Intentar escribir sobre moda es, para un servidor, dada mi más completa y absoluta ignorancia al respecto, un auténtico desafío. Pero como soy osado, no me meto con nadie y nada tengo que perder, ahí voy con ello.
Érase una vez que se era –desde el punto de vista del autor de este artículo–, digamos que una mirada “apócrifa” del mundo de la moda, o un intento de análisis de hacia dónde se dirige esta convulsa sociedad global… Érase una vez que se era un par de zagales que pusieron en marcha, hace ya casi un lustro, el sueño de crear una empresa de moda. Y para mi tranquilidad, incluso para mi sorpresa, para mi alegría y satisfacción, he podido comprobar –a partir de una mera y grata conversación– cómo las nuevas hornadas de jóvenes, la Generación X y los “pre & post - millennials”, jóvenos y jóvenas, también son capaces de transmitir valores cercanos a la sensatez, la prudencia, la reflexión… Y todo ello compatibilizado con la creatividad, la ilusión, la intuición, la pasión…
La aventura empresarial –el ahora tan manido ‘emprendimiento’– va en este caso unida a la percepción de una realidad que huye de la extravagancia, que profundiza en el mundo del diseño y se acerca al ramo textil de la creación desde una modesta sencillez personal. Dos chicos sencillos, encantadores, que se conocen, se enamoran y deciden empezar a construir su futuro, a dar forma a sus sueños, a través de una pequeña empresa. Una nueva marca, modesta y artesanal. Y así queda fielmente retratada en una propuesta de moda fresca, absolutamente contemporánea y firmemente alineada a las nuevas formas de marketing y venta online; una propuesta directamente canalizada por las exigencias de la nueva realidad virtual del siglo XXI que impone internet y los nuevos canales digitales de comunicación.
Desde el centro histórico de España, en Toledo, la Ciudad Imperial, la inmortal ciudad del Greco y de las tres culturas, del Alcázar y la Catedral primada, donde más que en cualquier otra urbe cosmopolita el movimiento se hace andando, pasito a pasito, “piano-piano”, Ester del Campo (1990) y Mariano del Valle (1987) escriben su propio cuento de hadas. Nuestra princesa y su héroe, son novios y residentes en Toledo. Ambos se conocieron en la Universidad, estudiando ADE –Administración y Dirección de Empresas–. Libra ella, él capricornio, aún no han llegado a su tercera década de vida y ya han puesto en marcha su propia empresita de moda. El proyecto profesional y empresarial de estos aún veinteañeros –compartido con su propia relación personal, pero en cualquier caso siempre subordinado a su proyecto de vida en común como pareja– nació, así mismo, en la Universidad. Allí se conocieron y allí concluyeron que querían montar una empresa de moda. Creo que hoy se les definiría como emprendedores.
Corría por aquel entonces el año 2007. Ester ya tenía prendida –nunca mejor dicho– esa fijación en el mundo de la moda. A partir de sus series de televisión y películas favoritas, se empezó a fijar en las celebrities, en cómo vestían fuera de la pantalla, en cómo iban por la calle…
Ester: A mí me gustaba, pero luego no encontraba eso en las tiendas. Entonces pensé, “voy a hacer yo mi ropa”. Me ayudó mi abuela a empezar, a confeccionar mis primeras prendas. Aunque yo iba mucho más rápida, a mi aire. Siempre quería y necesitaba más.
Así que, con ese gusanillo vocacional ya evidente, en lugar de estudiar Diseño empezó a estudiar ADE, “porque era una carrera que tenía salidas y me permitía crear en un futuro una empresa de moda, que es lo que yo quería”. Pero la carrera, en realidad, está más centrada en la cruda realidad, es decir, en temas de economía y empresas… y, casi sin quererlo, Ester fue abandonando la idea de la empresa de moda.
Y aquí es donde reaparece Mariano, nuestro príncipe valiente, el héroe que salvó sus sueños y apostó, como sólo un enamorado quiere hacer, por el sueño de su amada; si bien que en este caso de lo que se trataba era de no despertarla de su “fantasía”. Así, tras unos carnavales en los que Ester confeccionó los disfraces y le contaba a Mariano todo lo que sentía, todo lo que había disfrutado haciéndolo, él volvió a animarla, con más empuje y convicción. Y, manos a la obra, empezó a buscar contactos, a gente que les pudiera ayudar a seguir con ese sueño. A Ester le brillan los ojos al contarlo.
E: Por conocidos, encontramos a Ana García, una patronista de Toledo amiga de un tío de Mariano. Ella se ha dedicado durante mucho tiempo a dar clases ¡Casi me pongo a llorar el día que me enseñó su taller! ¡Me quedé emocionadísima!. Así, íbamos haciendo cosas, me iba formando, di las clases de patronaje con ella… pero me pasaba igual que con mi abuela. Ella me daba la base pero yo necesitaba más, iba más rápido… En clase me daban la teoría y al final en casa yo hacía de todo.
¿Y Mariano? ¿Cómo llegó a este punto de inflexión?. Lo suyo, la carrera de ADE, es más vocacional. No había ninguna segunda intención.
Mariano: Después de aquellos famosos carnavales, yo vi que ella tenía algo ahí dentro, un arte que tenía que sacar. Yo sabía que ella estaba ilusionada y lo que le dije es que era posible hacer una empresa pequeñita. La gente tiene mucho miedo a la palabra ‘empresa’, pero yo creo que si vas haciéndolo con ilusión y paso a paso, las cosas, con cariño y dedicación, salen. Y nada, yo fui mirando la otra parte, la más fea, la de viabilidad del proyecto, proveedores, publicidad… Empezamos muy poquito a poco. Sacamos una colección de 4 ó 5 vestidos en Navidad –"el 26 de noviembre de 2012", apunta Ester–. Fue todo muy artesanal. No habíamos terminado todavía la carrera. Seguíamos estudiando...”.
Para esta pequeña colección, las fotos las hizo un amigo, para modelo posó su hermana –“que es muy guapa”, reconocen ambos–, etc, etc, etc.
M: Era una colección muy inocente. Se veía que tanto la marca como la diseñadora estaban en sus inicios. Estaban empezando a gatear en el mundo de la moda. Tuvo buena aceptación y, nada, a partir de ahí empezamos a lanzarnos y a seguir animándonos con más colecciones.
E: Nosotros no queríamos sólo hacer ropa a quien fuera viniendo. Queríamos hacer una empresa de moda en condiciones, bien organizado, algo serio aunque fuera artesanal todo.
Así, se gesta su embrión: fraguado en el mutuo apoyo, la confianza ciega, pero con la convicción en las propias posibilidades; así se gesta a partir de un planteamiento sencillo, modesto o austero si se prefiere, incluso tibio y tímido en relación al circo empresarial en el que habitamos hoy día; así se gesta, desde la sencillez más natural, el nacimiento de este proyecto vital, profesional, vocacional. Y así se gesta el esbozo de una marca: Bluedale.
M: La parte creativa es la suya; el diseño, la confección, la idea del logotipo, las fotos, la web….
Pero el nombre sí que fue algo compartido.
M: Ella tenía otro nombre pensado, pero por tema de registro de patentes y marcas no pudimos cogerlo. Entonces empezamos a pensar. Al final, siempre nos reuníamos en una habitación que tengo yo en mi casa. La llamábamos la casa azul, ya que todos los muebles son azules… Siempre decíamos. “Venga, vamos a la casa azul y hablamos del tema…”. Y al final, acabó saliendo por ahí: Bluedale”.
E: Al principio costaba mucho, porque la gente por aquí dice “blu – e – da – le”… pero, bueno, poquito a poco va quedando Bluedale –pronunciado ‘blu - deil’. Y además ahora, los niños, con los colegios bilingües y demás… (risas).
Han pasado ya cuatro años desde entonces. Y aunque hay una evolución evidente de la marca y sus colecciones, lo cierto es que Bluedale sigue siendo una empresa pequeñita… si no unipersonal, casi, digamos, bipersonal y un poquito más. Mariano nos aclara con mejores argumentos el estado de la casa.
M: A ver, nuestra filosofía siempre ha sido ir muy paso a paso. Y la seguimos manteniendo. Nosotros defendemos que la marca vaya saliendo adelante con pasos muy pequeños pero seguros. No estamos en esa competencia brutal del mercado de la moda. Lo que queremos es ir afianzando nuestra marca porque nuestro posicionamiento es a través de diferenciación ¿Cómo? Ofreciendo productos artesanales, hechos aquí, en casa, en Toledo. El coste es mayor pero nosotros lo asumimos. Y sabemos que llegamos a un público singular, especializado y objetivo. Es difícil llegar a ese público. Pero lo cierto es que los pocos clientes que hemos ido haciendo se han fidelizado mucho, lo que es parte de nuestra estrategia: fidelización de los clientes. Cada vez que venga un cliente a por un pedido, si se puede traer a otro de la mano mejor. Pero lo importante es que nunca se vaya de casa. Una vez que entren, que no se quieran salir. Y que se sientan lo más a gusto posible.
En lo que se refiere a la parte creativa, la evolución de Bluedale se identifica, temporada a temporada, con una dinámica o ‘know how’ que podríamos definir como un “prueba y error”, que es lo que al final les permite dar un pasito más alla. Cuatro años, ocho temporadas, ven qué es lo que ha ido bien en cada colección, qué no y cómo lo pueden mejorar en la siguiente. Así, la ropa ha progresado según ha evolucionado Ester como persona. Así, Mariano, el “pepito Grillo” corporativo de la CEO y de la propia empresa, es quien mejor puede explicarnos objetivamente esa evolución.
M: Cuando empezó tenía 22 años. Se nota mucho cómo ha ido evolucionando en todo, en el diseño, el patronaje bastante asentado, la calidad de costura… en todo. Es un estilo más maduro.
Y Ester matiza:
E: Claro, porque como todo lo coso yo... Al principio, cuando me puse a hacer la ropa, a lo mejor había cosido 30 prendas. Ahora puede que haya cosido más de 400… –"más, más, más", incide Mariano–. Además, he cosido ropa de encargo y eso me da tablas de costura. Y en eso también ha habido mucha evolución. Siempre hay cosas que se pueden mejorar, como en todo, pero yo creo que hemos llegado a un punto muy bueno.
Básicamente, Bluedale presenta al año dos colecciones. Además, en Navidad hacen otra mini-colección y están viendo también la posibilidad de sacar otra colección especial de prendas para “invitada” en Primavera-Verano; es decir, como colecciones de fiesta entre medias de las colecciones. Eso exige ritmos, planificación, creación y desarrollo. Para ello, ahora mismo Ester está terminando ya la colección de primavera para empezar a ponerse de lleno con la de otoño de 2017. “Y ya voy con un poco de retraso…”, nos reconoce. El proceso productivo empieza en el diseño.
E: Yo estoy todo el día dibujando. No puedo parar. Y me gusta mucho ver que llevan las famosas, la gente, en las películas… en la calle, en cualquier parte… me fijo muchísimo. Y no dejo de pensar en lo próximo que puedo hacer yo.
Entonces, con una idea ya más o menos definida de lo que quieren, van a comprar y escoger las telas. Con las que van encontrando y sirven a la idea dibujada –tiene que haber coherencia–, se empieza el diseño definitivo. A continuación el patronaje. Luego cortar las telas: en primer lugar una talla S, que es la de su modelo y la del maniquí. Se comprueba que el patrón está bien, cómo queda la ropa puesta para ver qué cosas hay que cambiar y finalmente se hacen el resto de tallas. Se crea un pequeño stock para las ventas o por si hay que hacer alguna pequeña presentación y tener algo físico para enseñar a los clientes…
En todo ese entretanto, ya ha empezado el plan de marketing paralelo porque, no lo olvidemos, Bluedale es una tienda de moda de venta online.
M: Lo que es offline, es a través de gente que nos conoce, amigos, amigos de amigos… así también llega a mucha gente. En cuanto al online, lo hacemos todo nosotros. Sobre todo son redes sociales y el blog, donde escribimos bastante, porque aunque no hablemos de Bluedale, hablamos bastante de tendencias, y gente que esté buscando en internet tendencias, llega hasta nosotros así.
Sesión de fotos, actualización de la página web, vídeos…
E: Nuestra forma de marketing es a través de redes sociales porque la venta es online y la publicidad que hacemos también lo es, además muy sencillita. También a través de nuestra newsletter….
M: Nosotros creemos mucho en el marketing para fidelizar al cliente, como te he dicho antes. Es decir, que aunque nuestra forma de venta es online, luego nuestra manera de fidelizar al cliente suele ser artesanal, incluso física. Cuidamos mucho los detalles de packaging. Intentamos que cuando la gente recibe nuestra ropa se sorprenda. Es un detalle que les anima a probar. Llegamos al cliente a través del envoltorio, de la forma en que entregamos los paquetes. Por ejemplo, mandamos cartas tradicionales, no sólo correo electrónico… Si todo se queda en el online, no llegas igual al cliente que si lo haces tocando o viendo.
Y Ester vuelve a coincidir.
E: Nos gusta mucho cuando hacemos ventas y nos escriben los clientes diciendo que han recibido el paquete y que les ha encantado, que la ropa está muy bien, que están deseando repetir, que se lo van a decir a sus amigos… Eso siempre llena mucho porque al final trabajamos para eso, para que a nuestros clientes les guste lo que hacemos.
Así, también hacen un coqueto catálogo que envían por correo postal al cliente. Con ello consiguen complementar a la web, las redes sociales (sobre todo Instagram y Facebook), la newsletter… “Nos gusta llegar a ellos así. Hoy en día, recibir una carta hace ilusión”. Poco a poco, de este modo, la producción va creciendo de forma, si no exponencial, sí progresiva, a buen ritmo según reconocen estos jóvenes fundadores. Es cierto que al partir de cero, siempre es más fácil sumar. Pero ellos están contentos con esta cadencia.
E: La primera colección, fue una mini-presentación para, sobre todo, nuestros conocidos, la familia… y a lo mejor podemos decir que vendimos 20 prendas. En la siguiente, en la que fue arrancando también el modo on-line, ya se fue multiplicando y vendimos unas 60 prendas. Y luego, poco a poco, ha ido creciendo todo. No somos un gran portal de ventas… no sale humo… pero sí que vamos vendiendo.
Su mercado natural y geográfico, por infraestructura, de momento se centra en España. Y aunque también participan en ferias –cada vez de forma más selectiva– a día de hoy están centrados en la venta online, que ya representa aproximadamente un 50% de las ventas de los nuevos clientes que llegan a la marca. En este sentido, Bluedale es una constatación –peculiaridades incluidas– del crecimiento a nivel mundial del comercio online y más en concreto en el del sector de la moda. Mariano nos lo explica.
M: Cuando nosotros empezamos –parece mentira, en cuatro años ha cambiado muchísimo– a la gente le costaba horrores comprar online. Les daba miedo. Es una tontería, pero fíjate que cuando nosotros empezamos, no se podía comprar online en Zara. O sea, que ya es algo absolutamente global y es un nicho de mercado importantísimo para cualquier empresa de moda. Nosotros hemos ido siempre con la mejor voluntad, está claro, siempre hemos dado mucha facilidad. Los cambios y devoluciones son gratis, hacemos los envíos rápidos y sin ningún problema… Algún cliente que quería otra talla, pues se ha cambiado y ya está. Eso lo señalamos mucho. Tenemos también la web encriptada para que sean más seguras las compras. En eso trabajamos mucho. Al principio costaba, pero ha ido mejorando todo ese tema, mucho.
De este modo, en la medida en que crece la producción, la responsabilidad consiguiente, debe conllevar una presión añadida en esa necesidad de crear, en el proceso creativo. De hecho, Ester lo reconoce.
E: Sí es cierto que siento presión por hacerlo mejor e intentar no defraudar a la gente que nos sigue, pero también tengo la confianza de que la gente que está con nosotros lo está por lo que hacemos. [Con cada nueva colección] me voy poniendo yo misma el nivel más alto. Pero los clientes ya ven mi estilo… Y el estilo que tengo es que no lo puedo reprimir. Es lo que me sale y es lo que plasmo. Tengo un estilo definido, que no sé cuál es, pero que la gente lo ve.
Un poco de luz en esta especie de dilema estilístico. ¿Cómo es la ropa Bluedale?
E: Yo cuando diseño intento que sea una ropa que pueda valer en cualquier ocasión; que sea más una inversión que un gasto en moda… Es decir, que tú te compres una prenda y la puedas usar años, para una celebración, para salir un viernes o para ir al trabajo… Y eso se lo enseñamos mucho a los clientes. Una ropa atemporal, sencilla –aunque luego el patrón igual me vuelve loca– pero que se vea un estilo sencillo, muy femenino”.
M: Nosotros siempre hemos utilizado la frase de "la elegancia es sencilla". Es nuestra idea.
Y Mariano, además, añade el sentido práctico y pragmático de la comunión entre el siempre difícil triángulo de estilo, creatividad y productividad.
M: Esto al final es una empresa y hay que pensar en si la ropa les gusta a no, porque esto no es como el cuadro de un pintor. Un cuadro tiene su estilo, se ve, se diferencia y, por decirlo de alguna forma, el pintor no necesita llegar a tanta gente para tener el éxito. Sin embargo, ella tiene que pensar en un diseño pero que quede bien en determinadas formas, que pueda sentar bien según la ocasión. Entonces, claro, su arte está condicionado. No es como otro tipo de artes. Y eso le hace pensar mucho para qué público objetivo es. Tienes que moverte un poco en esas coordenadas. No es como un cuadro que al que le guste bien y al que no, no. Hay una parte artística, sin duda, pero esta empresa necesita llegar al cliente. Eso es básico. Si haces una ropa maravillosa pero no es ponible…
Una vez más, coincidencia plena por parte de Ester.
E: Hay cosas como pensar si algo que se diseña es viable. Hay modistas que hacen cosas que a efectos prácticos es muy complicado. Entonces, dentro de su arte, su obra de arte no se cuelga en una pared, no se queda quieta, se la pone alguien, un cliente, y se tiene que ver bien con ello. No es sólo una cuestión estética. Y tienes que hacer algo acorde a lo que la gente está buscando en ese momento. Si por x razones se lleva una falda así, y todo el mundo están buscando una falda así, y yo no la tengo… Sí, claro, es arte, es moda, es artesanal y todo eso, pero eres una empresa y tiene que funcionar.
Ahora bien, por la naturaleza propia de una empresa de moda, cabría preguntarse si todas las ideas que se plasman en una colección, quedan desfasadas de un año para otro. Pues bien, buenas noticias. Por la propia naturaleza de Bluedale y de su propio modelo de empresa y concepción estilística y creativa, parece ser que no.
E: Yo siempre he tenido un problema –reconoce Ester–. Es como que me adelanto a lo que se va a llevar. No sé cómo me pasa eso. Eso por un lado. En el momento de hacer la colección con un año de antelación, creo que me voy a ajustar más con respecto a lo que se ve en el resto de tiendas. Lo que se lleva. Por otro lado, hacemos una ropa muy atemporal. A lo mejor tenemos detalles que no se llegan a llevar en una temporada, como los volantes o el largo de las faldas, que se lleva más largo que antes, o cosas así… pero nuestras prendas son muy atemporales. Las puedes comprar ahora y llevar dentro de tres años porque no son prendas que van demasiado a la moda. Buscamos un estilo sencillo, clásico, que te pueda valer para cualquier ocasión –eso siempre lo pienso mucho a la hora de diseñar– y entonces eso hace que tengamos unas prendas más atemporales que no pasen tan rápido de moda.
Vamos, lo que decíamos, otro difícil triángulo: hacer moda, sin ir estrictamente a la moda y que no pase de moda. Un poso de complejidad, como la vida misma, como la mismísima moda. Pero, al fin y al cabo, todo suena bastante familiar. Por cierto, que también Bluedale la podemos calificar como una marca cercana, familiar. Padres, madres, abuelas, suegros, primas, hermanos…
E: Toda la familia, toda. Nos ha dado mucho apoyo y hemos sentido que nos estábamos solos en este proyecto en ningún momento. Es una cosa que no todo el mundo tiene. Es un privilegio. Yo terminé la carrera y dije que quería probar esto… y si no salía, pues ya tenía esta carrera para buscar un trabajo. Pero lo quería. Y mi familia siempre me ha dicho que, si es lo que quiero, pues a trabajar en ello. Y no sólo es el apoyo de permitirme hacer esto y llamarme loca, es toda la ayuda, incluso física que me han dado… si tengo que entregar esto o lo otro, ayudando a cortar, poniendo el nombre en el sobre o embolsando… en las presentaciones, llevando esto o lo otro… ahora vamos a comprar esto… o que si necesitas celo, unas tijeras, no sé que… en las ferias también… a montar, desmontar… Ayuda de todo tipo y también en los momentos más duros. Porque al fin y al cabo estás llevando una empresa, que hay cosas que salen bien y otras no tan bien, de las que aprendes. Y la familia siempre ha estado ahí. Siempre. Y se agradece muchísimo.
En fin, que, como los buenos cocineros, cuanto más felices son cocinando, más felicidad transmiten en sus platos. Así que, en la moda, ese sentido familiar también se refleja: familias muy unidas, además parecidas…
E: Y eso se nota a la hora de presentar las cosas. Yo por ejemplo tengo tías… Que no es que diseñe para ellas, porque diseño para todas las clientas, pero siempre pienso un poco en ellas, en si esto o lo otro les va a gustar a las tías….
Un magnífico punto de referencia, sin duda.
¿Y la relación personal? Porque es muy difícil la convivencia que además se tiene que compatibilizar con una empresa y un trabajo compartido…
E: Nosotros somos, en Bluedale, completamente complementarios. Nos compenetramos súper bien. A lo mejor yo me pongo a diseñar y se me va la olla con cosas superfantásticas que me gustan y él me pone de nuevo en la tierra. Cada uno tiene su trabajo, pero luego nos ayudamos entre los dos. A lo mejor a mí me dan crisis de nervios porque tengo que hacer mil cosas, porque siempre quiero hacer más y más y más. Pero él me ayuda a ver las cosas más relajada. Él tiene los pies más en la tierra que yo. Nos compenetramos muy bien y hacemos muy buen balance.
De hecho, Ester nos reconoce que su relación como pareja, más allá de sufrir un desgaste, incluso ha crecido. Y llegamos aquí a otro punto clave en esta marca que, dentro de su propia contradicción, quizá pueda ser hasta sorprendente.
E: No, no. Desgaste ninguno. Aparte, es que para nosotros es más importante la relación que la empresa. En el momento que esto fuese mal, la empresa se va. Vamos, yo eso lo tengo clarísimo.
Y entonces es cuando uno reflexiona y se pregunta a sí mismo… pero ¿si la empresa es un proyecto de vida…?.
E: Sí, eso sí. Cuando empezamos yo estaba en que era una cosa seria, entre los dos, y… no sé. Es muy bonito, claro, pero también en un compromiso serio… Nos conocimos con 21 y 23 años de edad. Y empezamos con 22 y 24, la empresa. Muy jóvenes, además hoy en día que va todo mucho más deprisa. Hay prioridades en la vida.
Bueno, para tranquilidad de todos aquellos que hayan llegado a esta altura de nuestro cuento y les gusten los finales felices, nuestros príncipes van a seguir ciertos trámites tradicionales para llegar a comer las perdices. Y, mientras tanto, en el camino de su felicidad, ya hay incluso un traje de boda dibujado en la cabeza de alguien…
Y, por cierto, hablando de trajes de boda y de futuro, y retornando a la vía original de esta conversación, nuestro relato no puede dejar de lado las posibles expectativas o proyectos de futuro. Es fácil adivinar que en algún momento han podido pensar en poner en marcha una tienda física, pero ambos concuerdan en que no es algo prioritario, ni un objetivo a medio plazo, ni siquiera una meta. También podemos interpretar que han podido elucubrar sobre la posible llegada de un gran inversor para crear una franquicia Bluedale a nivel nacional o mundial. Pero Mariano se encarga de ponernos a todos los pies en el suelo.
M: Yo soy muy de ‘piano piano’. Entonces a mí, que me digan eso…tendría que verlo. Aunque me viniera Donald Trump y me financiara… (risas). Porque creo que al cliente se llega despacio, con cariño, poco a poco… Ser agresivos, a la larga, te convierte en una moda pasajera. Pero, a ver, si llegara… No creo que dijéramos que no, habría que verlo.Tiene que ser un proyecto viable y acorde a nuestra filosofía. Es decir, si a mí me viene alguien con unos millones y me dice, “toma, aquí tienes estos millones para que empieces a abrir tiendas… la producción la llevamos a tal sitio para que la venta sea más barata y no sé qué…”. Entonces ya no encaja en nuestra idea. No es tan fácil. A mí, si me quieren regalar dinero, sí, pero, ponerme condiciones en plan tal… no.
Vamos, que su marca, Bluedale, es en cierto modo como su niño.
E: Sí. Bluedale no es sólo un nombre con un logotipo –dice su 'mamá'–. Hay algo más. Hay una esencia en la marca y eso no lo querríamos perder. A nosotros nos gusta hacer las cosas aquí, en Toledo, poco a poco…. Se miraría, pero sin que chocase con lo que llevamos construyendo ya durante estos años.
Y, entonces, ¿ir a por la ‘parejita’, es decir, crear otra marca?
E: Uuuuyyy… yo tengo muchísimas ideas. Quiero hacer muchísimas cosas. Sí, siempre he pensado en ropa de niño, o una línea sólo de fiesta. Mucha gente que me conoce a través de Bluedale me está encargando cosas personales. Vestidos para bodas, de graduación… Una amiga mía que toca el oboe recibió un premio con la Reina Sofía y me pidió el vestido… hago vestidos así… Me han encargado un vestido de novia, el primero de todos y además… Mira, esto sí que es una anécdota muy bonita, porque me lo ha encargado una chica que me conoció en una feria hace tres años y desde entonces me ha seguido. Nos conocimos en la feria y estuvimos hablando… Y ella misma me decía que había habido muy buen feeling y que siempre que pensaba en su vestido de novia tenía claro cómo quería que se lo hicieran. Me conoció a mí, entablamos una buena conexión y me encargó su vestido hace unas semanas. A raíz de eso y de todos los encargos que he ido teniendo para bodas y tal, pues sí que estoy planteándome hacer una marca con ‘Ester del Campo’, para cosas a medida… Pero Bluedale es lo primero- Lo otro, pues lo que vaya saliendo, aunque se recibe bien porque a mí siempre me gustan más proyectos y más y más. Con el vestido de novia, ¡como loca estoy! Ideas de expandirnos, muchísimas. Ahí me va reteniendo él.
Él, claro está, es Mariano, es el “Pepito Grillo” de Bluedale. Y lo reconoce, entre resignado y orgulloso. Por cierto, que la figura de “Pepito Grillo” no sólo hace referencia a la voz de la conciencia, como ocurría en el cuento de Pinocho. A nivel empresarial, parece ser que es una figura profesional cada vez más demandada y reputada, dados los volátiles tiempos que nos está tocando vivir. Es más, leo por ahí que “es esa persona a la que solemos consultar cuando necesitamos consejo, ayuda o simplemente una buena dosis de sentido común, con la que solemos rebotar ideas y que no tiene miedo de cuestionar lo que decimos e incluso de decir que es incorrecto”. Y Mariano, definible en Bluedale como su “Pepito Grillo” corporativo, va más allá, ya que parece ser que incluso hay “licencia para disentir”, pese a depender jerárquicamente del CEO –es decir, Ester–, y además está “en la primera línea de ejecutivos de la empresa”. Dicho así, todo parece de una relevancia sobresaliente, todo suena muy serio… Y en Bluedale, así lo es.
Pero, puestos a seguir el tono dulce de esta conversación, nos conformaremos concluyendo con su visión de este sector y la ubicación de Bluedale en él, por aquello de que, saliendo de cánones ultra-competitivos, puede ser un buen ejemplo para otros jóvenes con ganas de emprender sin necesidad de arrasar o llevarse por delante todo lo que se encuentren por medio… Porque, también es reconfortante comprobar y constatar que la competencia puede ser amigable. No puede ser de otra manera en una empresita de producción modesta para cuyo producto el rango de precios oscila entre los 30 y 90 euros, dependiendo de la prenda, el patrón, las telas… o los 80 y 150 euros para encargos especiales.
M: Como nuestro mercado es más alternativo a lo que son las grandes marcas, nuestro público valora cosas que no van en función de ser más agresivo o no. Con las marcas con las que tenemos relación nos alegramos por sus éxitos igual que ellos por los nuestros, porque al fin y al cabo el éxito del compañero de al lado significa que aumenta nuestro nicho de mercado. Entonces para nosotros es importante que la gente conozca nuestra alternativa. Y es bueno que funcionemos todos los que estamos ahí en ese grupito.
Es más, este sector ha cambiado mucho. Nos quedamos con esta reflexión.
M: Ahora, la moda, lo que es moda, moda, moda, yo creo que está en cierta decadencia. Hoy en día vas, te compras un trapo por cinco euros, lo usas dos veces y ya no lo vuelves a usar. Es un poco la filosofía que hay a nivel general. La gente –las mujeres en este caso, porque Bluedale es una marca de moda femenina– está un poco cansada de salir a la calle y verse toda igual vestida, identificada por la marca, sea Zara, Pull&Bear… Yo creo que la gente busca algo diferente y yo creo que eso también está creciendo. Al final, todo eso hace que se cree un mercado “indie” o “alternativo”, o como quiera decirse, que es nuestro hueco. Y ahora hay espacio para todo. Hay moda muy asequible y la gente que quiera ir diferente tiene la posibilidad de seguir comprando en la tienda de la esquina o del barrio moda que no lleva todo el mundo… que en nuestro caso es la tienda online. Dentro de nuestro mercado, sí que se puede decir que el sector goza de buena salud ahora mismo. Nuestro proyecto, mirando hacia atrás, lo pensamos y vemos que hemos crecido mucho, hemos cambiado mucho la marca y siempre lo vemos a mejor. E ir viendo cómo hemos ido mejorando, ayuda y motiva muchísimo para seguir. Estamos muy contentos, la verdad.
Brindemos entonces por ello. Ester del Campo y Mariano del Valle, enhorabuena. Y gracias por compartir estas sensaciones plenas de optimismo, frescura juvenil, madurez y buenas vibraciones. Cuando paséis de príncipes a reyes, en vuestro reino, todo el mundo vestirá muy bien y feliz. Ya queda menos. ¡Larga vida a Bluedale!