Algo tan cotidiano como viajar en metro, autobús o tranvía se puede convertir en una experiencia de lo más violenta y desagradable. El acoso a mujeres en el transporte público es más común de lo que parece, pero por lo general estas situaciones no se suelen denunciar por vergüenza. Los casos de violaciones y agresiones que han sucedido este verano pueden parecer más graves que un caso de acoso sexual en el metro, pero para quien lo sufre es igual de violento.
El abuso más común que se realiza en el transporte público es el exhibicionismo y el frotismo, que son dos tipos de conductas sexuales que están penadas por la ley. El exhibicionismo se caracteriza porque la persona se excita mostrando sus genitales a un desconocido en un lugar público de manera sucesiva y espontánea. Los exhibicionistas suelen ser hombres. El frotismo o el froteurismo es el acto de excitarse mediante el rozamiento o el frotamiento con desconocidos sin su consentimiento en lugares públicos. Por lo general también son hombres quienes lo realizan.
Este segundo es el que más se realiza en el transporte público; la persona que lo realiza suele aprovecharse de la aglomeración de gente y del vaivén del autobús o del metro para poder frotarse contra los desconocidos.
Aunque en principio el perfil del acosador sexual, ya practique el froteurismo o el exhibicionismo, no es peligroso, lo mejor es denunciarlo ya que el silencio lo único que hace es animar a estas personas a continuar acosando mujeres, ya que la sorpresa y la vergüenza de las víctimas son una de sus motivaciones.
Existen dos tipos de perfiles, las personas que lo hacen buscando algún tipo de emoción porque sus vidas son aburridas o los que sufren algún tipo de enfermedad psicológica o como resultado de algún tipo de abuso en la infancia.
En otros países, la población está más concienciada de esta problemática. En Londres el año pasado se hizo una campaña para denunciar esta situación, en Francia los autobuses van a llevar a las jóvenes que lo soliciten lo más cerca posible de sus casas para evitarles trayectos peligrosos y países como Japón tienen vagones del metro separados para hombres y para mujeres para evitar conductas inadecuadas. En este país hace más de 10 años que se realiza esta práctica, ya que la mitad de las japonesas aseguraba haber sido víctima de algún tipo de acoso sexual en el metro.
Todas estas medidas, aunque prácticas, no son una solución definitiva. Hay que concienciar a la gente de la importancia de denunciar estas actividades para ponerle freno a un problema que en vez de desaparecer cada día es más común.