El 14 de febrero se celebra en muchos países del mundo el día de san Valentín; una festividad de origen cristiano que conmemoraba las «buenas obras» de los tres san Valentín de Roma y que actualmente relacionamos con el concepto del amor y la amistad. No obstante, ese es un concepto laico; por no decir comercial, acaecido en la sociedad occidental desde principios del siglo XX y extendido al resto del mundo, como un evento cultural relativo al amor y la amistad; más no a la religiosidad cristiana. Así las cosas, los occidentales y el resto del mundo que lo celebra, relacionamos san Valentín con tarjetas y regalos; corazones y cupidos.
Esto es una ironía ya que, Cupido fue en la mitología romana el dios del deseo amoroso. Más específicamente, el hijo de la diosa del amor, la belleza y la fertilidad Venus: Afrodita para los griegos. Y Marte, el dios de la guerra, la virilidad masculina, la violencia, la pasión, la sexualidad, la valentía; así como, de la perfección y la belleza. Por algo, su equivalente en la mitología griega es Eros. En tanto que, san Valentín de Roma, es el nombre que comparten tres santos mártires de la iglesia católica con el mismo nombre: Valentín. Ellos fueron ejecutados en tiempos del Imperio Romano y cuya festividad se estableció por la Iglesia católica cada 14 de febrero en el calendario litúrgico tradicional. Hasta que, en 1969, tras el Concilio Vaticano II, se reorganizó el calendario del santoral litúrgico y la celebración del 14 de febrero se retiró del calendario. Más no del martirologio: catálogo de mártires y santos de la Iglesia católica ordenados según la fecha de celebración de sus fiestas.
Los dos primeros San Valentín fueron martirizados en la segunda mitad del siglo III, durante el reinado del emperador Claudio II apodado «el Gótico». El primero fue un médico romano que se hizo sacerdote y casaba a los soldados romanos; a pesar de que eso estaba estrictamente prohibido por el emperador, quien lo consideraba incompatible con la carrera de las armas. El emperador Claudio II ordenó decapitar al primer san Valentín en el 270; se cree que su cuerpo, al igual que el del obispo san Valentín están enterrados en la Vía Flaminia en las afueras de Roma. El segundo san Valentín fue un obispo de la ciudad de Interamna: hoy Terni, Italia. El tercer san Valentín, llamado Valentín de Recia, también fue obispo, pero su época fue posterior a los dos primeros san Valentín; vivió en el siglo V y que fue enterrado en Marlengo cerca de Merano, en el Tirol, Italia. En el siglo VIII su cuerpo se trasladó a Passau, Baviera, en Alemania; como santo, es invocado para curar la epilepsia, y desde el siglo XV se le representa con un niño tendido a sus pies.
Como vemos, la altamente comercializada celebración del 14 de febrero como el día del amor y la amistad, poco tiene que ver con la extinta celebración católica de san Valentín.
Y como suele suceder con las celebraciones católicas, estas siempre ocultan algo más. La fecha del 14 de febrero fue escogida por la Iglesia católica para deliberadamente ocultar y opacar las fiestas lupercales que se celebraban en la Antigua Roma «ante diem XV Kalendas Martias»; es decir, el 15 de febrero en el calendario gregoriano. Su nombre deriva de lupus: «lobo»; animal que en la mitología romana representaba al dios Fauno: en latín, Faunus «el favorecedor», que era una de las divinidades más populares y antiguas entre los di indigetes (dioses indígenas). Fauno posteriormente tomó el sobrenombre de Luperco: en latín Lupercus, derivado de lupus, «lobo». Más significativo es que Luperca es el nombre de la loba que, según la mitología romana, amamantó a Rómulo y Remo, los hermanos gemelos que fundaron Roma.
En la tradición de las lupercales:
Cada año, se elegía de entre los miembros más ilustres de la ciudad, a una congregación especial de sacerdotes, los Lupercos o Luperci o Sodales Luperci, es decir, «amigos del lobo». Debían ser en su origen adolescentes que durante el tiempo de su iniciación en la edad adulta sobrevivían de la caza y el merodeo en el bosque. Era por aquel entonces un tiempo sagrado y transitorio en que se comportaban como lobos humanos. Se reunían el 14 de febrero en la recién encontrada gruta, más tarde llamada Ruminal, en honor a Rómulo y Remo, del monte Palatino, la colina central en donde, según la tradición, se fundó Roma.
¡Feliz día de san Valentín! ¿O quizás debería decir... ¡felices fiestas lupercales!?