Las posiciones nacionalistas, antiinmigrantes, antiélites y antiglobalización del discurso de Trump tienen eco en Europa e ilustran un auge de las corrientes populistas de derecha en las democracias occidentales.
Es una “pandemia” global. La “revancha de los pueblos”. Son algunos de los símiles que se han ideado para poner nombre a uno de los fenómenos que más sudores fríos provocan en Bruselas: el auge del populismo. La rotunda victoria de Donald Trump pone de manifiesto que la enfermedad no es endémica de la UE. Al igual que el dinero, la globalización ha permitido propagar la insatisfacción ciudadana con rapidez, sin fronteras ni aranceles. Los partidos antisistema no han desaprovechado la oportunidad de convertir el malestar social en votos y de asirse a la victoria del multimillonario, como ya ocurrió con el brexit, para emular en territorio europeo su exitosa cruzada contra el statu quo.
“La elección de Trump es una buena noticia para nuestro país”, celebró la líder del Frente Nacional francés, Marine Le Pen, quien considera el resultado de las elecciones norteamericanas “un castigo a las élites políticas y mediáticas” por la “mundialización salvaje” emprendida en la última década. La ultraderechista está convencida de que disputará la presidencia de la República en los comicios del 2017. Los sondeos le dan la razón. El deterioro del modelo social, el desempleo y la deslocalización empresarial empujan a los franceses a los brazos de Le Pen, quien encarna la opción más proteccionista, ultranacionalista y xenófoba.
El retorno a la Europa de las fronteras nacionales no está tan lejos. En los Países Bajos, que también acudirá a las urnas el próximo año, se brindó por la “victoria histórica” de Trump, que ha insuflado energías renovadas a los antisistema. “La gente está recuperando su país, como haremos nosotros”, advirtió el líder del Partido de la Libertad (PVV), Geert Wilders. Sus discursos de odio hacia los inmigrantes musulmanes, a los que quiere prohibir la entrada, no impiden que se postule como una de las figuras determinantes en los comicios. El holandés se ve a sí mismo como un Trump a la europea.
A la caravana de festejos se sumó el partido euroescéptico alemán AfD. Su líder, Franke Petry, celebró un resultado “esperanzador” para Europa. La formación sigue siendo un quebradero de cabeza para la canciller alemana, Angela Merkel, quien teme que la crisis migratoria y los rescates fallidos en la zona euro aúpen definitivamente al AfD en las próximas elecciones, previstas para finales del 2017.
“Esta es la deflagración de una época, [...] El mundo ha cambiado y hay que interpretar esas señales”, destacó el cabecilla del antisistema Cinco Estrellas, Beppe Grillo. Su compatriota italiano de la ultraderechista Liga Norte, Matteo Salvini, mandó un mensaje claro al primer ministro, Matteo Renzi: “Ahora nos toca a nosotros”. Tendrán la oportunidad de dar el zarpazo el 4 de diciembre en el referendo sobre la reforma constitucional. La continuidad de Renzi dependerá del resultado.
Quien aún saborea el éxito populista es el líder del UKIP, Nigel Farage. “El 2016 pasará a la historia como el año de las dos revoluciones. El brexit fue grande, pero parece que esto será mayor”, aseguró. El líder ultranacionalista y xenófobo húngaro, Viktor Orbán, alabó la victoria de Trump: “Qué buenas noticias. La democracia sigue viva”.
Putin le guiña un ojo al magnate, aunque admite que la relación será difícil
“Creo que tendré muy, muy buenas relaciones con Putin, y creo que tendré muy, muy buenas relaciones con Rusia”, decía Trump en septiembre. El flamante nuevo presidente de Estados Unidos tiene ahora la oportunidad de transformar las palabras en hechos y demostrar que las históricas frías relaciones entre las dos grandes potencias se tornan en cordiales. De momento, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, fue de los primeros en felicitar al magnate. Lo hizo a través de un telegrama en el que dice confiar en que con Trump mejoren las relaciones bilaterales. “Somos conscientes de que no hay un camino fácil en vista de la situación de decadencia en la que se encuentran las relaciones entre Estados Unidos y Rusia”, pero “estamos dispuestos a poner de nuestra parte para devolver la relación ruso-estadounidense a un camino de estabilidad”.
El distanciamiento entre ambas potencias se agravó a partir del 2014, tras la anexión de la península de Crimea por parte de Rusia. Por su parte, el presidente chino, Xi Jinping, felicitó a Trump y lo invitó a “un nuevo comienzo” basado en los “principios de no conflicto, no confrontación, respeto mutuo y cooperación”. Trump prometió en campaña enfrentarse a China y a sus exportaciones para defender el empleo en Estados Unidos. Desde el 2015, el gigante asiático es el principal socio comercial de Estados Unidos.
Alemania y Francia asumen que la Unión Europea deberá ahora garantizar su propia seguridad
Se abre “un período de incertidumbre” para la UE. Lo reconoció ayer el presidente francés, François Hollande. El galo no tuvo reparos en verbalizar su disgusto por la victoria de Trump, aunque otros compartieron su sorpresa y malestar. “Será duro trabajar con la nueva Administración”, aseguró el presidente de la Eurocámara, Martin Schulz. “El resultado no es el que muchos hubiéramos deseado en Alemania”, apostilló el ministro de Exteriores germano, F. W. Steinmeier, después de que la canciller Angela Merkel pidiese al nuevo inquilino de la Casa Blanca “responsabilidad” en el cargo.
Berlín y París asumen con resignación que la UE deberá tomar las riendas de la defensa del Viejo Continente. Si Trump cumple con su amenaza de campaña, Estados Unidos retirará su apoyo para obligar a la UE a invertir más fondos en la OTAN. Hollande apeló a una «Europa unida» para acometer la tarea, urgente y vital para su seguridad.
“¿Quién habría pensado que Trump ganaría?”, lamentó Renzi, quien cree que este revés puede impulsar cambios en la UE.
Bruselas se resiste, pero tras el brexit y el terremoto norteamericano lo tendrá difícil. “Tomamos nota de que hay frustraciones que han desembocado en esta votación. Muchos de nuestros conciudadanos se sienten excluidos de la recuperación económica”, admitió el comisario de Economía, Pierre Moscovici. Trump y la presión populista en la UE forzarán un replanteamiento de los acuerdos comerciales como el TTIP, la política de inmigración, fiscal y económica.