Rusia ha marcado la agenda política en los últimos meses: su incómoda amistad con Grecia durante la crisis del país heleno, su presencia en Latinoamérica como referente ante Estados Unidos, su cercanía con China y su ansiado mercado tras la guerra de sanciones con occidente porque la sombra rusa se cierne sobre el conflicto en Ucrania.
Un ritmo que el presidente Vladímir Putin ha establecido para convertir el aislacionismo al que está sometido, en una omnipresencia en ámbitos ‘no alineados’ que se reparten entre la geopolítica y la economía. Precismante es en este punto, donde Rusia ha volcado más esfuerzos tras haber sufrido una guerra relámpago en la que las divisas y el precio del petróleo llevaron al país hacia el abismo. La situación se restableció; eso sí ya nada será como antes, advierten los expertos.
En esta coyuntura, Putin organizó el Foro Económico Internacional de San Petersburgo. Una cita que venía a poner de relieve la importancia del mercado ruso, ahora que Occidente se ha desentendido involucrado en una estrategia dictada en la Casa Blanca. El macroevento sí que contó con multinacionales, petroleras y gobiernos europeos que se ‘saltaron’ las restricciones estadounidenses para defender así sus posiciones en un terreno que no quieren perder, un terreno al que se lanzan desde Latinoamérica y Asia.
El Foro pasó con más gloria que pena y centrado en la cortina de humo tejida entre el presidente ruso y Alexis Tsipras. El primer ministro griego era el invitado estelar en esta edición no por el volumen de negocio entre ambos, sino por el desafío que representaba a Europa y el objetivo se logró. Mientras los díscolos líderes se paseabn ante cámaras y micrófonos, dentro las grande empresas energéticas, siderúrgicas y componentes cerraban sus millonarios acuerdos, ganando estabilidad en una época de zozobra sin igual.
La agenda guardaba aún dos cumbres, la reunión del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) donde se integran las economías más emergentes del planeta y la cita de la Organización de Cooperación de Sanghái (Rusia, China, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán), ambas realizadas en la ciudad rusa de Ufá –corazón industrial del país-.
El encuentro del BRICS supuso una concenctración de apoyo entre los líderes del grupo, no en vano hablamos de figuras entredichas de un tiempo a esta parte como Dilma Rousseff, Xi Jinping y por supuesto el propio Putin. Entre los objetivos que conllevaba la reunión destaca la puesta en marcha del Banco del Desarrollo y el Fondo de reservas, instituciones que contarán con un montante inicial de 100.000 millones de dólares cada una y que son vistas por muchos expertos, alternativas naturales al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional. Las entidades del BRICS iniciarán su actividad este año y “podrán garantizar más estabilidad económica a nivel mundial", asegura la cúpula.
También hay otra corriente que opina que, lejos de los resultados anunciados, la reunión serviría para consolidar la imagen del bloque frente a los envistes de Occidente y en busca de un mayor protagonismo centrado en la figura de Putin.
La cumbre de la OCS no generaba una expectación mayor que el BRICS en lo que se refiere al ámbito financiero pero, en cambio, sí centró gran atención por el espacio geopolítico que representa. A los estados miembros se suman los observadores (Afganistán, India, Irán, Mongolia, Pakistán) y los socios de diálogo (Bielorrusia, Sri Lanka, Turquía), es decir unos 30 millones de kilómetros cuadrados (60% de Eurasia) y con una población supuerior a 1.455 millones de personas.
En esta ocasión se cerró la incorporación de nuevos socios (Bielorrusia, Azerbaiyán, Armenia, Camboya y Nepal) que serán miembros del OCS en un futuro recalcó Putin, para establecer una estrategia de cooperación para la próxima década. Pero además, la esfera económica adquiere peso en la organización con el desarrollo de dos ambiciosos proyectos euroasiáticos: la nueva Ruta de la Seda de China y la Unión Económica Euroasiática. Sin olvidar los desafíos a los que se enfrentan los integrantes en la actualidad, donde destacará el apoyo en Defensa.
Rusia rompe de esta manera el denunciado aislamiento al que se ve sometida, además de que sumándose a iniciativas como el BRICS y la OCS gana peso en la batalla para contrarrestar la hegemonía occidental. Y sobre todo, porque Vladímir Putin se erige como líder del ‘mundo no alineado’ amparado por el apoyo de los países emergentes en garantía de la multipolaridad. El planeta vuelve a ser dividido entre aparentes fuerzas, aunque a nadie se le escapa que al final lo que rige parece ser es la vuelta a los polos, es decir regresaremos al clásico yin yang.