Menorca, una isla de placeres sencillos

Cuando piensas en un destino siempre lo asocias a algo. Si hay que buscar una palabra que defina Menorca es placer. Placer de calas turquesas; placer de amigos, pareja o familia –porque vayas con quien vayas es maravilloso-; placer de gente que abre al turista su pequeña isla; placer de paisajes y de puestas de sol; placer de gastronomía…

Y es que Menorca tiene un sabor especial… El mar y la tierra se funden de una manera sencilla y natural en platos que merecen la pena, preparados con cariño y al más puro estilo mediterráneo, sencillo y exquisito.

La caldereta de langosta es una de las delicias que ofrece la isla. La puedes encontrar en muchos sitios; algunos con precios de escándalo que no justifican el plato y en otros que te lo ofrecen al peso, y no por persona. Os recomiendo estos últimos. En cala Galdana, después de una mañana estupenda de playa, puedes ir a un restaurante familiar llamado Cala Mitjana. Sebi, el dueño, te recomienda pescados frescos del día y puedes, incluso, elegir la propia langosta que quieres comer en caldereta o en paella. Sin embargo, dice él “está mucho más rica cocinada con unas horas para que repose”. Mientras preparan la caldereta puedes probar mejillones a la plancha o una tosta de escalibada. ¡Todo buenísimo!

Cuando vas al Puerto de Mahón, el instinto puede acercarte a diferentes restaurantes porque hay muchos, y seguro que buenos. Mi instinto me llevó a Passió Mediterrània, un restaurante precioso que lleva abierto un año, y donde puedes disfrutar un menú degustación a buen precio. Lo que no podéis dejar de probar son las croquetas de sobrasada y las de queso de Mahón. ¡Riquísimas!

Hablar del queso Mahón-Menorca es tratar de una parte de la cultura y costumbres de la Isla de Menorca y ha sido y es un elemento clave para el mantenimiento de su actual fisonomía. En el Molí d’es Racó, masía familiar en Mercadal, puedes degustar una tabla de queso más que recomendable, acompañada de un delicioso pan con tomate. Además, si te gusta probar platos típicos de la zona quizá te atrevas con el frito menorquín – un guiso de hígado y riñones con patatas y pimientos-.

Otro de los sitios que no puedes dejar de visitar si estás en la isla es Binibeca, un pueblecito blanco que parece salir de un cuento y que, como tal, te sorprende. Allí descubrí Sacova Grill & Lounge, donde volvimos a caer en disfrutar el queso –esta vez de Binibeca– con un pulpo al grill increíble. Además de que la comida es exquisita puedes disfrutar de música en directo en su terraza Chill Out. ¡Muy recomendable!

Si quieres ir al lugar de encuentro de personajes ilustres de la isla –como la Familia Real Española– no puedes dejar de visitar Es Pla. Aunque es archiconocido por la caldereta de langosta, toda su carta es una delicia. Las berenjenas a la menorquina son otro de los platos típicos de Menorca que no te dejarán indiferente.

Para terminar, la joya de Menorca, Ciutadella. Allí puedes disfrutar de un clásico en el Café Balear, preferiblemente por la noche y en la terraza. Acaban de reformarlo y es una de esas citas obligadas. Tienen su propia embarcación, la “Rosa Santa Primera” por lo que la calidad y frescor de sus productos está garantizada. Si vas, déjate recomendar los mariscos o pescados frescos del día. ¡Acertarás seguro!

Y aunque esto no entra en esta ruta gastronómica, no puedo dejar de mencionar lo emocionante de ver al sol perdiéndose en el mar en una puesta de sol mágica, en Cova d’en Xoroi. Menorca es, sencillamente, un placer.