¿Qué puede haber más aburrido que leer sobre economía? Escribir sobre economía…
(Howard Zinn, “Marx in Soho”)
Vasco Núñez de Balboa emprendió las primeras expediciones al interior de lo que hoy conocemos como Panamá, a principios del siglo XVI. En el empeño conoció a un aborigen llamado Comagre, quien le procuró algo de oro y esclavos. Sin esperar las Luces europeas, el dulce comercio (Montesquieu) ya hacía de las suyas en América. Según las crónicas, cuando Núñez de Balboa repartió el oro entre sus soldados, algunos alegaron injusticia y se produjo una riña. Entonces, Paquiaco, hijo mayor de Comagre, les increpó de esta manera:
Si yo supiera, cristianos, que sobre mi oro habíades de reñir, no vos lo diera, ca soy amigo de toda paz y concordia. Maravíllome de vuestra ceguera y locura, que deshacéis las joyas bien labradas por hacer de ellas palillos, y que siendo tan amigos riñáis por cosa vil y poca. Más os valiera estar en vuestra tierra, que tan lejos de aquí está, si hay tan sabia y pulida gente como afirmáis, que no venir a reñir en la ajena, donde vivimos contentos los groseros y bárbaros hombres que llamáis. Mas empero, si tanta gana de oro tenéis, que desasoguéis y aun matéis los que lo tienen, yo os mostraré una tierra donde os hartéis de ello.
Nada podía excitar más a un conquistador que mentarle el oro. Tumanamá se llama el lugar, agregó Paquiaco, está a seis días de camino, cruzando sierras antes de llegar al ‘otro mar’. Buscando Tumanamá, en el año 1513, Vasco Núñez de Balboa “descubrió” el océano Pacífico.
Con mucho menos esfuerzo las AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones) encontraron, en el siglo XX, algo mejor que Tumanamá: una masa de millones de clientes cautivos que les proveen una riqueza renovable, inacabable, inextinguible: cotizaciones obligatorias a cambio de muy poco o nada.
En el año 2014, la masa de activos controlados por las 300 principales AFP del mundo alcanzó la simpática cifra de US$ 15,4 billones. Dicho así, no te titila la afectiva. Sin embargo, equivalía al PIB de los EEUU, primera potencia económica del planeta.
Sin embargo, un estudio de Willis Tower Watson sobre los mencionados fondos de pensión muestra que, por primera vez desde el inicio de la crisis financiera, los activos se repliegan: en el año 2015 cayeron en un 3,4%. Un cambio de tendencia brutal visto que en el 2014 habían aumentando en más de un 3%. Un titular de la prensa financiera pone los pelos de punta:
EEUU: Los regímenes de pensión de los funcionarios están desfinanciados en un monto de 3,85 billones de dólares. Podrían hundir el país en una nueva crisis, como la de los ‘subprimes’ inmobiliarios.
Curioso: nunca los regímenes de pensión por repartición amenazaron con tal desastre. ¿Qué ocurre? Nadie pone en duda la excelencia de la gestión de las AFP, sería demasiado pedir.
Un culpable, según los ex-pertos, es la baja de las tasas de interés en el mundo. ¡Aun cuando los capitales administrados por las AFP jamás han sido remunerados a la tasa de interés definida por los bancos centrales!
¿Dónde invierten las AFP? Aun cuando pueda sorprenderte, las AFP no invierten. Le pagan a terceros para que inviertan en su nombre. Estos ‘terceros’ cobran. ¿Cuánto? Demasiado. Lo cierto es que tus ahorros hacen primero la fortuna de las AFP, y de los ‘terceros’ que invierten en nombre de las AFP, antes de, eventualmente, procurarte algún rendimiento.
El nombre de Calpers no te dice nada, sin embargo es una de las más grandes AFP de los EEUU: The California Public Employees’ Retirement System, que administra unos 300.000 millones de dólares, tiene más de 1.600.000 afiliados previsionales (AFP), y más de un 1.300.000 afiliados en sus planes de salud (Isapre).
Buscando altos rendimientos, high yields en la lengua de los ex-pertos, Calpers puso los fondos que administra en manos de diferentes hedge-funds. Si no sabes lo que es un hedge-fund, la definición más cercana es algo así como el Casino de Montecarlo o bien, evocando el tango Por una cabeza, jugar tu plata a las patas de los caballos.
Como en el caso de los productos derivados, –‘activos financieros’ inventados a partir de otros ‘activos financieros’–, existen hedge-fund-of-funds, que juegan en la ruleta planetaria las platas que logran amasar los hedge-funds. Calpers puso mucho dinero precisamente ahí, en 24 hedge-funds, y seis hedge-fund-of-funds.
Bloomberg describe el resultado: Calpers «ha estado trabajando para reducir el riesgo después que la crisis financiera global le hizo perder más de la tercera parte de los fondos, obligando a aumentar los impuestos de los contribuyentes para cubrir sus pérdidas. Calpers comenzó a invertir en los hedge-funds en el año 2002 con el objeto de alcanzar sus objetivos de rentabilidad para cubrir los crecientes costos de las pensiones de los jubilados del sector público». ¡Bravo!
La propia Calpers asegura que su ambicioso objetivo para los fondos que recibe de los funcionarios californianos es una rentabilidad del 7,5%. Ahora bien, la rentabilidad que Calpers ha obtenido en los últimos diez años promedia un 4,8%.
Según Bloomberg, por arriesgar tu dinero los hedge-funds cobran el 2% de los fondos que les son confiados, más un 20% de la rentabilidad que obtienen, lo que hace toser a las AFP que, por su parte, no practican exactamente lo que pueda llamarse la beneficencia pública.
Si ganas $ 500.000 al mes, le cotizas el 10% a tu AFP, o sea $ 50.000 mensuales. Por administrar ese dinero la AFP te cobra el 1,45% de tu salario, o sea $ 7.250 que equivalen al 14,5% de tu ahorro. La AFP le pasa ese dinero a un hedge-fund, y este cobra un 2%. El ahorro de $ 50.000 se reduce a $ 49.000. Si gracias al hedge-fund esos $ 49.000 rentan un 5%, o sea $ 2.450, la repartición hace que el hedge-fund se lleve $ 490, y te queden $ 1.960.
Resumiendo: ahorrar $ 50.000 te cuesta $ 8.740 (AFP más hedge-fund) o sea un 17,5% de lo ahorrado, y te produce $ 1.960, o sea un 3,92%.
Para la AFP y el hedge-fund la rentabilidad es infinita porque no ponen capital propio (cualquier cifra dividida por cero…). Tumanamá. Mejor que Tumanamá…
Siempre según los ex-pertos, el otro culpable del relativo debilitamiento de las AFP es «la caída del crecimiento en los países emergentes y la apreciación del dólar contra las otras divisas». Las AFP de Japón, de Brasil y de África del Sur, le echan la culpa a la ‘debilidad de dólar’. Así, la ‘apreciación del dólar’ y la ‘debilidad del dólar’ explican el mismo fenómeno. ¿Tú entiendes algo?
Nótese que las pensiones servidas en los países ricos las pagan, en no poca medida, los países pobres que ahora llaman ‘emergentes’. A las AFP también les molesta el bajo precio del petróleo y las bajas tasas de interés, elementos que a priori favorecen la inversión y el crecimiento.
Consultadas las primeras 20 AFP planetarias, 13 indicaron que la baja de sus resultados se explica en razón de la incertidumbre que ha reinado en los mercados financieros, el menor crecimiento en China, la baja de los precios del petróleo y la política de la FED, que no subió las tasas de interés (que estaban en torno a cero %) durante nueve años. En otras palabras, la culpa la tiene la mala suerte. O el empedrado. O la vaca (anécdota colombiana).
Por otra parte, 7 AFP manifestaron su inquietud ante el envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida. Dicho de otro modo, a las AFP les conviene que la población muera joven. Hace años, paseando en Montevideo, vi dos grafitis cuyo mensaje me pareció oscuro. El primero decía Haga patria, mate un viejo. Dos cuadras más allá, el segundo rezaba: A los viejos hay que matarlos cuando aún son jóvenes. Ahora, conociendo las AFP, dichos mensajes me parecen luminosos: encandilan.
Pobres AFP, en un contexto de bajas tasas de interés se ven obligadas a correr más riesgos con tu dinero, como la ya citada Calpers, que perdió más del 33% de sus fondos. Según la FED, banco central de los EEUU, en los años 1950 las AFP estadounidenses invertían en obligaciones, o sea en renta fija sin riesgo, un 96% de sus fondos. En los años 1990, las obligaciones representaban solo un 50% de sus inversiones. Ahora, apenas un 27%.
En el ámbito planetario, las 20 principales AFP colocan sus fondos del modo siguiente: 40,8% en acciones (renta variable) y 39% en obligaciones (renta fija). GPIF, fondo de pensión del Gobierno japonés, decidió aumentar sus colocaciones en acciones (renta variable) y perdió US$ 52.000 millones en un año.
Lo que no le impide a las AFP, a los hedge-funds, a los bancos y a las compañías de seguros proclamar a los cuatro vientos que son… ¡expertos en riesgos!
El Instituto Hoover (Universidad de Stanford) asegura –como ya se dijo– que las AFP estadounidenses están 3,85 billones de dólares por debajo de la línea de flotación. (Nada nuevo: en el año 2001, la quiebra de ENRON hizo desaparecer los fondos previsionales de sus 40.000 empleados). El autor del informe Hoover, Joshua Rauh, dice: «Es una bomba de tiempo». Danielle Di Martino, exconsejera de la FED de Dallas, agrega: «¿Porqué no está en la primera página de la prensa? Como en el caso de la crisis de los subprimes, todo parece escrito de antemano. Y, sin embargo, se espera que la situación explote».
El Instituto Hoover, que examinó 650 sistemas de previsión en todo el país, estima que no existe ninguna ciudad ni ningún Estado de los EEUU cuyo sistema esté equilibrado financieramente.
En abril del 2016 la Agencia Moody’s estimaba que el déficit de los sistemas de previsión federales era del orden de US$ 3,5 billones, o sea un 20% del PIB de los EEUU. Si a eso le sumas el déficit de los planes previsionales de los gobiernos locales, o sea los US$ 3,85 billones mencionados más arriba, «el déficit total llega al 40% del PIB» de los EEUU.
Por las AFP, o por los hedge-funds, no te inquietes. Ellos ya cobraron. La cuestión que plantea la quiebra de los sistemas previsionales por capitalización es cómo pagarle a los millones de víctimas que esperan una jubilación.
Los dueños de las AFP tienen la respuesta lista: hay que aumentar el monto de las cotizaciones, y aumentar la edad de la jubilación. Y confiarles, desde luego, la gestión de los montos que trae consigo el aumento de cotizaciones. En cuanto a la edad mínima para jubilar, 80 años les iría bien, y no falta quien tiene el descaro de agregar que 90 años tendría la enorme ventaja de equilibrar de golpe todos los sistemas de previsión.
Y es que detrás de la previsión, como mercado, hay una lógica infernal.
En un sistema por capitalización (AFP) debes capitalizar, es decir acumular un monto significativo, que una AFP se encarga de hacer fructificar para pagarte una pensión al cabo de muchos años. Tu dinero es invertido en acciones u obligaciones en los mercados financieros. Ahora bien, visto que no puede haber un aumento del lucro sin una caída de los salarios, para que los fondos renten más, millones de asalariados deben aceptar ganar menos, o bien estar en el paro. La contradicción, evidente, escapa sin embargo a la perspicacia de nuestros Gobiernos.
En un sistema solidario por repartición, las cotizaciones de quienes trabajan (provenientes del salario y del aporte de la empresa) pagan las pensiones. Por lo tanto, mientras más trabajadores tengan empleo, y mientras más altos sean sus salarios… más plata hay para pagar las pensiones. La lógica es radicalmente diferente. Un sistema solidario por repartición aconseja buscar siempre el pleno empleo y mejores salarios. Pero en ese caso la previsión ya no es un mercado.
Precisamente. En Chile, paraíso del neoliberalismo más salvaje, ni los Gobiernos, ni el Congreso, se resuelven a comprenderlo. De ahí que hayan optado por seguir la opinión de los ex-pertos: aumentar las cotizaciones y la edad de la jubilación.
Las AFP chilenas exhiben una rentabilidad promedio de 3,3% en 10 años, y de 4,7% en los últimos 5 años. El genio chilensis no tiene mucho que envidiarle al genio de California. Como en los EEUU, la rentabilidad obtenida es insuficiente para servir las pensiones comprometidas. Queda el recurso de bajar las pensiones, remedio ya utilizado en los EEUU, pero las pensiones chilenas son miserables…
De ahí que se recurra al expediente del espejismo. En este caso, el espejismo consiste en “mirar” el modelo canadiense. El Canada Pension Plan Investment Board (CPPIB) acaba de informar que al cierre de marzo el sistema obtiene una rentabilidad promedio anual de 5,1% en la última década. ¿Y ahí? A 10 años, Calpers obtiene un 4,8%, y las AFP chilenas un 3,3%. ¿Dónde está la extraordinaria diferencia?
Gracias a la libertad de circulación de capitales, su rentabilidad tiende a nivelarse: quienquiera constata que en otro sitio el dinero renta más, corre a buscar esa rentabilidad, hasta que globalmente todos los capitales rentan más o menos lo mismo. No hace falta salir de Harvard para saberlo.
Mark Machin, director ejecutivo del CPPIB, sostiene que el fondo de pensiones ha sido más creativo. ¿Más creativo? ¿Qué fue lo que creó Mark Machin? «No estamos invirtiendo en bienes raíces de Manhattan, estamos invirtiendo en vivienda estudiantil, lo que requiere todo un nivel de experiencia extra», declara. ¿Qué tanta experiencia extra?
En materia financiera, cualquier principiante sabe que, información privilegiada y sabios calculitos mediante (sobre todo información privilegiada), puedes obtener una mejor rentabilidad durante algún tiempo, pero no todo el tiempo. Si no me crees, pregúntale a Inverlink. O a Piñera.
Los ansiosos bucaneros chilenos quieren hacer creer que, copiando el sistema canadiense, podrían satisfacer a sus víctimas. En la prensa de Santiago, el gremio de las AFP declara:
Un 55,4% de la cartera del CPPIB está en Renta Variable en mercado público y privado, e invierte un 48,1% en activos alternativos, mientras en Chile, «recién se legisló para autorizar la inversión en estos instrumentos, límite que estará entre 5% y 15% de los Fondos».
El mensaje es claro: «Déjame hacer lo que me salga de las narices y ya verás lo que verás». ¿En serio? Gracias a la crisis de los subprimes, Calpers perdió más de un tercio de sus activos de renta variable. Las AFP chilenas en torno al 50% de sus fondos colocados en acciones.
Por las AFP y los hedge-funds no te inquietes: ya habían cobrado.
Volviendo a los forajidos que vinieron a “descubrir” América, Tumanamá, así como el legendario Eldorado y un riquísimo y remoto territorio llamado Birú del cual venían hombres en canoas hasta la actual Colombia, alimentaron la quimera del oro.
Para encontrarlo y apoderarse de él, los conquistadores sudaron lo suyo. Buscando el Birú, Diego de Almagro –asociado en la empresa con Francisco de Pizarro y Hernando de Luque– perdió un ojo. Por eso exclamó: «Este negocio me ha costado un ojo de la cara«.
Las AFP encontraron un negocio mejor que Tumanamá, Eldorado y el Birú juntos. Y no les costó ni una pestaña. Como se dice en español castizo, les salió por la cara.