Primero que todo, Valdivia es una pecera. Los árboles y parques son de agua, al igual que las calles y plazas. Los humedales y ríos circundan la extensión territorial, conminada al fragmento de tierra que llama cimientos. De agua es el aire que se respira y la luna, si es que se deja ver entre las nubes.

Una buena ruta para andar (o nadar) y conocer la ciudad, es la que transcurre por la costanera, desde el barrio histórico Collico hasta el núcleo supernova que forman el submarino con el péndulo de Foucault1 y la feria fluvial. Se escuchan a los hualas (Podiceps major), de melancólico reclamo, protestar por el reflejo borroso que dejan las gotas de lluvia en la superficie fluvial. Desde la vera del Calle-Calle también se observa la disciplina en los brazos de los remeros y, en estos tiempos de pandemia, algún que otro barco de turismo navegando.

De la curva del río se ve a lo lejos el cerro Oncol, parte de un área silvestre protegida, propiedad privada de una famosa empresa forestal. El lugar asemeja un museo de ciencias naturales al aire libre dentro de un museo mayor de tipo etnográfico. La muestra principal es el cómo sería el antiguo bosque valdiviano sino existiese el dueño que lo administra y siembra los territorios adyacentes de terror medioambiental y monocultivo.

La selva valdiviana adolece y merma cada vez en mayor extensión, como los otros hotspots de biodiversidad del planeta2. Según la revista alemana DW, cuando se identificaron los hotspots llegaron en un punto a ocupar el 15.7% de la superficie de la Tierra y hoy en día apenas llegan al 2.3%.

Así a todo, esta plaga local que es el eucalipto palidece y sus dueños se frotan las manos con el proyecto de megapuerto de la vecina comuna de Corral. Esta municipalidad cuenta con unos cinco mil vecinos cuya actividad laboral principal son las que tienen que ver con la pesca artesanal, recolección de cochayuyo, cuidado de familiares y en pequeñas dosis, el turismo.

La idea del puerto industrial nace de la posibilidad de fortalecer el comercio de la madera y derivados así como la producción agrícola del valle central intercordillerano, desde el sur del corredor biológico que forma la cadena de suaves cerros entre las cordilleras de la Costa y la de los Andes hasta el seno de Reloncaví que baña las playas de Puerto Montt.

La irrupción de un tráfico marítimo de gran tonelaje causaría enormes daños en el ecosistema submarino del entorno. Los bosques de huiro (Duvillea antárctica y otras sp.) a semejanza de la floresta en la superficie alberga gran cantidad de especies y ya se ve desprotegida ante la extracción abusiva de este mal llamado “recurso natural”.

Varias especies de ballenas habitan la costa del Parque Nacional Alerce Costero y la Reserva Costera Valdiviana, entre ellas la ballena azul (Balaenoptera musculus) con sus más de 33 metros viene a alimentarse del krill que abunda en la mezcla de aguas antárticas con las aguas cordilleranas que bajan por los ríos San Pedro y Bueno.

Los efectos que causan los ruidos de los motores, sónares y otra aparamenta electromagnética de los barcos en la población de estos mamíferos acuáticos son ampliamente sabidos. ¿Necesitamos pues sobresaturar al brazo submarino de este lujoso entorno de los diversos tipos de contaminación que atrae un proyecto de este estilo?

Por si fuera poco, la actual salida por tierra en mejores condiciones es la que sale de Corral hacia el norte bordeando el estuario y la desembocadura del río Futa. Al menos esta es la ruta que eligen los incesantes camiones que transportan la cosecha de árboles que cultivan en el perímetro de los importantes parques antes mencionados. Pero esta no sirve para el proyecto.

La inteligente propuesta de camino vehicular principal para acometer el proyecto del megapuerto es a través del Parque Alerce Costero, refugio del monito del monte (Dromiciops gliroides), ranita de Darwin (Rhinoderma darwinii) y puma (Puma concolor) entre otros.

Sin embargo, todas estas amenazas medioambientales no pasan desapercibidas para la ciudadanía de estos territorios. Varias son las organizaciones socioambientales y vecinales que mantienen la alarma ante este tipo de proyectos nocivos pero, ante la experiencia que hemos ido atesorando a lo largo de las últimas décadas, resulta conveniente tejer una red más extensa y fuerte que sirva de capa protectora para la zona.

El Pacífico sopla la niebla del mar en sentido contrario a las aguas del río Valdivia que lo fecunda, cuando llega a Valdivia toca el humedal y al “campamento” de viviendas humildes que se erigió en la orilla del acceso al puerto de las Mulatas. Las paredes de madera agujereada y los techos de lata sirven de hogar para tantas personas que malviven en unas condiciones de humedad y temperatura insalubres. Sin red de alcantarillado ni agua potable, los humedales se retraen ante el avance de esta forma de asentamientos.

La niebla sigue subiendo río arriba acariciando la lata que acoraza a las casas patrimoniales que todavía siguen en pie desde tiempos de la colonia alemana de los dos pasados siglos. También penetra por las calles mal iluminadas de los barrios más modernos con el objetivo de cubrir todos los siglos de historia dinámica que enlosan a la Perla del Sur.

Un poeta3 se deja ver en la noche vendiendo sus poemas de bar en bar entre los dos torreones españoles, tan castellanos como la bandera de la ciudad, que atestiguan el pasado colonial de este enclave; el de la México y el de General Lagos. En esta atmósfera privada de vapor de cerveza artesanal (y agua) emerge su silueta, recitando por monedas, y, entre el lenguaje erótico y las fantasías incestuales se escuchan rebotar algunos de sus versos en las paredes de esta pecera que se llama Valdivia:

Robusta que le gusta
la idea no es fea aunque
no lo crea e igual es bonna
la nona Flora y Fauna.

Notas

1 El péndulo de Foucault de Valdivia es uno de los ocho que demuestran la rotación de la Tierra existentes en Sudamérica.
2 Los hotspots de biodiversidad fueron definidos por la ONG Conservation International primero en 1999 y la lista definitiva en 2005. El objetivo de esta categorización tiene que ver con su preservación. Son lugares con una gran riqueza de especies y altamente amenazados.
3 Al menos hasta el inicio de la pandemia firmaba como Gonzalo Peña Solís, del taller Perros Verdes, los versos de este artículo.