En Chamberí nació Largo Caballero y también vivió una de las beatas más queridas del santoral madrileño, Santa María Soledad. Era el Chamberí de mediados del XIX. El barrio al que se acercaba Fortunata a resolver viejas historias de amor. El barrio en el que coexistían fábricas de gaseosa, tejares y talleres de cerrajería. El barrio de tabernas mugrientas del Madrid de Baroja. Hoy Chamberí es uno de los barrios más castizos y prestigiosos de la ciudad
Una reina que se muere de nostalgia y una cantante y actriz se disputan el haberle dado el nombre al barrio de Chamberí. Para algunos, el nombre es un honor a la reina María Luisa Gabriela de Saboya, esposa de Felipe V. Recién llegada de Francia, a esta reina le gustaba pasear por esta zona con la sierra de Guadarrama al fondo porque le recordaba a su tierra natal, Chambèry. Para otros, el nombre viene de la finca Chambèry, un regalo que le hizo un admirador saboyano a Benita Moreno, una actriz y cantante de cierta fama a principios del siglo XIX. Pero por muy francés que resulte el nombre, nacer en Chamberí es ser madrileño de pura cepa.
Según cuenta la historia, Chamberí fue, más allá de la Edad Media, un lugar habitado por los Caballeros Templarios y quizás por la masonería. Leyendas al margen, lo que sí es cierto es que esta zona fue un lugar con mucha vegetación y muchos bosques que eran utilizados por los miembros de la Corte para sus cacerías.
Por la presión demográfica, se empiezan a talar los bosques convirtiéndolos en dehesas y después en tierras de secano.
En el año 1625 el rey Felipe IV mandó construir un muro alrededor de Madrid y los terrenos denominados de Chamberí se quedaron a las afueras. Los madrileños se vieron obligados a tener que trepar el muro para entrar y salir y llegaron a tener tanta destreza como si se tratara de gatos. Desde entonces a los lugareños se les llama “gatos”.
A finales del siglo XVIII, las huertas agrícolas pierden importancia y empiezan aparecer las primeras industrias, especialmente de ladrillos y tejas. Así se va asentando una población de muy pocos recursos que fue construyendo sus casas sin ningún plan urbanístico. Fruto de la actividad de unos y otros, es cuando comienza la historia de Chamberí. Poco a poco van desapareciendo los tejares y las actividades molestas y se va convirtiendo en un barrio residencial donde las casas humildes de los obreros se juntan con los edificios lujosos de personas de alta posición social. Son las dos caras de Chamberí. En los sótanos y bohardillas se alojaban trabajadores. En los pisos principales, comerciantes y burgueses. En los exteriores, gente capaz de pagar alquileres más elevados. En las corralas y traseras, los más humildes. Aunque con enormes cambios, aún pervive un cierto parecido.
Orgullo de ser de Chamberí
En la actualidad, el barrio cuenta con una población cercana a los 165.000 habitantes, más que ciudades como Ávila o Palencia. Entre sus habitantes abundan los jubilados, los estudiantes y mucha gente de clase media contentísima de los precios que han logrado alcanzar sus propiedades. Personas del mundo del cine, profesores de facultad y hasta una pequeña colonia judía con su sinagoga. Pero todos ellos tienen algo en común, vivir en lo más parecido al paraíso en la ciudad. Y se muestran orgullosos.
Colegios religiosos de alto copete como el de las Damas Negras, ilustre y francesa orden religiosa. Museos, como el de Sorolla, altamente recomendables e instituciones tan importantes como el Defensor del Pueblo. embajadas de diseño como las de Reino Unido y Dinamarca. Hitos arquitectónicos tan señalados como las oficinas principales de Bankinter. Instituciones culturales de primera fila como el Consejo Británico o el Instituto Goethe. Y sedes políticas como la del Partido Popular. Un paisaje urbano y comercial bien dotado. Y un rebullir de gentes desde las calles más cercanas a Santa Engracia hasta el las silenciosas calles próximas a la Castellana.
Son muchos los rincones de Chamberí. Fruterías de alta calidad como la de los mieleros de Álvarez de Castro. Bares y restaurantes para todos los bolsillos. Jugueterías tradicionales como el Bazar de Chamberí, de esas que venden caballos balancines. Y tiendas de toda la vida como Confecciones Herranz, Hermida Joyeros y Rafael Zapaterías, que conservan su sitio ante la presión de los numerosos comercios de chinos que comienzan hacerse con el barrio.
La estación fantasma de Chamberí
Por tener, este barrio tiene hasta una estación de metro fantasma. Pertenecía a la línea 1 y dejó de funcionar en 1966. Pese a ello, los trenes pasan por la estación sin parar y hay quienes aseguran que todavía hay actividad sumergida. La estación, hecha museo en 2008, conservaba todo el sabor de antaño, grandes mosaicos de cerámica en suelos y paredes y anuncios de la época. La cerraron repentinamente, sin recoger nada y sin previo aviso. ¿Había sucedido “algo” en la estación para que se tapiara con tanta prisa? Esto creyeron los vecinos del barrio, que aun la siguen llamando la estación fantasma.
Barrio estrella
Chamberí fue el barrio, entre muchos otros, del famoso alcalde Tierno Galván, del actor José Luis López Vázquez, del escritor Benito Pérez Galdós o del poeta Pablo Neruda. Cuando Neruda fue nombrado cónsul en Madrid en 1934, uno de sus mejores amigos, Rafael Alberti, se encargó de buscarle una casa donde vivir. El piso, que se iba a convertir en escenario de las tertulias de la generación del 27, estaba en un edificio que era un símbolo de la vanguardia arquitectónica de aquellos años. Sobre ella, escribió:
Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles
[…] Mi casa era llamada
la casa de las flores, porque por todas partes
estallaban geranios...
Fiestas del Carmen
La Patrona del barrio es la Virgen del Carmen, aunque resulta paradójico porque el único templo dedicado a esta Virgen está en la calle del Carmen, entre la Puerta del Sol y la plaza de Callao. En su honor se realizan las fiestas del barrio, que se celebran cada año alrededor del 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen. Aunque el típico casticismo de los 'chisperos' y 'chisperas' bailando a ritmo del chotis de otras épocas va ha dejando paso a las nuevas generaciones que también saben disfrutar del baile pero con ritmos más modernos. El barrio se viste de farolillos, los vecinos disfrutan de la verbena y como dice el dicho “Desde el Carmen a Santiago no se pone el sol en Chamberí”.