Milano Cadorna se llena de pasos rápidos que se paran frente a las pantallas. Maletas y bolsas de viaje siguen a esos pies que andan irregulares por la estación. ¡Ah! ¡Ahí es! Como Nord Lago, biari 6. Vale, ya estamos dentro. Nos vamos. Una horita y listo.
El tren arranca y tras un paseo cruzando Lombardía, nos bajamos en una estación situada junto a una calle no demasiado bonita y que nos rompe, en un primer momento, esas expectativas que teníamos construidas sobre la ciudad del lago en el que los famosos hollywoodienses deciden comprarse una villa.
Tan sólo unos pasos son suficientes son suficientes para mostrarnos lo malos que son los prejuicios. Llevamos sólo dos minutos andando hacia el centro de la ciudad cuando nos encontramos de frente con la monumental catedral de Como y su cúpula turquesa. Bajar la mirada a las calles de alrededor supone reconstruir esa imagen señorial que teníamos de la ciudad antes de llegar. El casco antiguo se extiende coronado por varias plazas donde habitan las terrazas preparadas para acoger el obligatorio Apferol del mediodía que ni foráneos ni locales dejan pasar. Y después, el lago.
El Lago de Como engulle 146 kilómetros cuadrados de cuenca alpina en forma de i griega invertida que fluye muy cerca de la frontera con la vecina Suiza. Como, al fondo de uno de los brazos, reúne su vida en torno al lago y decenas de barcos salen cada día de su puerto para poder disfrutar de las vistas que regalan sus orillas llenas de villas, casitas y pueblos ubicados verticalmente en posiciones imposibles sobre las montañas.
Los turistas se agolpan en las ventanas del ferry mientras éste avanza a toda velocidad alejándose de Como. “Mira, ahí creo que vive Madonna… ¿O era ahí?... ¡Ah no! Es la de George Clooney. ¡Lo vi en el Hola!”. Y Bellagio, Menaggio y Varenna. Los principales destinos turísticos en torno al lago. Pequeñas ciudades en cuesta sacados de un cuento, de uno muy bonito, con lugares de ensueño. Tiendas con escaparates llenos de seda de Como: bufandas, corbatas, fulares…
De vuelta a Como, desembarcamos en su puerto y una valla colorida llama nuestra atención. Miles de sencillos candados de plástico de colores cuelgan enganchados todos con la misma frase serigrafiada Rivogliamo il nostro lago (“Queremos nuestro lago”). Al acercarnos encontramos vallas y unas obras a medio hacer que obstaculizan a lo largo de gran parte del paseo tanto el acceso al lago como las vistas del mismo.
Varios voluntarios reparten candados de colores con el mismo mensaje y nos explican que esas obras se comenzaron a hacer para instalar un pasamanos y unas mamparas junto al lago hace varios años pero siguen sin acabarse perjudicando directamente al lago y a todos los que viven de él. Ya en mayo de 2016, el periódico La Provincia, repartió junto a sus ejemplares tarjetas postales del “Wall of Shame” (Pared de la vergüenza) realizadas por el artista Mr. Save the Wall para que los ciudadanos se la enviaran a los responsables de esas obras con el fin de que las concluyeran o las desmantelasen inmediatamente.
Actualmente, al pasear por el paseo junto al lago, existe un tramo del recorrido que hay que realizar por la carretera al toparse con la valla coloreada de candados de protesta. Varios metros que imposibilitan el paseo y afean un paisaje tan idílico y emblemático como es este lago. Desde las autoridades, prometen solucionar este problema lo antes posible, pero los locales no confían en ver todavía al escenario de Casino Royale y de toda su vida libre del metal, las vallas y los candados de colores.