Veinte años de mi vida le he dedicado a este pueblo ubicado al noreste de Venezuela. Principalmente para consolidar el proyecto de conservación de tortugas marinas en el Golfo de Paria que inició el Ministerio del Ambiente Venezolano en 2003. En la última década, que fue la más difícil, he pensado que puede hacerse para que este pueblito mermado poblacionalmente por el aislamiento geográfico de las montañas de Paria al ser la última frontera al este del país, la crisis económica, la falta de energía eléctrica y comunicaciones; pero, ¿cómo pudiese desarrollarse en armonía con su ambiente marino costero?
Muchas ideas se me ocurren, principalmente la pesca. La riqueza íctica de la zona esta subexplotada y mal comercializada. La punta noreste de Paria es rica en Pargo, Mero, carachana, sierra, sardina, medregal, lisas, langostas, mejillones y otros recursos marinos. Obviamente un estudio científico de la biología pesquera debería ser exhaustivo en precisar los stocks y sus capacidades de explotación y sustentabilidad. Con la brutal caída de la flota artesanal macurense, la cual tenía más de 80 peñeros a mediados de los 2010. Aparentemente menos de 20 embarcaciones se mantienen cerca del pueblo, casi todos varados por falta de gasolina, urgencia de reparaciones y motores nuevos.
La conservación del recurso pesquero es muy deficiente, casi todo se vende al dudoso fresco del diario en el lejano puerto de Güiria. Ese puerto ciudad está a dos horas de navegación mínima, cuando normalmente pasan más de 4 a 5 horas sin refrigerar. El pescado se asolea perdiendo su frescura marina y así es congelado para las cavas hacia el occidente del país. El tener hielo o neveras a bordo de las embarcaciones sería ideal, más aún que al llegar al propio Macuro se procese el producto con higiene, presentación y envasado al vacío. Un buen etiquetado y de allí a otras ciudades listo para su consumo super fresco. Obviamente esto requiere montar un centro de acopio con un buen muelle aparte del acceso normal del pueblo, ese centro factoría necesita mucha agua, la cual sobra en la zona, pero requiere energía eléctrica fiable, la misma energía debería venir del suroeste o ser producida alternativamente como la eólica, solar y mareas.
Una factoría de ese porte pudiese reactivar y optimizar la flota artesanal local hasta niveles semiindustriales. Emplearía unos 300 pescadores y quizás 50 procesadores del pescado. Creando empleo y una riqueza que puede reinvertirse en el pueblo y surtir una parte del mercado nacional e incluso islas vecinas.
El cacao y el café en las zonas externas al Parque Nacional Paria son otra alternativa de riqueza para Macuro, el cultivo racional y ecológico continuaría siendo fuente de esos cultivares. No obstante, procesar el producto en una calidad superior localmente debe ser urgente para optimizar los rendimientos. No hay un chocolate o un café disponible al consumo regional como el que si hallamos en la zona de Rio Caribe. Macuro con una o varias casas de elaboración artesanal de primera lograría esa prosperidad.
La otra fuente potencial de prosperidad es el turismo. Hace una década pequeños emprendedores de Güiria y el mismo Macuro paseaban turistas con sus peñeros. Sin embargo, eso está paralizado hoy en día, las tres posadas que había no albergan sino ocasionales clientes, de tres a máximo cuatro veces al año, las fiestas del pueblo murieron, y servicios de comida como antes no existen. Reactivar más posadas con sus comodidades es posible, incluso usando energía alterna, suplirlas de alimentos locales, contratando cocineros del pueblo y ayudantes para el aseo y orden. Paseos en la montaña son ideales para hikers, hay muchas cascadas, flora, fauna y paisajes que ver. Estos caminantes pudiesen servirse de los guardaparques o nuevos vaqueanos contribuyendo con un monto para la protección del Parque Nacional y sus áreas vecinas, más los proyectos de conservación que ahora son dos en el área.
La extensión del turismo en la zona, es su parte histórica, la llegada de Colón hace más de 500 años, que era Macuro hace 100 años, rehacer el Banco de Venezuela original, su biblioteca, su museo, las plazas y malecones. Pasear en peñeros hacia Yacua, Boca de Dragón y llegar más allá hasta las cascadas de Don Pedro y alcanzar Uquire donde las aguas cristalinas de más de dos kilómetros de playa son un deleite.
Es algo de inversión estatal, privada y búsqueda de progreso armonioso con la comunidad. El potencial de turismo de fauna especialmente con las tortugas marinas respetando la capacidad de carga de la pequeña playa de Los Garzos pudiese asombrar a tres o cuatro visitantes nocturnos a una experiencia bien guiada. Cerca de Boca de Dragón, hay delfines pico botella, mucha pesca incluso langostas, y el asombroso tiburón ballena, un gigante gentil que puede sumarle al turismo de buzos. Pero insisto, bien planificado, regulados, con tarifas exclusivas que se reinviertan en el pueblo y su conservación.