El pasado viernes 11 de agosto en Charlottesville, Virginia, tuvo lugar una concentración de nacionalistas blancos para protestar contra la retirada de la estatua del general confederado Robert E. Lee. La protesta continuó con una marcha el sábado bajo el lema Unite the Right a la que asistieron manifestantes portando simbología racista y nazi, además de cascos, escudos y armas. Al mismo tiempo se concentró una multitud para protestar contra la marcha y la situación acabó desembocando en enfrentamientos entre los asistentes a la marcha y los contramanifestantes. El final de la situación lo firmó un supremacista blanco de 20 años cuando embistió con su coche a un grupo de contramanifestantes hiriendo a diecinueve personas y matando a Heather Heyer, activista de 32 años. Hubo además 13 heridos entre asistentes y contramanifestantes a causa de los enfrentamientos.
La reacción
El mismo sábado, el presidente Trump dio una rueda de prensa en la que lamentó el incidente y culpó tanto a los grupos racistas como a los contramanifestantes de todo lo ocurrido. Esta equiparación provocó una lluvia de críticas que provocaron que el lunes Trump saliera nuevamente para decir que el racismo era el mal y condenar a los grupos neonazis, a los supremacistas blancos y al Ku Klux Klan por los incidentes del sábado.
El martes, durante una encendida rueda de prensa desde la Trump Tower, el presidente se desdijo de su declaración del lunes y se reafirmó en la idea de que tanto los nacionalistas blancos como lo que definió como «extrema izquierda» (alt-left) fueron los causantes de toda la violencia sucedida en el fin de semana. Esta reafirmación en su primera declaración y el hecho de que el líder del KKK, David Duke, celebrara las palabras de Trump, produjeron ya no solo nuevas críticas y numerosos apelativos de racista tanto de demócratas como de republicanos, sino que además provocó que el miércoles Trump anunciase la disolución del Consejo de Producción y del Foro de Estrategia y Política (*Manufacturing Council & Strategy & Policy Forum) tras el abandono de varios presidentes ejecutivos de grandes empresas y miembros de las mismas.
Los incidentes de Charlottesville provocaron también que empresas como Google, Airbnb, Spotify o Facebook decidieran posicionarse. En el caso de Google y Facebook, sacaron de sus contenidos a la publicación Daily Stormer por apoyar la ideología neonazi y de supremacía blanca. Spotify eliminó de su catálogo varias bandas racistas y supremacistas y Airbnb anunció que no prestaría su servicio a supremacistas blancos ni partidarios de la ideología nazi.
El jueves 17 de agosto, la organización benéfica Cleveland Clinic decidió dejar de celebrar su evento anual en las instalaciones de Mar-a-Lago, propiedad de la familia Trump, a raíz de las últimas declaraciones del presidente. Horas más tarde hicieron lo mismo las también organizaciones benéficas American Cancer Society y American Friends of Magen David Adom.
Ese mismo jueves James Murdoch, director ejecutivo de 21st Century Fox, envió un email a todos los empleados de la compañía en el que criticaba muy duramente el mensaje que Trump había lanzado dos días antes; además de esto, el analista político y defensor de Trump -dicho por él mismo- Julius Krein publicó un artículo en The New York Times bajo el título I Voted for Trump. And I Sorely Regret It («Voté por Trump. Y lo lamento profundamente») verdaderamente crítico con las acciones del presidente. A raíz de ese artículo apareció el TT #IvotedforTrump que los seguidores de Trump utilizaron no solo para expresar la convicción de su voto, sino también para acusar de radicalismo a la izquierda así como a todos los críticos con el presidente.
El precipitado
Hasta ahí lo sucedido hasta la fecha del jueves. El viernes, un órgano consultivo de la Casa Blanca dedicado a temas culturales dimitió en bloque en protesta por la actitud del presidente. En lo que respecta a las estatuas de héroes confederados, a lo largo de la semana multitud de ciudades decidieron quitarlas lo más rápido posible para así evitar protestas, en el caso de Baltimore durante la misma noche del martes.
Los fieles a Trump acusan al resto de no apoyar los valores estadounidenses atacando constantemente al presidente electo de todos los americanos, consiguiendo desunir al país. Los -cada vez más numerosos- detractores del magnate acusan a sus seguidores de apoyar a un líder racista que representa todo lo opuesto a los valores estadounidenses, consiguiendo desunir al país.
Al final acabarán consiguiéndolo entre todos. Y mientras el país se resquebraje, los nazis y racistas seguirán marchando sobre sus grietas.