La libertad de prensa es un derecho cada vez más amenazado, cada vez más exiguo y cada vez, anacrónicamente, más dilapidado. El pasado 3 de mayo, Día Internacional de la Libertad de Prensa, Reporteros Sin Fronteras inauguró una exposición de viñetas en el CaixaForum Madrid para conmemorar un oficio tan necesario y perseguido. Alrededor de 70 viñetas de diferentes humoristas gráficos (entre ellos El Roto, Idígoras y Pachi, Fritz, José María Gallego y Jesús Zulet) componían la muestra “Un grito de Libertad”, un homenaje a quienes muchas veces se juegan la vida por defender la libertad de pensamiento y la democratización informativa.
2015 ha sido un año especialmente negro para la libertad de prensa, en gran parte por la conmoción que causó el atentado terrorista al semanario francés Charlie Hebdo. Sin embargo, la muerte no es la única cara visible de las cortapisas que se oponen al oficio periodístico: la censura, las presiones, los despidos y los expedientes laborales son otras formas que acompañan a los encarcelamientos y asesinatos de quienes defienden el derecho popular a ser informado, la legítima profesión de decir lo que se piensa.
Según el barómetro para 2015 de Reporteros Sin Fronteras, en lo que va de año han sido asesinados 24 periodistas y han sido encarcelados 158, por lo que, según declaró José María Gallego el pasado Día Internacional de la Libertad de Prensa, los medios se han convertido en algo muy frágil y quebradizo que cuanto más débiles son, más fáciles son de controlar. Por tanto, “Un grito de Libertad” pretendía mostrar un compendio de críticas de diversa índole hacia cualquier forma de poder, ya que la posibilidad de criticar el poder es una de las pocas caras visibles de la salubridad de los regímenes políticos.
Elsa González, la presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), manifestó el Día de la Libertad de Prensa que en este terreno deberían comprometerse todas las instituciones y los políticos y toda la sociedad, que ésta “no es una batalla sólo de los periodistas y algunos países están viviendo momentos muy difíciles”, ya que en la actualidad estamos sufriendo un gran retroceso en la libertad de prensa.
En España, por ejemplo, la conocida popularmente como Ley Mordaza, aprobada el pasado marzo, restringió gravemente la actividad informativa (el uso no autorizado de imágenes y datos personales de autoridades podría ser multado con hasta 600.000 euros) y la libertad de expresión en redes sociales. Por otro lado, el Ministro de Justicia, Rafael Catalá, declaró el pasado abril su deseo de limitar el derecho de los medios de comunicación a informar sobre las investigaciones judiciales, con el pretexto de defender la presunción de inocencia e ignorando el artículo 20.1.d de la Constitución Española, que reconoce y protege el derecho a “comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”.
Mucho peor es la situación en países como México, Colombia, Turquía, China o Ucrania, donde más allá de la censura los periodistas y blogueros son encarcelados y asesinados. Por ello, “Un grito por la libertad”, exposición comisariada por Luis Conde, pretendía denunciar que más de 300 personas en el mundo sufren penas de prisión por el mero hecho de ejercer su trabajo, y pretendía demandar que la libertad de prensa es un derecho de todos, para todos, y que no debemos olvidar nunca, pues como dijo Hans Dietrich Genscher, “la prensa es la artillería de la libertad”.
Ciertamente, la prensa es un derecho de todos para todos, un bien público que debe fomentar la fiscalización de las decisiones políticas, que debe potenciar la denuncia de las injusticias y los abusos del poder, que debe favorecer la pluralidad y el respeto de las minorías, que debe, al fin y al cabo, fortalecer la democracia donde exista y exigirla donde no. Como ha recordado “Un grito por la libertad”, es tarea de todos luchar contra la censura y defender la libertad de expresión, ya que, como dijo Albert Camus, “una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala”. Y una prensa buena, de calidad, libre, es el mejor termómetro para medir el pluralismo y la tolerancia, para valorar la calidad de los regímenes políticos, para diagnosticar la salud de nuestra sociedad.