Nos acusamos, sabiendo mientras tanto cómo pesa la roca, la planta, nuestra fuerza: el poder con que “saltamos juntas” (…) y el alimento que siempre sacamos a alguien para vestirnos con él y, así, arropadas, conoceremos mejor el gusto y las trampas con las que siempre se impidió el acceso de la mujer a todo.

(Maria Isabel Barreno, Maria Teresa Horta y Maria Velho da Costa. Nuevas cartas portuguesas. Barcelona, Grijalbo, 1976, pp. 86-87, trad. Eduardo Butragueño)

El poder con que saltamos juntas. Mujeres artistas en España y Portugal entre la dictadura y la democracia explora el trabajo de las mujeres artistas en las décadas de 1960 y 1970 en España y Portugal. Ambos países sufrieron largas dictaduras que promovieron una visión tradicional de la mujer, concebida como esposa y madre y desprovista de muchos derechos legales. Aunque en los dos casos hubo iniciativas feministas tempranas de carácter clandestino, no fue hasta el inicio de la democracia, a mediados de los setenta, cuando se desarrolló el feminismo de la segunda ola en la Península Ibérica.

Las creadoras de España y Portugal partían de una posición triplemente periférica: en la sociedad y el arte de su país, por ser mujeres; en la escena artística internacional, por trabajar desde el Sur de Europa; y en los relatos del feminismo hegemónico, por no ajustarse al modelo de «artistas feministas» establecido en el mundo anglosajón. Más que insistir en esa condición marginal, esta muestra quiere subrayar las muchas formas en las que las creadoras —a veces solas, a veces colectivamente— lograron transformar ese punto de partida, resignificando el orden simbólico existente. A este respecto, es importante tener en cuenta la pluralidad de lenguajes, temas y estrategias desplegadas por las artistas, cuyas obras no siempre se prestan a una lectura feminista en sentido literal ni responden necesariamente a ciertas categorías —el cuerpo, la naturaleza, la sexualidad o lo doméstico— que cierran de sentidos posibles el trabajo artístico de las mujeres.

El poder con que saltamos juntas se articula en nueve secciones: Casi, A través, En, Desde, Cerca, Ahora, Donde, Entre y Más allá. Cada apartado toma el nombre de un adverbio o una preposición presentes en la lengua española y portuguesa. Ambas clases de palabras apuntan hacia un hacer, un intervenir y, a la vez, se muestran abiertas, incluso elusivas.

Las distintas secciones proponen, así, una constelación de posibilidades de conversación tanto entre las obras incluidas en ella como con el resto de los trabajos de la muestra. Cada apartado se abre con una cita de las Nuevas cartas portuguesas de Maria Isabel Barreno, Maria Teresa Horta e Maria Velho da Costa, un texto en el que se inspira, asimismo, el título de esta exposición. El libro, que cuestiona de una forma compleja la condición de la mujer en la sociedad portuguesa de la época, fue publicado en 1972 y censurado por ser considerado pornográfico. Las autoras fueron procesadas y, finalmente, absueltas después de la Revolución de los Claveles que dio inicio a la democracia en Portugal. Las citas del libro sirven para contextualizar cada apartado, así como para sugerir conexiones inesperadas entre las obras que aquí presentamos.

El recorrido se completa con tres secciones tituladas Encuentros, que documentan algunos de los principales momentos de contacto entre las artistas españolas y portuguesas en estos años. A pesar de que tanto unas como otras tendieron a buscar sus referentes en centros artísticos como París, Londres o Nueva York, hubo una serie de intercambios interesantes entre ellas que han sido desdeñados, en general, como acontecimientos menores, pero que merece la pena recuperar desde el punto de vista de una historia que trascienda la dialéctica centro-periferia.

La exposición reúne un total de 186 obras, principalmente pintura, pero también fotografía, dibujo, collage, instalación o vídeo, procedentes de más de una veintena de instituciones, museos y galerías, además de préstamos de colecciones particulares de las propias artistas o de sus herederos. Entre las instituciones que han prestado obra destacan: en España, Museu d’Art Contemporani de Barcelona (M ACBA); Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia (MNCARS): Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC); Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC); TEA Tenerife; Museo Vostell Malpartida; Museu d’Art Contemporani Vicente Aguilera Cerni (MACVAC); Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear; Archivo Espacio P, Tenerife; Museu d’Art de Sabadell o la Filmoteca de Catalunya; además de la Galería Marc Domenech; Galeria Àngels Barcelona y la Galería José de la Mano. Desde Portugal ha llegado obra del Museu Serralves de Arte Contemporãnea; Centro de Arte Moderna (CAM) Gulbenkian, Lisboa; Fundaçao Luso Americana para o Desenvolvemento, Lisboa; Fundaçao Llídio Pinho, Oporto; Biblioteca y Archivo Gulbenkian; Performing the Archive, Oporto; Culturgest. Fundação Caixa Geral dos Depósitos, Lisboa; Casa das Histórias, Cascais así como de FRAC Grand Larde Hauts de France y la Galería Saltoun-Coghlan SRL, Roma y Londres.

Casi

Casi explora la tensión entre texto e imagen, legibilidad e ilegibilidad, lenguaje y materialidad, tanto desde una perspectiva política como estética. En la instalación La vanguardia (1980) de Concha Jerez, las páginas procedentes del periódico catalán son intervenidas y distribuidas en unos grandes paneles colgados del techo que ocupan la sala expositiva. En muchas de estas obras se intuyen las tensiones que, en el contexto de las dictaduras ibéricas, se establecían entre lo decible y lo no decible no solo en la esfera pública, sino también en el espacio privado, atravesado por la moral y las normas de género autoritarias.

En este contexto también se inscriben los escritos a-semánticos sobre papel de Ana Hatherly, las anotaciones gestuales en textil de Eva Lootz; la poesía concreta de Elena Asins que dialogan con los objetos en cerámica y acrílico de Salette Taveres; y los signos coloridos en forma de red de Fátima Vaz con los quipus blancos de Aurèlia Muñoz. Otras obras abren la posibilidad de recrear el habla más allá del marco patriarcal como en la obra de Helena Almeida.

A través

Las obras aquí presentadas se proponen explorar y poner en cuestión lo que significa el acto de atravesar, es decir, recorrer de un lado a otro un lugar, un espacio o incluso un material o una forma específica. Atravesar implica comprometerse con un itinerario espacial —real y/o imaginario, palpable y/o metafórico, práctico y/o teórico— así como con los posibles obstáculos diseminados en el camino y con los procesos de transformación que éste puede conllevar. Las distintas formas de travesía —atravesar una frontera, atravesar un espacio de exposición como este, atravesar el tiempo— nos remiten a marcos legales, culturales, sociales o políticos que son, asimismo, heterogéneos. Atravesados ellos mismos por estas diferencias, los trabajos de Irene Buarque, Fina Miralles, Helena Almeida y Ángels Ribé reunidos en esta sección encarnan un conjunto de trayectorias espaciales y enfoques críticos entre los que se producen diálogos fecundos.

En

Las obras incluidas en esta sección reflexionan sobre la relación con el mundo no humano, o incluso sobrehumano, a través de la utilización de materiales inusuales y del protagonismo otorgado al proceso creativo. Las instalaciones y objetos realizados con elementos orgánicos de Graça Pereira Coutinho o Eva Lootz proclaman la interdependencia de todo lo viviente, mientras que las fotografías de acciones corporales en entornos naturales de Maria José Oliveira y Fina Miralles apuntan al carácter relacional de la subjetividad. En el caso de Maria Teresa Codina, Helena Lapas y Eva Lootz se percibe un interés por combinar la innovación contemporánea con las prácticas artesanales, en particular las vinculadas a la creatividad femenina, como el textil.

En algunas de estas obras, la exploración de los ritmos de la naturaleza conecta con una cierta imaginación utópica y evocando mundos imaginarios, mágicos o espirituales como en las piezas de Magda Bolumar o Luísa Correia Pereira.

Desde

Desde indaga en la relación entre el arte y la incipiente sociedad de consumo en la Península Ibérica en las décadas 1960 y 1970. A diferencia de lo que ocurrió en muchas obras de artistas varones próximos al Pop —que reforzaban un imaginario publicitario en el que las mujeres se convertían en objetos de consumo—, estas obras se apropian de los lenguajes de los medios de masas, la moda e incluso los cuentos populares —como en el caso de Paula Rego— para proponer perspectivas críticas o irónicas sobre el papel de la mujer en distintas facetas: como ama de casa y consumidora —en los detergentes y botes de conserva intervenidos de Emília Nadal e Isabel Oliver o en el lavavajillas pintado de Isabel Baquedano—; como objeto de la mirada masculina —en los collages de Ana Peters y Silvia Gubern—, o como chica emancipada en la obra de Teresa Magalhães.

En otros casos, las estrategias de apropiación sirven para hacer visibles la violencia y opresión política que seguían sufriendo las mujeres, como en las obras de Carme Aguadé, Eulàlia Grau o Eugènia Balcells.

Cerca

Las obras aquí reunidas representan aproximaciones físicas, afectivas y eróticas al cuerpo, entendido como un lugar que se construye de forma relacional a través del deseo y la intimidad, así como por normas cultural y socialmente situadas. Al proponer una aproximación a los cuerpos de cerca, estas piezas reivindican abiertamente —en un contexto como el peninsular que, en las décadas de 1960 y 1970, se hallaba todavía marcado por actitudes muy conservadoras con respecto a la sexualidad de las mujeres— una urgencia de transgresión y un derecho al placer femenino, al tiempo que exploran las ambigüedades y potencialidades transformadoras del amor y del cuidado.

En este marco, la irónica Tetapop de Ángela García Codoñer entra en diálogo con la serie Chupachups de Grancinda Candeias, con los bordados de Clara Menéres o con las grandes pinturas de María José Aguiar que, tanto por su lenguaje sexualizado como por su escala, parecen remitirnos al mismo tiempo a la violencia del poder patriarcal.

Ahora

Ahora reúne un conjunto de trabajos en los que las artistas reflexionan sobre su tiempo presente y que subrayan la urgencia de tomar la palabra tanto en términos sociales como políticos. Asimismo, contribuyen de forma crítica a los procesos de emancipación individual y colectiva que estaban teniendo lugar en la época. Las obras aquí presentadas articulan estrategias de resistencia frente a distintas formas de violencia, tales como las dictaduras sufridas en la Península Ibérica, el colonialismo, el racismo y el patriarcado. En este apartado se pueden ver las obras de Paula Rego, Teresa Gancedo, Helena Lumbreras, Concha Jerez, Jane Millares, Ana Hatherly, Bertina Lopes y Renée Gagnon. La energía disruptiva de estos años de protesta, revuelta y transformación social se manifiesta también en un conjunto de obras performativas de Elisabete Mileu, Marisa González, Túlia Saldanha, Gracinda Candeias y Esther Ferrer, así como en una serie de dibujos de Maria Beatriz.

Donde

Esta sección presenta un conjunto de obras que parten de la silueta humana para interrogarse sobre las complejas relaciones entre subjetividad y localización espacial. El adverbio «donde» se utiliza generalmente para indicar o preguntar acerca de un lugar específico. Es precisamente ese espacio incierto plagado de posibilidades, el que se sitúa a caballo entre la pregunta —la tentativa de identificar un lugar— y la afirmación —la identificación de una localización precisa—, el que exploran los trabajos aquí reunidos de Lourdes Castro, Milvia Maglione, Graça Morais, Marisa González, Bertina Lopes y Esther Ferrer.

Entre

La sección Entre reúne obras que evocan espacios liminares que nos trasladan a un territorio marcado por la tensión entre apertura y cierre, control y transgresión propias de toda frontera. Las líneas quebradas que cruzan las pinturas experimentales de Aurora Valero o los bordados de Maria Antonia Siza nos hablan de la trayectoria de las mujeres en el mundo del arte que a menudo sufre interrupciones o retrocesos, pero también de la posibilidad de desviarse de la norma lineal. La misma ambivalencia se desprende de las piezas de Ana Vieira, Helena Almeida, Elena Asins y Elisenda Sala. El equilibrio constante entre el adentro y el afuera, lo permitido y lo prohibido, no solo era un elemento propio de la experiencia histórica de las mujeres, sino también un componente esencial de la vida bajo un régimen dictatorial.

Aquí se incluyen también las murallas de Irene Buarque, compuestas por lienzos redondos pintados con formas geométricas que aludían al antiguo recinto amurallado de Lisboa, o la película de Helena Almeida, en la que una figura humana escribe la súplica «escúchame» en una pantalla de papel, evocando así un cuerpo que parece querer hablar pero que no lo hace.

Más allá

Más allá indaga en el modo en el que las artistas utilizaron la abstracción geométrica para crear lugares-otros, alejándose de una visión mimética del mundo y ensayando nuevos lenguajes plásticos en un campo históricamente definido a partir de una genealogía masculina. Como en la obra de Alice Jorge, Ana Buenaventura o Soledad Sevilla o Manuela Almeida. En el caso de María Droc y Elvira Alfageme, la experimentación con los materiales se combina con un acercamiento distinto al papel del espectador, integrándolo en la obra. Esta llamada a la participación contrasta con la privación de libertad propia de las dictaduras ibéricas de la época, invitándonos así a trascender una lectura meramente formalista de estas obras.

Encuentros

La exposición se completa con tres secciones tituladas Encuentros. El primero de ellos explora el papel del Museo Vostell, en Malpartida de Cáceres (Extremadura), en la promoción de un conjunto de encuentros artísticos transfronterizos celebrados entre 1970 e inicios de la década de 1980. El segundo, traza un mapa con algunos de los principales circuitos artísticos entre Portugal y España (Lisboa, Madrid y Barcelona, entre otros) en la década de 1970 en los que participaron algunas de las artistas de la exposición. El tercer encuentro se centra en el Espacio P (Madrid). Fundado en 1981 por Pedro Garhel, y activo hasta 1997, Espacio P, que presentó la obra de la creadora portuguesa Ção Pestana, entre otras, fue un importante centro alternativo de producción, exhibición e investigación interdisciplinar.