Todo individuo debe tener la posibilidad de aprender durante toda su vida. La idea de educación permanente es la clave del arca de la ciudad educativa.

(Edgar Faure)

La ciudad sólo es plenamente educadora si se puede vivir como una aventura, como una iniciación. La persona libre es aquella que siente que, a su manera, ha conquistado la ciudad.

(Jordi Borja Sebastià)

Las comunidades locales parecen ser lugares privilegiados para construir y practicar la ciudadanía. Es el sentido de pertenencia, el sentido de lo propio, el que le da contenido al proceso ciudadano. Frente al declinamiento de la referencia global o nacional, que constituyen identidades abstractas, la vuelta a lo local tiene un fuerte contenido simbólico (Nari y Bifarello, 1999).

La identidad local tiene, en términos de Néstor García Canclini (1995), no sólo un significado socio-espacial, sino también socio-comunicacional. Es en el espacio próximo, donde se construyen los vínculos asociativos, las solidaridades, la memoria histórica y los proyectos futuros.

El sistema municipal, por su proximidad a los ciudadanos, es más abierto y transparente y sus decisiones administrativas son palpables. Esta escuela de ciudadanía, en palabras de Alicia Cabezudo (2005) es vital para la formación del futuro ciudadano consciente de sus derechos, responsable por sus deberes y sensible a los problemas de todos, que son también los de él, en la medida en que haya sido educado dentro de una sociedad abierta y transformadora.

Desde esta perspectiva, los gobiernos municipales adquieren un compromiso educativo, social y político, que significa la ejecución de programas que tienen como objetivo el desarrollo de la solidaridad, la cooperación y la responsabilidad individual y grupal como pilares de una formación democrática.

Asumir una perspectiva pedagógica de las políticas públicas locales significa organizar y promover los aprendizajes que el devenir cotidiano de la vida urbana genera y devolverlos a los ciudadanos como propuestas educativas.

Bajo este paradigma se crea en 1994 la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras (AICE), como una organización sin ánimo de lucro, con el propósito de establecer una plataforma permanente de colaboración entre gobiernos locales comprometidos con los principios de la Carta de Ciudades Educadoras. Esta carta sirve como guía para las ciudades que la integran, delineando los valores y objetivos fundamentales del movimiento.

La Carta de Ciudades Educadoras (Barcelona, 1990) recoge en su preámbulo:

Hoy más que nunca, la ciudad, grande o pequeña, dispone de incontables posibilidades educadoras, pero también pueden incidir en ella fuerzas e inercias deseducadoras. De una forma u otra, la ciudad presenta elementos importantes para una formación integral: es un sistema complejo y a la vez un agente educativo permanente, plural y poliédrico, capaz de contrarrestar los factores deseducativos.

Dicho escrito es el documento fundacional de este movimiento internacional que promueve una visión de ciudad que sitúa la educación como vector de transformación social y de mejora de la vida comunitaria. A lo largo del texto se expresa el compromiso y responsabilidad de los gobiernos locales que la suscriben con todos los valores y principios que en ella se han manifestado.

Cualquier gobierno local que acepte el compromiso con los principios de la Carta de Ciudades Educadoras puede unirse como miembro activo de la Asociación, sin importar su estructura administrativa. A principios de 2023, la Asociación contaba con cerca de 500 ciudades miembro, distribuidas en 35 países y abarcando todos los continentes. Este crecimiento refleja el interés y compromiso global hacia la promoción de entornos urbanos más educativos, inclusivos y sostenibles.

La Carta de Ciudades Educadoras sistematiza los vínculos entre ciudad y educación. La ciudad es el marco para establecer relaciones, construir identidades y adquirir conocimientos en el proceso educativo.

Como bien señala Jaume Trilla Bernet (2005) ya en la Grecia clásica se establecía un vínculo muy íntimo entre los conceptos de paideia y polis. En ese sentido, la ciudad educadora no es un invento reciente sino una construcción progresiva de la historia de la ciudad, de a historia de la educación y de la estrecha relación entre ambas.

Cornelius Castoriadis destaca a lo largo de su obra la importancia de la dimensión pedagógica del proyecto de autonomía :

De donde el rol enorme de la educación y la necesidad de una reforma radical de la educación, realizar una verdadera paideia como decían los griegos, una paideia de la autonomía, una educación para la autonomía y hacia la autonomía, que induzca a aquellos que son educados - y no solamente los niños - a interrogarse constantemente para saber si obran en conocimiento de causa o más bien impulsados por una pasión o un prejuicio. No solamente los niños, porque la educación de un individuo, en un sentido democrático, es una empresa que comienza con el nacimiento y que no culmina sino con la muerte (1997).

Asimismo, subraya la relevancia de la participación como faz indispensable de la política. En ese marco, destaca el rol de la ciudad como espacio propicio para el desarrollo de la autonomía individual y colectiva (1996). El objetivo de la paideia, dice Castoriadis en otra de sus obras, es ayudar al recién nacido a devenir ser humano:

El fin de la paideia es ayudar a ese atado de pulsiones e imaginación a devenir anthropos (…) El objeto de la pedagogía no es enseñar materias específicas, sino desarrollar la capacidad de aprender del sujeto -aprender a aprender, aprender a descubrir, aprender a inventar (1993:119).

El enfoque de Castoriadis propugna la necesidad de abolir la distancia entre gobernantes y gobernados, suprimiendo toda relación de dominación. Para el autor la representación comporta una delegación incondicional de la capacidad de decisión que se opone por definición a la idea de autonomía social e individual, es decir, a la idea de autogobierno. De ahí su insistencia en la paideia de los ciudadanos, esto es, en la formación de individuos autónomos que hayan interiorizado a la vez la necesidad de la institución y la posibilidad de ponerla en tela de juicio. De este modo la democracia debe ser promovida en hábitos, costumbres, sentimientos y reflejos morales, pues de lo contrario resultan estériles cualquier procedimiento o institución política por bien diseñados que estén (Pedrol, 2008:85,86).

De este modo, la paideia de Cornelius Castoriadis nos permite analizar la dimensión pedagógica de la democracia, entendida como una educación para la autonomía y hacia la autonomía, así como la formación de ciudadanos que han interiorizado a la vez la necesidad de la ley y la posibilidad de la interrogación, la reflexividad y la capacidad de deliberar, la libertad y la responsabilidad.

Sólo la educación (paideia) de los ciudadanos como tales puede dar un contenido verdadero y auténtico al "espacio público". Pero esa paideia no es principalmente una cuestión de libros ni de fondos para las escuelas. Significa en primer lugar y ante todo cobrar conciencia del hecho de que la polis somos también nosotros y que su destino depende también de nuestra reflexión, de nuestro comportamiento y de nuestras decisiones; en otras palabras, es participación en la vida política (2005:123).

La democracia local tiene una dimensión pedagógica que contribuye a la conformación de una mejor ciudadanía. De acuerdo con Pilar Figueras (2007), el concepto de Ciudad Educadora reposa sobre tres pilares:
- Buena comunicación de las oportunidades que ofrece la ciudad a todos y cada uno de los ciudadanos;
- Participación corresponsable de los ciudadanos;
- Evaluación del impacto educativo de las diferentes políticas.

Profundicé sobre la obra de Castoriadis en los siguientes artículos:

Para la autora, los responsables municipales deben buscar y desarrollar la dimensión educativa presente en las diversas políticas locales. Es esta dimensión la que demanda y justifica un trabajo interdisciplinario y transversal, analítico y propositivo que requiere, muchas veces, de nuevos modelos de gestión.

Según Fernando Ramos Fernández y Laura López Atrio (2013), la ciudad es educadora cuando imprime esta intencionalidad en la forma como se presenta a sus ciudadanos, consciente de que sus propuestas tienen consecuencias en actitudes y convivencias, y generan nuevos valores, conocimientos y destrezas.

Por su parte, Jahir Rodríguez Rodríguez (2006) sostiene que educar es el acto político que abre camino al conocimiento, tratándose de una actitud pedagógica permanente que rescata el ser humano en medio del drama, las crisis e incertidumbres de su momento histórico y relanza la confianza en sí misma, en las potencialidades transformadoras de los múltiples saberes del pueblo para enfrentar la encrucijada de nuestra sociedad y los desafíos que se presentan.

Por otra parte, para Patricia Bryon y Gustavo Gaona (2015), la ciudad educadora, como proyecto político, significa generar las condiciones para el fortalecimiento de los procesos organizativos y participativos de los ciudadanos. Así, contribuye con la construcción del tejido social.

Parafraseando a Isidre Molas Batllori (1990), la ciudad es escuela de ciudadanía en sí misma, porque es un microcosmos del mundo, una versión a escala humana del sistema democrático. Así, el sistema municipal, por su proximidad a los ciudadanos, es el más abierto y el más transparente.

¿Qué hace entonces que una ciudad sea educadora? Para que una ciudad sea educadora debe ser conciente de su propio papel. Sus museos, sus bibliotecas, sus monumentos, sus teatros, sus centros de salud y hospitales, tienen que ser educadores.

Advertido el carácter de agente educativo que tiene la ciudad, coincidimos con Alexandre Sanvisens Marfull (1990) en que dicha impronta debe estar relacionado con la promoción de iniciativas que estimulen la creatividad y la expresividad libre.

Las ciudades contemporáneas están en constante cambio y evolución, influidas por tendencias globales que traen nuevos paradigmas y formas de desarrollo. Este dinamismo lleva a que las ciudades actuales experimenten procesos de fragmentación y ruptura del tejido social, procesos que se refuerzan entre sí y ponen en riesgo el espacio público como ámbito de ciudadanía.

Los gobiernos locales enfrentan desafíos y problemas que son difíciles, complejos, persistentes y a menudo desconcertantes. Estas situaciones requieren la toma de decisiones políticas y la gestión de alternativas en las que participan múltiples actores e instituciones en diferentes niveles.

En este escenario, el Estado Local se destaca como el actor capaz de articular propuestas y respuestas integrales, fomentar acuerdos, establecer compromisos y coordinar esfuerzos. Su rol es alinear todos estos elementos con las particularidades de los territorios urbanos, construyendo la agenda pública en conjunto con las organizaciones de la sociedad civil y el sector privado.

Bibliografía

2005 Cabezudo, Alicia; Ciudad Educadora un espacio para la democracia. Revista Educación y ciudad, ISSN-e 2357-6286, ISSN 0123-0425, Nº. 8, 2005, págs. 77-88.
1993 Castoriadis, Cornelius; El mundo fragmentado. Buenos Aires. Editorial Altamira.
1997 Castoriadis, Cornelius; De la autonomía en política: el individuo privatizado. Recuperado de: El individuo privatizado.
2005 Castoriadis, Cornelius; Los dominios del hombre: las encrucijadas del laberinto. Barcelona, Gedisa.
2007 Castoriadis, Cornelius; La institución imaginaria de la sociedad, volumen 1: Marxismo y teoría revolucionaria, volumen 2: El imaginario social y la institución. Barcelona, Tusquets.
2007 Figueras, Pilar; Ciudades educadoras, una apuesta por la educación, CEE Participación Educativa, 6, noviembre 2007, pp. 05-21.
1995 García Canclini, Néstor; Consumidores y ciudadanos, Grijalbo, México.
1990 Molas Batllori Isidre; I Congrés Internacional de Ciutats Educadores/ coordinado por Jordi Fernando, Sussi Morell, ISBN 84-7609-398-5, págs. 39-48. La ciudad y la ciudadanía democrática.
1999 Nari, Patricia y Bifarello, Mónica; Políticas Locales para la Construcción de Ciudadanía. Trabajo presentado en el IV Congreso Nacional de Ciencia Política- Sociedad Argentina de Análisis Político- 17 al 20 de noviembre de 1999.
2013 Ramos Fernández, Fernando, y Laura López Atrio. Ciudades Educadoras Y Ciudades Creativas, Las Nuevas fórmulas De La pedagogía Social En El Siglo XXI. Revista De Comunicación De La SEECI, n.º 32 (noviembre):160-75. Ciudades....
2006 Rodríguez Rodríguez, Jahir; La participación como un acto educador y constructor de la Ciudad Educadora. Ponencia presentada en el Simposio Ciutat Edu: Nous Reptes, Nous Compromisos. Mesa: Repensar la ciudad desde la educación, Barcelona, octubre 9, 10 y 11 de 2006: La participación....
1990 Sanvisens Marfull, Alexandre; Hacia Un Concepto de Ciudad Educadora. I Congrés Internacional de Ciutats Educadores.
2005 Vásquez, Tomás; ¿De qué ciudad educadora estamos hablando hoy? Entrevista a Jaume Trilla Bernet. Pedagogía y saberes,22,111-114.: ¿De qué ciudad...

Documentos

Carta de Ciudades.
Cuadernos de Debate N° 3, 4 y 5.
Libro Resumen.