Gaspar Llamazares, no hace mucho, concretamente la Navidad pasada, consideraba que 2016 fue el año de la frustración del cambio. “Es necesario reconstruir una alternativa de izquierdas solvente porque actualmente la izquierda alternativa está perdida y ya no marca el paso de la oposición”.
No me importa saber quién es más puro ni quién es la marca blanca dentro de la izquierda, ni quién de todos los quijotes socialistas y del movimiento 15-M salvará nuestro país. Tampoco me interesan sus discursos muy dudosos sacados de la biblioteca de la facultad de Ciencias Políticas, lo que sí sería un verdadero regalo saber es cuándo van a empezar a ser lo que dicen que son, la oposición. ¿Qué vais hacer para cambiar España a mejor? ¿Os lo planteáis para este siglo?
Negación, autojustificación, incompetencia, reproches, desorientación y lamentables batallas de tweets, es lo que nos ofrecen señores como Iglesias, Errejón, Echenique, Sánchez, Rufián…desde hace más de un año. Mucho ego mal construido y mucho de: “yo soy el candidato perfecto, yo soy la salvación”. Son una nueva categoría dentro de la teletienda para entretener al pueblo, tan baratos que no se pueden devolver.
Vender, vender y vender imagen, de eso se trata. En un país donde ciertos periodistas rivalizan en la entrevista televisada para tener el ombligo más grande que estos señores y donde olvidan hacer las preguntas correctas. ¡Ay, Pastor que terminas siendo oveja!
Declarados enemigos del PP, pero sobre todo son enemigos entre ellos mismos. Califican a Ciudadanos de subalternos de la derecha mientras ellos hacen suyo el separatismo catalán, casi suena a chiste siendo ellos los criados de ERC. Es fácil de entender porque los podemitas carecen de ideas y causas propias.
La izquierda en nuestro país ya no representa la inteligencia colectiva, ni el pensamiento global de la oposición ciudadana, ya no son los suministradores públicos del pluralismo obrero, ya no son los deseados para fortalecer nuestro sistema democrático. Todo lo contrario, como oposición han olvidado lo que realmente preocupa a sus seguidores: gestión, capacidad democrática y oportunidades para todos.
La democracia está en peligro cuando la izquierda no sabe pensar. La alternancia se limita a un simple cambio de personas sin diferencias en las políticas, acciones cada vez más lejos de los intereses del pueblo dentro del espectáculo de la sobreactuación. La derecha es hegemónica porque la izquierda ha dejado al sistema sin contrapeso. Es tan fácil que Rajoy, en el último congreso del PP, agranda y confirma a Cospedal después del empedramiento de Bárcenas.
Los que estén de acuerdo con esto y piensen que para derrotar al PP la solución es Podemos, solo un apunte, el populismo no es democrático. La democracia necesita pluralismo y el señor Iglesias y su prole identifican a la ciudadanía como única, homogénea y antielitista. Los populistas prosperan en el conflicto y los que se oponen a sus ideas son enemigos del pueblo.
Gritamos al cielo criticando a Donald Trump por su populismo de derecha, el mismo que viola los derechos de minorías pobres e inmigrantes, pero a cambio Podemos nos vende lo mismo enfrentando a la gente trabajadora contra la élite social. Son lo mismo, ambos generan desigualdad y son invertebrados en las sociedades democráticas. Lo siento, pero no lo compro.
El odio a la derecha no puede volver a ser el programa del PSOE. Cualquier socialista decente reconoce a la derecha como su enemigo, claro, pero el discurso tiene que ser mucho más que eso. Imitar a la izquierda radical, obsesionarse con el PP y pasar la mano por la espalda al independentismo catalán han sido los grandes problemas de identidad del señor Sánchez.
Inmerso en su concurso de popularidad, ahora el PSOE está listo para las primarias con Patxi López y, cómo no, Pedro Sánchez, con él disfrutaremos de los grandes éxitos de Pimpinela. Alguna lagrimilla nos enseñará cuando tenga que irse de nuevo. En su programa como candidato vuelve a proponer una alianza de progreso con Podemos. ¡Susana, por favor, preséntate y líbranos del mal!
Luchas fraticidas Iglesias-Errejón, alcaldes podemitas que en su vida han leído la Constitución, la pesadez de Sánchez y sus deseos de fama permanente, la necesidad independentista de Rufián que piensa que la economía de mercado es comprarse una chaqueta en Zara, la mofa de Arthur Mas ante los tribunales… tantos estudiosos de la interpretación en la política. Puro teatro.
¿Esta es la oposición que quiere España?