De acuerdo con el diccionario, la fealdad se refiere a la ausencia de atractivo, caracterizado por la disonancia respecto al canon de belleza. Lo feo son aquellos elementos que no generan una experiencia placentera ni en su observación ni en su percepción auditiva, todo lo que no es tradicionalmente lindo o deseable.
La fealdad tiene una inusual relación con la moda. Frecuentemente, cuando pensamos en esta industria, se tiende a suponer que el propósito primordial de un diseñador consiste en crear ropa hermosa, elegante y armónica, que busque satisfacer a la vista, oculte nuestras imperfecciones y que realce nuestros mejores rasgos, pero la realidad es que este no es siempre el objetivo.
En una entrevista en 2012, el diseñador Dries Van Noten dijo: «Nada es tan aburrido como algo hermoso». Con una perspectiva contraria a lo usual, él declara su inclinación por elementos que podrían tildarse de poco atractivos. Incluso dijo que cuando él comienza una colección, suele pensar en colores que no le agraden, para después, paradójicamente, incorporarlos de manera intencionada en su labor creativa.
Esta tendencia conocida como ugly fashion, ugly-core o anti-fashion, puede verse en las pasarelas actuales, muchas firmas de lujo han adoptado estos diseños kitsch con total ironía, y aunque no se trata de algo reciente, hoy en día ha adquirido un papel central en la estrategia de diversas marcas.
Se dieron cuenta de que, para satisfacer a sus nuevas audiencias de carácter más juvenil y global, necesitaban tener un enfoque más liberador, divertido y multifacético que desafiara el buen gusto y la armonía.
Adoptar esta imagen abre muchas oportunidades creativas, al liberarse de las limitaciones y normas convencionales te encuentras con un inmenso repertorio de patrones, estilos, colores, complementos y combinaciones, abriendo las puertas a las ideas que suelen quedarse solo en la imaginación.
Existen algunas teorías que buscan explicar el éxito que ha experimentado la «moda fea» en particular, una de ellas dice que la huella dejada por la reciente y trascendental pandemia mundial pudo hacer que la vestimenta pareciera trivial, ya que todos teníamos otras prioridades en ese momento.
Pero los seres humanos a menudo buscamos recuperar un sentido de normalidad y seguridad después de haber pasado por tiempos de crisis, la ropa pudo ser un medio para brindar la sensación de haber retomado el control, y ahora que esas situaciones difíciles han quedado en el pasado, emerge una nueva dinámica en la psicología colectiva.
Sentimos un gran anhelo de novedad y un hambre por descubrir nuevas experiencias después del encierro, lo cual ha llevado a un significativo número de personas a adentrarse en la industria de la moda, abiertos a nuevas ideas y corrientes inexploradas por ellos.
Otra teoría es la del gráfico del ugly fashion, que nos habla del proceso y evolución de las personas al dar sus primeros pasos en este ámbito.
Generalmente comienzan usando prendas básicas, diseños minimalistas y tonalidades neutras, se inspiran en revistas y celebridades. Pueden descubrir nuevas siluetas, cortes y tendencias, pero aún siguen las reglas fundamentales de vestimenta.
En este periodo, las personas a su alrededor detectan el surgimiento de su nueva identidad y los perciben como alguien vanguardista que se sabe vestir. La gran mayoría deciden quedarse en esta etapa, sin embargo, existe otro grupo que opta por profundizar en su exploración, alcanzando niveles más complejos que desembocan en una apariencia «deconstruida» o «fea».
En esta última fase, las personas adquieren conocimientos más profundos y ahora reconocen diferentes marcas y diseñadores emergentes y alternativos. Adquieren piezas vintage, únicas y peculiares, además integran referencias de películas, música, arte, pasarelas y diversos elementos culturales en su conjunto.
Desafían las convenciones de la estética, esto lleva a quienes les rodean a plantearse el motivo detrás de esta transformación, ya que, a la vista de la sociedad, estas personas solían ser consideradas como ejemplos de «buen gusto».
Varias famosas como Sarah Jessica Parker, Bella Hadid y Rosalía, han pasado por este proceso y recibieron muchas críticas sobre su cambio de apariencia. Es importante reconocer que estas personalidades han decidido deliberadamente abandonar su zona de confort, pasando de un estilo totalmente comercial y replicable, a redescubrir y afirmar progresivamente su identidad por medio de la moda.
El ugly-core no solamente cuestiona los parámetros tradicionales de belleza, sino que también estimula la expresión creativa e impulsa la autenticidad al plasmar la identidad propia a través de la ropa.