“Esta de Antonio Ligabue es una exposición particular, presenta una serie de trabajos que incluye gráficas, pinturas o esculturas de bronce, para aportar una lectura diferente del artista respecto a las ya vistas ahora. Una espontaneidad, una idea de viaje, un diario extraordinario de la vida de este artista que se confronta continuamente con la naturaleza para leerse a sí mismo. Un ego-sistema que se interpreta a través de un eco-sistema. Un viaje en el interior del hombre y de la naturaleza por medio de temáticas como la vida y la muerte, como la comparación entre el mundo animal y el mundo de los seres humanos para una lectura más orgánica de la vida y de la existencia humana”, afirma Dominique Lora, una de las comisarias de este proyecto, durante la presentación a la prensa de la exposición, patrocinada por la Región de Lacio y de la Ciudad de Roma, a partir de una iniciativa de la Defensa Servicios SpA.
La cita romana dedicada al artista, fallecido en 1965, nace con el propósito de ofrecer una nueva lectura de la vida y del arte de un personaje que vivió en una personal y solitaria dimensión con una intensa irregularidad, dominada por una mente inquieta e inestable.
La exposición, comisariada por Micol Di Veroli y Victoria Mainoldi junto con Dominique Lora, reúne 73 obras fechadas entre finales de años veinte y los primeros sesenta del siglo pasado, procedentes de colecciones privadas italianas. A las 31 esculturas de bronce que figuran una heterogénea serie de animales, entre los cuales, perros, ciervos, cabras, gacelas, monos, leones y panteras, quedan ladeadas por las 18 pinturas de óleo de colores plenos, vivos y del estilo inconfundible, como un cálebre autorretrato de 1957, unidas a 3 dibujos y 21 grabados de puntaseca, distribuídas en un recorrido cronológico, repartido en cinco apartados titulados: Animales de granja, Animales salvajes, Animales del bosque, Autorretratos, Flores y Campos.
Como explica la comisaria Di Veroli: “El recorrido expositivo intenta narrar el mundo imaginativo de una figura muy a menudo considerada controvertida del arte italiano del siglo XX. A Antonio Ligabue se le ha etiquetado como un artista naïf, pero con esta reseña queremos aportar una clave de lectura diferente donde Ligabue presenta su mundo fantástico, donde el elemento natural y el elemento animal se funden en un único microcosmos”.
En la producción de Ligabue que, a los 60 años de su muerte, aún no ha encontrado una exacta colocación en el encasillamiento de los estilos, de corrientes o de movimientos artísticos, entre definiciones de arte naïf y de outsider, la naturaleza resulta protagonista absoluta. Especialmente, el mundo animal representado obsesivamente por el artista, refleja un tumulto interior del artista, de su fragilidad y de la brutalidad de su existencia pero también, en general, de la condición humana, tan similar a la animal justamente por su naturaleza violenta, finalizada a la supervivencia. De ahí, la instintiva figuración del hombre y del animal en el arte de Ligabue se convierte en fusión, teriantropismo, evocación constante de significados profundos, emociones y reflexiones, y de una fuerza simbólica primordial.
Antonio Ligabue (Zurich -Suiza- 1899 – Gualtieri -Reggio Emilia-Italia- 1965) Hijo de emigrantes italianos en Suiza, se estableció en Italia, en la región de Emilia, a las orillas del río Po, donde vivió en completa soledad, casi siempre víctima de problemas psíquicos.
Está considerado con el pintor Pietro Ghizzardi, el fundador del estilo naïf italiano; su lenguaje madurado fuera de cualquier Academia, expresa temas naturalísticos como animales en plena lucha, (Leopardo en lucha contra una serpiente de 1953) y paisajes marcados por la violencia de las pinceladas y del cromatismo por la cual se hizo una referencia a Van Gogh, por parte de algunos críticos. Por este y otros motivos artísticos, se aconseja ver sus trabajos para formarse un criterio personal que nos lleve a admirarlo o al menos que podamos llegar a comprender su mensaje. Cabe recordar su notable producción de autorretratos.