La sospecha del espionaje ruso durante la campaña electoral, para que venciese Trump y perdiera Hillary Clinton, ya acaparó la atención en los medios de comunicación de todo el mundo. Para los que no entiendan que pasaba con los dichosos emails de Hillary y por qué estaban en la salsa el FBI y los rusos, es fácil de resumir.
En marzo de 2016, Wikileaks, un medio online de dudosa reputación, publicaba más de 30.000 emails privados entre Clinton y sus ayudantes, destapados oficialmente por el Departamento de Estado después de que investigaran a la candidata por usar su propio servidor de correo mientras ejercía el cargo de Secretaria de Estado. Algo impensable y casi increíble ejerciendo semejante cargo y en un país tan susceptible con el tema de la seguridad nacional.
Esto no solo favorecía la campaña de Trump, sino que además el magnate en aquel momento animó a Rusia a hackear el correo electrónico de Hillary Clinton. Con semejante resaca, al futuro presidente le crecen los enanos haciéndose público un informe con contenido muy comprometedor que mancha aún más su imagen a escasos días de su nombramiento.
Esta semana tirando del ingenio televisivo al que nos tiene acostumbrado, Trump ha reconocido por primera vez que hubo hackers rusos que robaron documentos y correos electrónicos en la campaña electoral para perjudicar a los demócratas y a la candidata Clinton. “No volverá a pasar más, ahora nos respetarán”, así lo defendía y lo seguía defendiendo con una gran frase: “Si a Putin le gusta Trump, no es una debilidad sino una fortaleza”.
Creo que Papá Noel tuvo que devolver su asesor de comunicación a Laponia… así podría entender semejante declaración. A eso se le llama presumir de amigos… veamos cuánto dura la fiesta. ¿O quizás escondía algo más esa frase?
Puede ser que tanta miel se deba a esa conspiración, denunciada por tantos, de un frente común: Trump y Putin, contra Hillary Clinton. Al presidente ruso le venía al pelo ayudar al futuro presidente y quitar del mapa político a la candidata. Ya que los intereses de Rusia en Siria chocaban con la administración de Obama y hubiesen chocado con los de su heredera, Hillary.
Puede ser que el lanzamiento de flores al presidente ruso se deba al mencionado informe difundido esta semana, primero por BuzzNews y después por los medios estadounidenses más renombrados. Donde se explica la relación entre Donald y Vladímir desde hace ya varios años para diseñar una estrategia contra Hillary Clinton. Además del contenido político del informe, repleto de espías rusos y trapicheos, hay un espacio muy descriptivo donde se cuenta una supuesta orgía de Trump con prostitutas rusas incluida una “lluvia dorada”. Aquí necesitamos el monito del WhatsApp y nos taparemos los ojos, prefiero ahorrarme los detalles.
De todo esto se desprenden dos cosas: que ser espía no es algo de la pasada Guerra Fría, y que hay hechos que le permiten a Putin estar sobornando al futuro jefe de la Casa Blanca. Vaya, que no hay boda, ni luna de miel, sino que es un intercambio de favores al viejo estilo. Lo que me intriga saber es quién maneja el collar del perro.
El informe ha sido elaborado por Christopher Steele, exagente del M16 británico, y su nombre ha salido a la luz en The Wall Street Journal. El material de 35 páginas fue calificado por Trump en rueda de prensa de “montón de basura” y en su twitter llamó a Steele “espía fracasado”. Yo no diría lo mismo, cuando dejó el servicio hace ocho años era jefe de la sección para Rusia del MI6.
Dicen por ahí, que en los mentideros de Washington hay consultoras que investigan a políticos y otros personajes de interés. A veces se les puede identificar como la empresa FusiónGPS que contrató a Steele al inicio de la carrera de las primarias del Partido Republicano, con la misión de buscar material comprometedor sobre Trump. La identidad del contratante se ignora, pero la BBC ha afirmado que se trata de Jeb Bush, rival republicano del magnate en las primarias. Por supuesto, el hijo del expresidente George Bush lo ha negado.
Para aquellos amantes del agente 007 he de decir que Steele está desaparecido desde que se ha destapado su autoría. Dejó su casa a las afueras de Londres aterrado por las posibles represalias. Lleva en su mochila que el traspaso de poderes entre presidentes en Estados Unidos sea un autentico circo, y haberle metido un gol a la inteligencia rusa por conseguir información que solo está en los cajones de la mesa presidencial de Putin.
Donald Trump llegará a la Casa Blanca con los peores registros de popularidad de la historia. Cuando tome posesión el próximo viernes se convertirá en el primer presidente de Estados Unidos mayoritariamente rechazado al llegar al cargo.
Aunque todo esto ya se conoce en la vieja política. No creo que sea la primera vez que este juego de información reservada se dé entre países. Tampoco creo que sea la primera vez que existe una conspiración para destrozar la carrera de un candidato o incluso de un presidente. Y por no creer, no creo que las agencias de inteligencias de países como el Reino Unido, Rusia, Estados Unidos y China… estén de “recreo” observando expedientes de posibles terroristas. Los servicios de inteligencia en la actualidad trafican con la información más peligrosa que existe, esa que puede provocar los grandes conflictos bélicos. Eso ha sido así siempre.
El tema es: ¿ayuda que ese tipo de información llegue a los medios de comunicación?