Según datos recientes publicados por la ONU, España es el cuarto país del mundo donde la población vive más tiempo -con una edad estimada de 82,8 años- debido, entre otros factores, a la importancia de las relaciones familiares. Un vínculo al que los expertos en psicología sólo ven ventajas: "fomentar las relaciones entre los más jóvenes y los más mayores, independientemente de si son parte de la misma familia, es perfecto para que ambas partes conozcan sus realidades; de hecho, el papel del abuelo o del bisabuelo resulta fundamental en la educación de los menores, ya que puede aportar muchos valores que hoy se están perdiendo en algunos sectores de la población".
Pero los efectos de esta situación también tiene repercusiones en el ámbito sentimental. Con el aumento de la esperanza de vida, lo que hasta ahora representaba 20 ó 30 años de matrimonio se prolonga en la actualidad hasta los 50. De ahí que las parejas, si miran con perspectiva de futuro, puedan encontrarse con una especie de sentencia a muerte programada, angustiosa incluso para la pareja más enamorada. Parece que el final feliz “y comieron perdices” ya no resulta tan conmovedor.
Es más, según el INE, los matrimonios en España duran una media de 16 años, lo que hace olvidar las bodas de plata y oro que muchos de nuestros padres sí han podido disfrutar. Los jóvenes de hoy, sin embargo, que se casan alrededor de la treintena, tendrán tiempo suficiente para pasar por dos o tres matrimonios hasta llegar a convertirse en octogenarios. Una por otra, vamos.
Así pues, términos como familia, estabilidad o fidelidad están cambiando de dirección y significado en un periodo que para muchos se antoja interminable. Es más, el Instituto de Política Familiar realizó un estudio en 2015 en el que subrayaba que el número de divorciados en España en 2014, cerca de 2,3 millones, se ha duplicado en relación a 2004.
Bajo esta perspectiva, la psicóloga Laura García asegura que “el concepto de pareja como proyecto de vida a largo plazo se ha modificado por completo; es un hecho que la idea que tenemos de la pareja se ha transformado y ahora pesa más el ‘hasta que acabemos de disfrutarnos’ que el ‘hasta que la muerte nos separe'. Si realmente permaneciéramos juntos hasta el último día de nuestra biografía, significaría que muchos compartiríamos penas y alegrías más allá de los ochenta. Y cama con una sola persona durante tantísimo tiempo: cómo no vas a desear tener tres maridos o esposas. Solo pensarlo suele producir en las personas una elevada ansiedad anticipatoria de enclaustramiento que les anima a buscar fuera de casa otras fuentes de satisfacción personal, afectivo y/o sexual”.
Del mismo modo, otros expertos ponen de manifiesto que “en los primeros matrimonios se busca construir un mundo en torno a ellos, un hogar, una familia..., mientras que en los segundos, el objetivo es estar juntos sin más; son relaciones distintas pero, no por ello, menos o más felices. Sin embargo, la tendencia a buscar parejas con patrones similares a la anterior, hace que se repitan los mismos conflictos del pasado, abocándonos a cometer idénticos errores”.
Con todo, nada tiene de malo seguir creyendo en el amor y apostar lo mejor por la persona que tenemos a nuestro lado; no obstante, García añade que “la forma en que se viva la fidelidad siempre dependerá del concepto que sus miembros pacten. Eso sí, cuanto más flexible y abierta consideren su relación, más probabilidades habrá de que ésta se mantenga saludable por más tiempo. En el fondo, muchas parejas jóvenes piensan que al tener más años de vida por delante, dispondrán de más opciones para tener otros compañeros; por eso se esfuerzan menos por mantener en buen estado su relación. Pasan por alto que cuanto más cuidamos algo, más rédito le sacamos. Y, claro está, lo contrario también sucede, cuanto menos cuidamos una relación, ya sea de pareja o de amistad, menos importancia le damos y antes aparecen las ganas de sustituirla por otra”.
Está claro que el concepto de pareja ha cambiado pero eso no quiere decir que tengamos que prescindir de ella: disfrutemos de la vida mientras podamos y, si es en buena compañía, mejor que mejor...