En el fascinante mundo de la cerámica española, hay historias que destellan como piezas únicas en medio de un vasto taller de tradición y creatividad. Y, hoy, tenemos el placer de sumergirnos en una de estas historias con Dánae Marín, fundadora de Can Betelgeuse Studio, un proyecto que ha revolucionado la escena de la cerámica en la región de Levante y más allá. Pero, ¿cómo surgió la idea de revivir la tradición cerámica española, específicamente la de la zona de Manises? ¿Cómo han evolucionado y qué desafíos enfrentan en la actualidad? Acompáñanos en esta entrevista mientras Dánae nos comparte la inspiradora travesía y visión para preservar y revitalizar la cerámica artesanal de Manises.
¿Cómo surgió la idea de revivir la tradición cerámica española, específicamente la de la zona de Levante?
Yo vengo de una familia vinculada a las artes decorativas, pero me desmarqué completamente eligiendo una formación y carrera profesional empresarial. Estuve 6 años en consultoría estratégica y 6 años en banca. Pero al final lo que es para ti, te encuentra.
En el año 2012 es cuando me enamoro profundamente de esta profesión. En ese momento no era viable que me dedicase a esto, pero conseguí compaginar los horarios interminables que tenía, con empezar a ir a clases de restauración.
Unos años más tarde me enamoro de mi primera lámpara de Manises. La compro en un anticuario en Madrid y me fijo en las faltas que tiene, los rotos en las flores… y empiezo a aplicar todo lo aprendido para restaurarla.
En paralelo, ya había dado el paso de abrir mi taller de restauración y estaba cogiendo encargos e iba publicando las fotos en Instagram. Es ahí cuando empiezo a recibir mensajes preguntándome por las lámparas de Manises.
Claro, era imposible saber cuándo volvería a encontrar una lámpara con ciertas características (color, forma, etc.). Tenía que aparecer la pieza en algún punto de España y mis contactos tenían que avisarme, comprarla, traerla al taller… Es ahí cuando empecé a pensar lo maravilloso que sería poder volver a hacerlas y si era posible. Claramente yo no era la única enamorada de las lámparas de Manises, ¡había mucha más gente que también lo estaba!
En ese punto me pongo a investigar cómo hacerlo y encuentro un taller en Manises que en el pasado había trabajado para una de las principales casas pero que en la actualidad no hacía el tipo de pieza que yo quería hacer. Y ahí empezó todo. Ahora que vamos a cumplir dos años no sé si fuimos unos valientes o unos locos. Pero la realidad es que se unieron al proyecto con valentía, ilusión y muchísimas ganas. Lo que hay detrás es un equipo de ceramistas, escultor, moldista y una restauradora que salió de Madrid dirección a Manises persiguiendo un sueño que se ha hecho realidad.
Por eso, este proyecto lo llamamos: Un viaje de vuelta a Manises porque va de volver a recuperar lo que fue Manises en su día y enseñarlo al mundo entero. No se merece menos.
¿Cómo han visto evolucionar la cerámica española a lo largo de los años y cuáles son los principales desafíos que enfrenta en la actualidad?
De la cerámica española en general no puedo hablar porque me estaría metiendo en escuelas (Puente del Arzobispo, Fajalauza, etc.) que no son mi especialidad. Lo que si te puedo decir es que se está haciendo un esfuerzo generalizado, en todas las escuelas por rescatar esas cerámicas, rescatar tradiciones y recuperar oficios.
En concreto, en Manises podríamos hablar de dos tipos de cerámicas: la industrial y la artesanal. La industrial, que se produce en serie y que, como su nombre indica, proviene de la industrialización. La industrialización fue un momento especialmente duro para Manises en la que muchos talleres no pudieron adaptarse y tuvieron que echar el cierre. Es en ese momento cuando desaparece la tan apreciada lámpara de Manises.
El hecho de que la cerámica se pague por pieza hace que los talleres evolucionen a la cantidad más que a la calidad y que se dejen de pintar piezas a mano y se utilicen técnicas serigráficas, por ejemplo.
Sin embargo, siempre han quedado artesanos muy vinculados a la Escuela Cerámica de Manises con su labor de no dejar que la cerámica artesana de Manises se perdiera y, que, gracias a ellos, se ha conseguido mantener viva y ahora esté desarrollándose otra vez.
De hecho, la Escuela Cerámica de Manises fue la primera escuela de cerámica de toda España con origen en 1911 aunque no fue reconocida como oficial hasta el año 1925.
Creo que el principal reto con el que se encuentra la cerámica es la carencia de una nueva generación que realmente quiera dedicarse a ella. Esto viene dado por unas bases muy asentadas en el sector que debe evolucionar para permitir que la cerámica como arte menor de las artes decorativas pueda ser una manera de vivir, y esto implica una transformación.
El oficio de la cerámica ha sido tradicionalmente un oficio mal pagado, lo que hace que prefieran dedicarse a otras cosas y que se pierdan técnicas. Este proceso de transformación pasa por pagar un sueldo digno a los artesanos reconociendo el valor de sus obras. Para eso, es necesario que la gente entienda y valore este arte. Entienda la de horas y destreza que lleva hacer cada una de las piezas que hacemos y que este arte tiene un valor.
El valor de lo artesano y los oficios es una parte fundamental de la filosofía de Can Betelgeuse. ¿Cómo se refleja esta filosofía en el proceso de diseño y creación de sus piezas?
Solo trabajamos artesanos en ellas. Somos un taller muy pequeño y solo trabajamos con oficios locales. Queremos mantener la exclusividad de nuestras piezas por lo que nunca iremos a producción grande.
El proceso siempre se inicia cuando yo llego con la idea, generalmente cada vez más compleja técnicamente y atrevida. Ahí empezamos a pensar cómo hay que hacer esa pieza y quien tiene que intervenir en ella.
Generalmente las piezas llevan un esqueleto que es el que soporta el peso de toda la ornamentación, para lo que la primera intervención es la del escultor que esculpe ese esqueleto y sobre el esqueleto, el moldista hace un molde.
Una vez tenemos el molde empezamos a llenar y en paralelo empezamos a preparar la ornamentación y a montar la pieza. Cocemos y vemos lo que sale y si es necesario retocar el molde. Esto ya es trabajo de ceramista.
Aquí no hay una ciencia que te diga 2 + 2 = 4. Hay que ir probando, cada vez con más destreza, que viene de la experiencia que hemos ido adquiriendo. No nos cuesta lo mismo sacar una pieza ahora que la primera vez que lo hicimos que estuvimos 6/7 meses.
Una vez hemos terminado con la parte cerámica, las piezas viajan a Madrid donde terminan de montarse. Las peanas de madera nos las hace un carpintero y las electrifica un taller también pequeñito como nosotros.
¿Qué importancia le dan al uso de materiales sostenibles y respetuosos con el medio ambiente en la creación de sus diseños?
Todos los materiales con los que trabajamos, desde los barros hasta los esmaltes, son respetuosos con el medio ambiente y tienen una certificación que lo acredita. Además, nosotros cocemos en un horno de gas.
¿Cómo creen que Can Betelgeuse Studio está contribuyendo a la preservación de la cultura y la identidad local a través de su trabajo?
Nosotros siempre decimos que nuestro estudio pretende volver a colocar a la lámpara de Manises en el lugar donde se merece estar, que es junto a las piezas de diseño y los grandes artesanos. Y creo que lo estamos consiguiendo. Trabajamos con los mejores estudios del panorama nacional y empezamos a sonar fuera de España.
Siempre estampillamos nuestras piezas con dos sellos: el logo del estudio y otro que pone «Manises», para dejar claro que, aunque la cerámica de Manises no sea una denominación de origen como tal, las hacemos en Manises y son cerámica de Manises.
La dirección creativa del estudio tiene mucho cuidado en diseñar piezas muy vinculadas a la tierra manisera en todos los aspectos, en forma, técnicas, esmaltes…
Te voy a poner un ejemplo muy gráfico: nuestra lámpara San Vicente. Se llama San Vicente porque es el patrón de los valencianos, está recuperando la técnica del mimbre cerámico cuando prácticamente hablamos de que quedaban una o dos personas que la hacían en Manises y está repleta de los cítricos propios de la tierra.
¿Qué técnicas artesanales y tradiciones locales incorporan en la creación de sus productos?
Artesanales todas porque todo lo hacemos a mano. Locales en concreto estaríamos hablando de la flor manisera y del mimbre cerámico, por ejemplo. En Manises se hablaba de la florista cerámica como una especialidad dentro de la profesión que eran las ceramistas que hacían estas flores.
Y el mimbre cerámico ha sido una de las grandes técnicas de Manises que se aplicaba en cestas finamente decoradas con flores, centros de frutos y lámparas. Esto había dejado de hacerse y lo hemos recuperado.
¿Qué consideraciones tienen en cuenta al combinar elementos antiguos con el diseño de interiores moderno?
Lo que hace que un entorno sea interesante y sea rico es la combinación de diferentes materiales, texturas y épocas. Los grandes interioristas son auténticos maestros haciendo esto. Si te das cuenta sus casas no son planas, llaman la atención por esta mezcla magistral que saben hacer.
Es muy interesante ver como combina una pieza de cerámica tan pura, con ese brillo tan especial, con un estilo más vinculado a la tierra, con otra pieza de diseño moderna y un mueble antiguo restaurado. Es la mezcla de materiales y texturas.
Por eso diseñamos nuestras pantallas Capuchinas para darle ese punto de diseño a nuestras lámparas de Manises y el resultado es una actualización de la lámpara desde un punto de partida super respetuoso con la cerámica.
¿Qué papel desempeña la innovación en el trabajo de Can Betelgeuse Studio?
La innovación en nuestro caso está más vinculada a los procesos organizacionales para permitirnos continuar con esa tradición artesana y a todo lo vinculado con la estrategia comercial.
En materiales y técnicas abogamos por mantener tradiciones que es lo que defendemos.
Nosotros creemos que no solo vale con ser grandes artesanos. Tenemos que ser grandes gestores de nuestros clientes ofreciéndoles una experiencia maravillosa en su proceso de compra. Esto pasa por la atención personalizada, por el trato directo con el cliente y la cercanía. En la medida de mis posibilidades, cuando puedo, entrego yo las piezas. Esto me permite hablar con ellos, ayudarles, asesorarles y que cuando necesiten algo, cojan el teléfono y me llamen con confianza. Ofrecemos un producto exclusivo y, por lo tanto, el proceso también tiene que serlo.
También hacemos una gran labor de asesoramiento personalizado. Hablamos directamente con los clientes, nos enseñan sus casas y les orientamos.
¿Hay algún proyecto emocionante en el horizonte para Can Betelgeuse Studio que quisieran compartir con nuestros lectores?
Siempre andamos metidos en nuevas aventuras. Si no son piezas nuevas, son colaboraciones nuevas. Somos por naturaleza inquietos y curiosos.
Actualmente estamos desarrollando una nueva línea que hemos llamado Can Betelgeuse Deco donde está nuestra maravillosa copa Ceres a la que iremos sumando nuevas piezas. La magia de la cerámica es que no solo tiene que estar circunscrita a la iluminación, si no que la puedas colocar en cualquier habitación de tu casa y con diferentes usos. Es la entrañable relación que siempre ha existido entre el hombre y su cerámica.
También se unen a la familia dos piezas de iluminación nuevas que verán la luz a primeros de Noviembre: Justa y Rufina en honor a las patronas de Manises y de los alfareros.