La imagen, el lenguaje y la acción social son la base de la obra de Mari Chordà y parte indisociable de su vida: la artista, la escritora y poeta, y la activista forman un vínculo inquebrantable, fundamento de una actitud y unas convicciones que conforman el eje vertebral de su trabajo y su biografía. Observadora activa y atenta de la realidad que la envuelve, toma parte en ella, agitando y subvirtiendo todo cuanto ve, guiada por un posicionamiento político que surge en respuesta a la dictadura franquista y continúa articulándose de la mano de las luchas feministas por el reconocimiento y la visibilización del trabajo de las mujeres.

Las referencias estéticas en la obra de Mari Chordà son ajenas al ambiente academicista y anacrónico de la Escuela de Bellas Artes en la que estudió, pero también al panorama artístico del momento en el que comenzó a forjar un lenguaje propio. El suyo es un imaginario cercano a la sensibilidad visual del pop y la psicodelia, pese a que Chordà nunca se ha considerado parte de esos movimientos. Pionera de su generación a la hora de plantear una sexualidad libre, su pintura y su poesía hablan de placer, de maternidad y relaciones lésbicas. En 1964, siendo aún estudiante, pinta la primera Vagina: «Imaginaba el cuerpo femenino por dentro, pero [la pintura] era un figurativo muy poco realista con un cierto recordatorio de las formas»1. Pinta los fluidos del cuerpo, las secreciones, los órganos sexuales y los coitos, no desde lo abyecto, sino con formas sensuales y colores seductores, con tonalidades planas que reclaman un erotismo pleno.

Unas obras, pues, que transmiten fuerza y vitalidad, y en las que la creación se identifica con la propia sexualidad: «Quería “pintar-hablar” sobre la vida sexual y la identidad sexual»2. Mari Chordà indaga en el cuerpo femenino a partir de su propio cuerpo, pero en lugar de pintar su rostro —imagen del autorretrato convencional— se autoexplora y retrata pintando su sexo. La autorreferencialidad, la exploración de la propia intimidad y los cambios que se producen a lo largo de un embarazo son solo algunos ejemplos. No hay obscenidad ni pudor de ningún tipo a la hora de mostrar, de hablar de sexo, de disfrutar del cuerpo y pintarlo o componer poemas sobre él. Mientras que el Estado, la Iglesia, el orden o una moral mal entendida fomentaban la represión del sexo y el placer, en el trabajo de Chordà emerge una sexualidad exacerbada que supone una autoafirmación en sí misma, una legitimación de la libertad y el gozo.

Mari Chordà, como otras mujeres de su generación, creía que «lo personal era político»3 e hizo de esta creencia una fuerza motriz. Fundó Lo Llar, en Amposta, un espacio que funcionó como centro de activación cultural y en el que se realizaban conciertos, exposiciones y un sinfín actividades. Más tarde, ya afincada en Barcelona y en colaboración con un grupo de mujeres, inauguró laSal Bar-biblioteca feminista, un local pensado como lugar de encuentro y de organización colectiva para mujeres en el que conversar y apoyarse mutuamente, y del que surgiría después laSal, edicions de les dones, la primera editorial feminista del Estado español centrada en literatura y ensayo escritos por mujeres. Pero laSal fue además un lugar en el que pasarlo bien: «Nos dedicábamos a generar palabra, generar música y, sobre todo, placer […]. El placer es muy subversivo»4. Porque todo lo que hace Mari Chordà está atravesado por el juego y el derecho al placer, entendidos como parte integral de las luchas feministas.

Notas

1 Silvia Alarcón: Mari Chordà. Dones amb nom propi. Tortosa: Canal 21 Ebre, 22 de septiembre del 2015.
2 Artist Interview: Mari Chordà. Londres: Tate, 2015.
3 Mari Chordà: "A conversation about pop", en Jessica Morgan y Flavia Frigeri (eds.): The world goes pop. Londres: Tate Modern, 2015, p. 160 [cat. exp].
4 Documental I moltes altres dones. Idea original: Sonia Trigo y Dolors Marín. Dirigido por Sonia Trigo, Andrea Corachán, Nacheli Beas, Marta Muñoz, Begoña Montalbán y Maria Romero García. Centre de Cultura de Dones Francesca Bonnemaison, 2007.