno de los tesoros mejor guardados de la isla majorera (y no es su queso, que también), sino la Isla de Lobos. A escasos 15 minutos en ferry desde Corralejo, se nos aparece un terreno flotante, con volcán incluido, de terreno árido y montañoso, y rodeado de aguas azules aguamarina que nos hacen plantearnos, una vez más, si este territorio que pisamos, es real. La isla de Lobos, que separa Fuerteventura y Lanzarote, se convierte en un oasis en medio del agua en el que la naturaleza de la isla se hace más presente que nunca.
Y sí, Fuerteventura sigue teniendo sus resorts con piscinas y turistas que nunca conocerán las alucinantes playas que se encuentran a su disposición. Y sí, el idioma oficial de Fuerteventura es, actualmente, el italiano instaurado por sus miles de turistas que llegan desde «La bota de Europa». Y sí, los camareros de Fuerteventura sueltan sin ningún problemas un «ración piccola de papas arrugás». Pero Fuerteventura es una forma de encontrarte con la naturaleza sin dejar de disfrutar de lo que te gusta y te hace feliz. Fuerteventura, conmigo lo has conseguido. Gracias.