La primera Cumbre del Clima se realizó en Estocolmo, Suecia, del 5 al 16 de junio de 1972 bajo el nombre de Cumbre de la Tierra de Estocolmo1.
En ese tiempo, los efectos de la acción del hombre sobre el cambio climático (derivados de la generación creciente y cada vez más acelerada y en mayor magnitud de gases de efecto de invernadero, producto de la igualmente creciente actividad industrial humana y la utilización de derivados de petróleo para la producción y materia prima para la fabricación) eran poco conocidos y apenas empezaban a manifestarse a nivel global.
Por eso, tuvieron que pasar veinte años para que se realizará la segunda cumbre en Río de Janeiro, Brasil2, del 2 al 13 de junio de 1992.
En esos 20 años que transcurrieron, se empezaron hacer evidentes los efectos del cambio climático sobre (valga la redundancia) el clima en la Tierra. Tanto es así que de esa segunda cumbre participaron 172 gobiernos, incluidos 108 jefes de Estado y Gobierno.
Paralelamente se convocó un Foro de ONGs, al cual se dio un estatus de consultivo. Los temas consultados fueron:
Escrutinio sistemático de patrones de producción, especialmente de la producción de componentes tóxicos como el plomo en la gasolina y los residuos contaminantes.
Fuentes alternativas de energía para el uso de combustibles fósiles, vinculados al cambio climático global.
Apoyo al transporte público para reducir las emisiones de los vehículos, la congestión en las ciudades y los problemas de salud causado por la polución.
La creciente escasez de agua.
Los documentos resultantes de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro fueron los siguientes: la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo3; el Programa 214; el Convenio sobre la Diversidad Biológica5; la Convención Marco sobre el Cambio Climático6 y los Principios relativos a los Bosques7.
Adicionalmente, se iniciaron las negociaciones para la Convención de Lucha contra la Desertificación8 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la cual quedó abierta a la firma en octubre de 1994 y entró en vigor en diciembre de 1996.
Como resultado de la Cumbre de Río de Janeiro, se estableció el Convenio sobre la Diversidad Biológica y la Convención Marco sobre el Cambio Climático que, cinco años más tarde, formalizaría el Protocolo de Kioto sobre el cambio climático9, adoptado el 11 de diciembre de 1997 en Kioto, Japón, pero que, tristemente, no entró a regir sino hasta el 16 de febrero de 2005.
También se firmó el Acuerdo de París10 dentro del marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que establecía medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Dicho acuerdo buscaba mantener el aumento de la temperatura global promedio por debajo de los 2 °C, encima de los niveles preindustriales, y pretendía que los países industrializados unieran esfuerzos para limitar el aumento a 1.5 °C. ¡Pero hasta ahí!
No se procuró que los países se involucraran. Sobre todo, los que más gases de efecto de invernadero generaban. No se dijo cómo los países podían alcanzar la meta, o qué debían hacer para alcanzarla. No se solicitaron acciones específicas, ni se procuraron sanciones contra quienes incumplieran.
Y lo más importante de todo, no se exigió a los gobiernos informar a la población sobre los acuerdos alcanzados. Mucho menos sobre las consecuencias que tendría a futuro no atender la recomendación de tomar acciones para limitar el aumento de temperatura a 1.5 °C y la advertencia de mantener el aumento de la temperatura global promedio debajo de 2 °C, por encima de los niveles preindustriales.
Se dejó que los países decidieran. Más precisamente, se permitió que el gobierno de cada país decidiera. Lógica y consecuentemente, eso derivó en que el poder económico y la conveniencia de los intereses de las grandes industrias en cada país (sobre todo, en los más industrializado y por ende, los más contaminantes) prevalecieran sobre el interés del ambiente y la ciudadanía. Ya todos sabemos quién es el “poder detrás del trono” en toda nación.
Desde la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992 se han celebrado dos más: la Cumbre de la Tierra de Johannesburgo11, Sudáfrica en 2002, en la que los gobiernos de los casi 180 países participantes acordaron promover e involucrar a las poblaciones de cada país en el desarrollo sostenible para tratar de revertir la continua degradación del medio ambiente y, así, mejorar las vidas de las personas que viven en pobreza, en lo que más adelante se conoció como el Programa 21.
No obstante, y pese haber firmado el acuerdo, muchos de los nuevos países industrializados (NPI) como China y la India no se acogieron a él, ya que, para sus gobiernos, la explotación indiscriminada de los recursos hídricos representaba factores sociales, políticos y económicos muy importantes, igual que la producción agrícola a través de la agricultura intensiva.
Fuera de los NPI, países como Estados Unidos no estaban interesados en regular o reducir su excesivo consumo de energía, por lo que tampoco tomaron medidas para disminuir el consumo y contrarrestar sus crecientes emisiones y su efecto en la contaminación ambiental.
La siguiente fue la Cumbre Río+20 del 2012, propiamente llamada la Conferencia de desarrollo sostenible de Naciones Unidas "Rio+20"12. Allí, triste e irónicamente, se alcanzó un acuerdo mínimo sobre el borrador de conclusiones, titulado El futuro que queremos.
Las organizaciones ecologistas y ambientales calificaron el texto como "decepcionante" y un "fracaso colosal": “Una madrugada de negociaciones para que los diplomáticos acaben decepcionando al mundo. Deberían sentir vergüenza de su incapacidad para alcanzar un acuerdo en un asunto tan crucial”, declaró Jim Leape, director general de la ONG ecologista WWF13.
Preocupado por nuestro planeta y el futuro que tendrán las siguientes generaciones, en enero del 2022, con la esperanza de que la gente entendiera un poco más sobre este tema y tomara consciencia social y ecológica sobre las consecuencias de que los gobiernos siguieran desantendiendo al cambio climático, escribí ¿Qué es el cambio climático y qué lo provoca?: Una hipótesis sobre este fenómeno y, en febrero del 2023, Pensar en un mañana mejor para nuestros hijos es urgente: Cambio climático y desastres naturales.
Referencias
1.Cumbre de la Tierra de Estocolmo.
2. segunda cumbre en Río de Janeiro, Brasil.
3. Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo.
4. Programa 21
5. Convenio sobre la Diversidad Biológica.
6. Convención Marco sobre el Cambio Climático.
7. Principios relativos a los Bosques.
8. Convención de Lucha contra la Desertificación.
9. Protocolo de Kioto sobre el cambio climático.
10. Acuerdo de París.
11. Cumbre de la Tierra de Johannesburgo.
12. Conferencia de desarrollo sostenible de Naciones Unidas "Rio+20".
13. WWF.